EL ROBLITO-PADRES LAS CASAS (AZUA), República Dominicana.- Apenas clareaba el día y ya algunos habitantes de los distintos pueblos de la Cordillera Central habían empezado a caminar hacia El Roblito, la comunidad donde sería inaugurada una escuela básica.

El rocío estaba en las flores y la niebla entre olorosos pinos. A pies o en animal, como dicen los montañeses, la gente subía y bajaba las pendientes de los caminos aún mojados por la lluvia de la madrugada. Mujeres, hombres y niños.

Caminar 15 kilómetros o más no era nada para quienes querían celebrar el acontecimiento de una escuela básica en El Roblito, un poblado que desde el sur es de difícil acceso y está cercano a Constanza, aunque pertenece a Padre Las Casas, Azua.

Para arribar allí, la ministra de Educación y su equipo llegaron en helicópteros que para descender tuvieron que dar varias vueltas para sortear las ráfagas de viento y la niebla.

Niños, adultos y gente de edad avanzada que no tienen energía eléctrica miraban maravillados hacia el cielo los helicópteros que describían espirales antes de aterrizar.

“Nosotros de ahora es adelante vamos a ser otra persona, porque nuestros niños duraron cuatro años sin educación, porque a las monjas se le acabaron los fonditos con que le pagaban al maestro”

Una vez empezado el acto de inauguración, la ministra de Educación, Josefina Pimentel, dijo que era significativo para ella y para todos en el ministerio haber construido ese centro que mejorará las oportunidades de desarrollo de los niños y niñas de El Roblito.

Cristian Ferreras, presidente de la sociedad de padres y líder comunitario de la escuela, dijo: “Nosotros de ahora es adelante vamos a ser otra persona, porque nuestros niños duraron cuatro años sin educación, porque a las monjas se le acabaron los fonditos con que le pagaban al maestro”.

La educación es un valor como el oro para esta gente sencilla, agricultores y labradores que dejaron sus faenas para compartir el regocijo que ahora tienen 62 niños que habían perdido dos años escolares.

Los niños, niñas y adolescentes le obsequiaron a la ministra una foto de la niña Joselita Pinales (Yeika) escribiendo en una pizarra. Los que sabían escribir la firmaron.

Para agasajar a los visitantes, en especial a los que como el periodista Vianco Martínez y la ministra Pimentel, hicieron posible la construcción de esta escuela, las mujeres de la comunidad cocinaron en leña chivo guisado, arroz, habichuelas y guandules.

La necesidad de un plantel en ese lugar fue dada a conocer por el periodista Vianco Martínez, que escribió para Acento.com.do la crónica Prendiendo velas por un maestro. Tanto la ministra Pimentel como los montañeses y funcionarios medios le agradecieron sus diligencias y su preocupación por esa zona. Gente de los distintos parajes se acercaba para conocer al periodista del que habían escuchado hablar.

A través de los años, Martínez ha logrado con sus crónicas que diferentes gobiernos construyan tres escuelas en las apartadas comunidades de la Cordillera Central. Una escuela en Los Auqueyes, una en Las Cañitas y una en El Roblito, así como una policlínica en Las Cañitas que es el único centro para decenas de pueblos distantes entre sí. A él, sin embargo, no le gusta darse el crédito por estas obras.

Al final del acto inaugural, maestros de diferentes comunidades se acercaron a la ministra Josefina Pimentel para explicarles sus dificultades y precariedades en el ejercicio de la docencia. Ella los escuchó, la viceministro Emilia Pereyra anotó sus pedidos y algunos salieron de allí con promesas de que les repararán sus centros.

La escuela de El Roblito es la número 57 de las escuelas construidas en ocho meses de gestión de Pimentel, que prevé construir 50 más en el primer semestre de este año.

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