Si la madre de Jaime Rincón no lo hubiese sacado de Guerra a tiempo, los anhelos del hoy aspirante a la alcaldía por ese municipio probablemente se hubieran difuminado en el árido polvo del camino, ese, que aunque marcado por el atraso, lo ha conquistado a regresar.

“A pesar de ubicarnos a  sesenta minutos de la capital, San Antonio de Guerra está apartado de todos los procesos de avance y desarrollo”,  admite Rincón de entrada en entrevista a Efe.

En sus 273 kilómetros cuadrados, el poblado está acompañado  por el Distrito Municipal Hato Viejo y las secciones Estorga, El Mamón, El Toro, La Joya, Enjüagador, Mata de Palma y Bella Vista, así como decenas de parajes.

Guerra es dueña de una de las principales fuentes de agua potable del Gran Santo Domingo; es un referente histórico de la producción cañera, con alto potencial ganadero y agrícola en todos sus géneros.

Igualmente, la zona es domicilio de un proyecto fotovoltáico, más de nueve academias de las Grandes Ligas de Béisbol, e incluso,  la sede de la federación dominicana de esquiadores acuáticos.

Pero en Guerra los ancianos aspiran a poco y los jóvenes a irse, pues según Rincón, de las citadas  riquezas, los moradores reciben escasos, o ningún tipo de beneficio.

“Los políticos del sistema nunca han luchado para que Guerra salga del  abandono”, dice el joven de 31 años de edad, poniendo como ejemplo que de la veintena de pozos de agua potable que maneja la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (Caasd), los guerrenses no reciben “ni un peso”.

“Ese es uno de los pleitos que yo estoy dispuesto a echar”,  manifiesta el activista social nacido en la Joya,  y apunta que en el municipio hay comunidades donde el líquido ni siquiera llega, pues son vecindarios que se construyen sin planificación urbana o normativa legal con relación a su composición geográfica.

Para progresar, hay que salir de Guerra

En su  primera reunión como candidato a alcalde, Rincón les preguntó a los jóvenes profesionales y estudiantes universitarios nativos de Guerra qué harían en caso de conseguir mejores ingresos y que el pueblo siguiera en las mismas condiciones.

“Y todos respondieron al unísono: ‘mudarnos’”, recuerda el muchacho con pesar.

Exceptuando las academias deportivas y la zona franca Gildan, el guerrense que busca empleo tiene que trasladarse a Santo Domingo Este y Oeste.

“Lamentablemente los jóvenes de mi pueblo, viviendo aquí  no pueden alcanzar las aptitudes que hoy se requieren para poder competir en un mundo cada vez más globalizado”.

Es por lo anterior que los hijos de Guerra se ven obligados a irse, tal y como lo hizo el propio Rincón, su hermana y su madre; o ser tan astuto como el abuelo, que sin formación pedagógica llegó a presidir importantes cargos en la asociación de colonos azucareros para la década del 70.

“No tuvo la oportunidad de ir a la universidad, eran tiempos muy difíciles, pero sí era una persona instruida, autodidacta”, cuenta Rincón orgulloso y explica que de las dos bodegas que habían en la zona hacen 60 años, don Oscar Rincón era dueño de una.

De ese legado se desprendió la oportunidad para que la hija de éste, con “grandes sacrificios” pudiera enviar a sus dos vástagos a universidades de la capital dominicana y Estados Unidos, logrando graduarse Jaime de administración en Unibe y obtener un posgrado en Comunicación y Estrategia en Campañas Electorales por La Universidad George Washington en D.C.

“´Usted vale por lo que usted sabe´,  decía Peter Drucker en su libro La Sociedad Poscapitalista. Entonces nosotros no podemos permanecer aislados de los procesos que está viviendo la humanidad”, apunta Rincón.

Al joyero, que tras concluir sus estudios se restableció en la tierra que le vio nacer, le resulta inconcebible que en Guerra no exista un instituto de idiomas, escuelas de formación continuada o de informática, por lo que plantea que, de ser elegido alcalde, pondrá al servicio del municipio todas las relaciones que ha hecho para que los guerrenses puedan alcanzar un grado de educación digno.

“Hoy en día  si usted no sabe informática, aunque sepa leer y escribir, es un analfabeto funcional”, opina Rincón, agregando que los softwares que sus compueblanos desconocen, son herramientas esenciales para la vida y  les  pueden ayudar a insertarse en el ambiente laboral.

Otras cosas que marcaron a Rincón y lo impulsaron a luchar por la alcaldía fueron las personas que llevan décadas viviendo en Guerra y que aún teniendo casa propia allí prefieren alquilarla para mudarse a otro lugar y pagar la diferencia, pues entienden que allí sus hijos no tienen futuro.

Sin embargo el joven asegura que su municipio tiene una virtud competitiva por estar ubicado a 15 minutos del Aeropuerto Internacional de las Américas  y la misma distancia del puerto Multimodal Caucedo, por lo que cualquier fábrica que se instale en Guerra lleva una ventaja en cuanto al traslado de su mercancía para exportarla.

Un cabildo ¨sistemáticamente corrupto¨

En junio pasado, un grupo de jóvenes con Rincón a la cabeza, celebraron el primer aniversario de una auditoría realizada al ayuntamiento de Guerra por la Cámara de Cuentas iniciada en 2016 y hecha pública dos años más tarde solo por las presiones del colectivo.

“Fuimos e hicimos una huelga-cumpleaños, le partimos un bizcocho y todo a la auditoría frente a la Cámara”, recuerda Rincón.

El examen reveló una serie de irregularidades del cabildo presidido por Marcia Rosario, entre las que figuran aportes retenidos y no pagados a la Tesorería de la Seguridad Social por más de 2 millones de pesos, así como la adjudicación de contratos sin el debido proceso de licitación, que superan los 18 millones.

De acuerdo a  Rincón, la malversación de fondos en la gestión de la alcaldesa, que ocupa el cargo desde el año 2016, excede los 41 millones de pesos y, aunque la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción Administrativa (Pepca) tiene copias de la auditoría, “no ha hecho nada al respecto”.

Una campaña sin picapollo

“Yo tengo una propuesta en base a las necesidades que tiene el municipio, pero también las relaciones para hacer que esas propuestas se materialicen”, piensa Rincón es uno de los elementos que lo distingue de los demás aspirantes.

En la m’as reciente encuesta de la compañía Newlink, el joyero aparece puntero con un 36.2 % de aceptación frente a los tres candidatos que se disputan la alcaldía de San Antonio de Guerra,  donde hay 25,000 personas hábiles para votar en las elecciones congresuales de febrero.

César Rojas va en segundo lugar con un 25.3 %, seguido por Dennys Reyes (12.8 %) y en el último escalafón, Rosario, incluso por debajo del 13.6 % de indecisos que aún no saben a quién echarle el voto.

“Los retos que he tenido son los que enfrenta cualquier candidato que quiere hacer las cosas correctamente”, dice Rincón sobre el intrincado camino que ha atravesado para mantenerse “en la batalla” de la candidatura, en un pueblo donde manda la miseria y las dádivas se han convertido en ley.

Añade que su única ventaja frente a sus contrincantes es “la trayectoria de honradez y compromiso” de su familia con el municipio, porque en cuanto a financiamiento, las campañas políticas resultan “carísimas”.

“Y más en zonas rurales como Guerra, donde hay mucha pobreza, falta de oportunidades, donde hay una desigualdad muy marcada; es difícil en el sentido de tú hacer política porque se te presentan necesidades atípicas”, explica Rincón.

De esas carencias enumera algunas como la de personas se le acercan para pedir recetas médicas, una lámina de zinc para su casa, o hasta un pedazo de madera, en fin, “problemas de todo tipo”.

Sin embargo, Rincón entiende que ha librado una buena batalla, en el sentido de que, sin corromperse”, se ha mantenido en la competencia en lo referente a la publicidad, al discurso; a caminar en las calles y conocer a fondo las necesidades de sus munícipes.

“Hemos estudiado esas necesidades para poder solucionarlas, hemos conocido personas muy buenas, nos hemos dado cuenta que el guerrense es trabajador, humilde, honesto¨, apunta.

Un parque fotovoltáico donde la gente vive a oscuras

Setenta y cinco millones de dólares fue la inversión aproximada para el Washington Capital Solar Park, el mayor proyecto fotovoltáico en infraestructura de la República Dominicana, puesto en funcionamiento por la Presidencia a finales de noviembre pasado en la comunidad Mata de Palma.

“La inversión privada no tiene nada que darle al pueblo, exceptuando empleos y los impuestos que les corresponda pagar por esos conceptos”, opina Rincón.

Pero explica que los campos de energía renovable están exentos de muchos gravámenes debido a la  apuesta del mundo a la energía limpia y que, aunque son proyectos que apoya por sus bonanzas al medio ambiente y el valor que le pueda aportar a la comunidad, se debe procurar que los empleos que de allí se generen se le otorguen a los habitantes de Guerra.

Asfalto y sanidad, problemas de Grandes Ligas

Las amas de casa de Guerra barren sus viviendas hasta tres veces al día. Las únicas calles asfaltadas son las vías principales: cuando llueve patinan en el lodo y cuando no, respiran caliche.

Para colmo de males, dice Rincón que el ayuntamiento tampoco recoge la basura, que se decanta durante semanas entre las humildes casuchas del vecindario, a menos que la gente la deposite por sus propios medios en las fincas aledañas.

“Si logramos hacer una planta de tratamiento de desechos sólidos y vincularla a otros ayuntamientos de la zona, les sale más económico verterlos aquí, que trasladarlos a Duquesa”, propone Rincón.

En más de una ocasión han esparcido en Guerra sustancias químicas nocivas para la salud. Como en 2018 cuando en las comunidades El Viso y El Mamey desparramaron a cielo abierto hiposulfito de sodio, provocando en los residentes males respiratorios, irritación en los ojos y ronchas en la piel, además de matar a los animales que bebieron del agua contaminada.

De la decena de equipos de Grandes Ligas con sede en Guerra, alega Rincón que, aunque están dispuestos a socorrer a la comunidad mediante los gobiernos locales, desconfían de ellos y del liderazgo tradicional del municipio, pues en las ocasiones que se han acercado a sus dirigentes, ha sido para pedirle coimas.

“O han aportado a alguien que no ha hecho llegar los fondos al destino final”, apunta el candidato.

Las necesidades de los profesionales del béisbol, son las mismas que la de todos los munícipes: operaciones básicas como la recogida de la basura, la seguridad , las ambulancias y todo lo que hace falta en San Antonio de Guerra.

Dice Rincón que en Guerra hasta para enfermarse hay que ser valiente. Aunque el Servicio Nacional de Emergencias está disponible para sus moradores, la única ambulancia se encuentra en el distrito municipal de San Luis, en Santo Domingo Este.

“Si a ti te pasa algo aquí, duran 40 minutos para llegar, si no están ocupados”, acota Rincón con más pena que risa. “Y ya tú sabes lo que te va a pasar, si eres un sobreviviente es porque ibas a vivir obliga´o, no porque el servicio llegó a tiempo”.

Dicen los aledaños que si la madre de Jaime Rincón no lo hubiese parido en Guerra, la esperanza que les queda fuera comida de burro, pues cuando se habla de pobreza, nada más razonable que ir a buscarla allí, a una región a la que el Estado ha dado la espalda.

“Tenemos mucho talento, lo que faltan son oportunidades, y yo  lo único que ansío es hacer mi Guerra grande”, termina.