Esta serie de tres artículos es un resumen de una investigación sobre la reforma educativa realizada por la autora, en su condición de docente investigadora de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
En República Dominicana, la reforma educativa no ha logrado que los estudiantes aprendan. Se han gastado unos 1,200 millones, pero las promesas de calidad no han sido cumplidas y por el mismo camino, están muy lejos los resultados esperados.
Varios documentos recogen los objetivos y metas de la reforma educativa. El Plan Decenal 2008-2018; la Ley 1-12 de Estrategia Nacional de Desarrollo; el Pacto Nacional para la Reforma Educativa, del 2014 y las Metas Vinculadas al Objetivo de Desarrollo Sostenible 4(ODS4).
Esta reforma surge como resultado de un movimiento social que inicia en 2008 con una campaña de la ADP, encabezada por su presidenta, María Teresa Cabrera, por un millón de firmas para la educación. En octubre del 2010 surge la Coalición por una Educación digna, que se mantuvo en la calle hasta el 2012, reclamando la entrega del presupuesto equivalente al 4% del PBI que se había incluido en la Ley 66-97. Esa disposición no había sido cumplida por los gobiernos de Leonel Fernández 1996-2000, 2004-2008 y 2008-2012, ni por Hipólito Mejía, 2000-2004. Finalmente, ha sido cumplida por el Presidente Danilo Medina a partir del 2013.
Los documentos y acuerdos que han normado la reforma contienen diversas acciones y metas. En estos artículos nos limitaremos a las de mayor impacto, como son: financiamiento; cobertura, eficiencia; calidad; formación, capacitación y evaluación magisterial.
En los ocho años que lleva el aumento presupuestario, mil ciento noventicinco millones de pesos han sido asignados. La inversión se ha concentrado en tres aspectos que responden a presiones sociales y de indiscutible importancia, pero que no necesariamente garantizan los resultados esperados. La inmensa mayoría se ha invertido en el mejoramiento de los salarios del personal docente y administrativo, incluyendo las jubilaciones. Para el 2018, este renglón consumía ya el 72% del presupuesto anual del Ministerio, más de 150 mil millones de pesos, equivalente al 2.6% del PIB nacional, de acuerdo a las estadísticas del MINERD. A esto habría que agregar, unos 4 mil millones asignados a la formación y capacitación docente que se gastaron en ese mismo año.
De ser uno de los sectores más pobres, los maestros públicos han pasado a ser, en conjunto, el grupo profesional mejor pagado, con un salario promedio mensual de 55,627 pesos (MINERD, Situación Docente 2018) equivalentes a más de 5 veces el salario mínimo público. De acuerdo a los datos del mercado laboral del Banco Central, al 2018, solo el 7% de la población ocupada tenia ingresos superiores a los 40 mil pesos.
El segundo renglón del gasto ha sido la construcción, remodelación y equipamiento de miles de escuelas y aulas que no sólo han mejorado la infraestructura, sino que permitieron ir implantando la tanda extendida de 8 horas diarias que tanto se había reclamado. Al 2018, acumulado, se habían invertido más de 88 mil millones de pesos en este renglón. El cambio que se ha producido en la infraestructura escolar es notable y nadie puede negar que era necesario, después de varias décadas de deterioro. La mayoría de las escuelas están más hermosas, equipadas y con mayores recursos.
El tercer lugar en los gastos lo ocupa la alimentación y entrega gratuita de uniformes, libros y mochilas, que en el 2018 ya consumía unos 22 mil millones de pesos. Este gasto impacta directamente en las familias, disminuye la pobreza y mantiene a los niños por más tiempo bajo la protección de la escuela.
La meta establecida de elevar la inversión en educación al 6% del PIB en el 2020, no se ha alcanzado y nadie la está reclamando. Expertos consultados consideran que mayores recursos, bajo la cultura de pésimos resultados que prevalece en el sistema, pueden hacer más mal que bien. En resumen, la mayor inversión en educación ha contribuido a reducir la pobreza, pero no la ignorancia. La escuela pública sigue sin cumplir con su objetivo central de que los estudiantes aprendan.
Cobertura y eficiencia. En República Dominicana desde la década de los 90 se ha fijado la meta de alcanzar una cobertura cien por cien en el nivel primario y aumentar los demás niveles. El resultado es que no se ha podido cumplir con esta ansiada meta que ya tiene más de 30 años. De acuerdo al Informe de Iniciativa Dominicana por una Educación de Calidad-IDEC- 2018 " Un total de 468,471 niños, niñas y adolescentes entre 3 y 17 años están fuera de la escuela. De ellos, 25,058 niños y niñas de cinco años, 60,745 en las edades correspondientes a la educación primaria y 129,628 en las edades correspondientes a la educación secundaria."
Esto significa que la cobertura de los niños de 7 a 14 años pasó, de 95.4%, punto de partida de la reforma, a 96% en 8 años. Uno de los avances que destaca la propaganda gubernamental es una supuesta migración masiva de estudiantes hacia las escuelas públicas, lo que atribuyen las autoridades al gran avance y ventajas de la educación pública y a la confianza de las familias. La realidad es que el sector público-semioficial ha crecido un 3.0% en seis años y el privado ha decrecido un 2.5%. El país esperaba una mayor migración hacia las escuelas públicas, pero todavía decenas de miles de familias pagan colegios privados con mucho sacrificio, porque entienden que éstos les ofrecen una calidad, seguridad y estabilidad que la escuela pública, por más de medio siglo no ha ofrecido. Ni siquiera la jornada extendida, incluida alimentación y útiles gratuitos ha producido el prometido éxodo.
Algunas de las metas de eficiencia del sistema educativo muestran avances, sin embargo, es importante destacar aspectos a tomar en cuenta antes de celebrar. Las cifras muestran una baja de la repitencia, pero los resultados de todas las evaluaciones indican que los estudiantes están siendo promovidos sin dominar los contenidos y que van arrastrando de un nivel a otro las mismas deficiencias. Otros indicadores que han mejorado, como la sobreedad, la permanencia en la escuela y la cantidad de alumnos por maestro, no se reflejan para nada en los resultados.
Calidad y resultados educativos. En los planes estratégicos del MINERD, así como en los pactos firmados, abundan las actividades pero escasean las metas de calidad y eficacia. Se realizan muchas actividades, la mayoría de ellas materiales, bajo el criterio de que con ellas se incrementara la calidad. Sin embargo, todas las pruebas realizadas confirman que los estudiantes dominicanos no están aprendiendo, aun peor, están entre los que menos aprenden en el continente.
Las pruebas SERSE Y TERCE, realizadas en el 2006 y 2013, establecieron 4 niveles de desempeño que describen lo que los estudiantes son capaces de hacer, siendo el 4 el más alto. Países como la República Dominicana, obligaron a crear un nivel debajo de 1 para ubicar a miles de estudiantes que demostraron no saber absolutamente nada. Los dominicanos que alcanzaron el nivel 4, en promedio no llegaron al uno por ciento, mientras por otro lado, alrededor del 80% se ubican del nivel dos hacia abajo. Los informes muestran algunas diferencias, aunque no grandes, a favor de las hembras, centros privados, zonas urbanas, jornada extendida y sectores socioeconómicos más altos.
Las pruebas PISA, en las dos ocasiones en que se han aplicado, 2015 y 2018, confirman la situación de la calidad de la educación en el país y el fracaso de la reforma. Estamos entre los últimos lugares. Por otro lado, las pruebas nacionales que se aplican cada año, arrojan resultados semejantes, los estudiantes son promovidos al nivel superior sin cumplir con los objetivos de conocimiento.
De acuerdo con el Índice de Capital Humano, Banco Mundial 2018 "los niños en la República Dominicana pueden esperar completar 11.3 años de preescolar, primaria y secundaria hasta los 18 años. Sin embargo, cuando los años de escolaridad se ajustan por la calidad del aprendizaje, esto es sólo equivalente a 6.6 años: una brecha de aprendizaje de 5 años." El mismo informe dice que "La República Dominicana ocupa el puesto 101 en el ranking de 157 países. Un niño nacido en territorio dominicano hoy tendrá una productividad cuando crezca de un 49 por ciento de lo que podría haber tenido si hubiera disfrutado de una escolarización completa y plena salud."
Horario y calendario escolar. Las horas que los niños pasan en las escuelas han aumentado, debido principalmente a que más del 60% está en la jornada extendida y, por otro lado, a que en el último año se han reducido las frecuentes suspensiones por protestas magisteriales. Esto sin tomar en cuenta la reciente situación con la crisis del COVID 19 que mutiló el año escolar 2019-2020 y cuyas consecuencias están por medirse. Pero la escuela pública sigue estando muy lejos de ser un ejemplo de aprovechamiento del tiempo, todos los indicadores muestran y los expertos afirman que se reproducen los métodos ineficaces de siempre, se da clases pero no se enseña. La jornada extendida reproduce el mismo paradigma de siempre. En consecuencia, podrá resolver otros problemas de la familia y la sociedad, pero no el del aprendizaje.
Aplicación del currículo: Al currículo se le atribuye una gran responsabilidad en el aprendizaje. Por décadas, los educadores han atribuido a los malos currículos los pobres resultados de aprendizaje. La última revisión de currículo de los niveles preuniversitarios se tomó más de dos años y no fue hasta el 2015/2016 que se inició su aplicación en el nivel primario y más adelante en los demás.
Al 2020, su puesta en vigencia es todavía incipiente porque las acciones que deben acompañarlo están muy retrasadas, entre las que se destacan la formación y capacitación de los maestros para su efectiva aplicación. En cuanto a los libros y materiales que deben apoyarlo, sólo están disponibles los de primero y segundo de primaria. Esto significa que se sigue trabajando con el currículo y los libros viejos. La reforma educativa, a 8 años de iniciada, no ha podido poner en ejecución el nuevo currículo y está muy lejos de lograrlo.
Formación y capacitación magisterial. En pocas cosas existe mayor consenso nacional como en el reconocimiento de las deficiencias de calidad que han caracterizado al magisterio en las últimas décadas. Las listas de acciones dirigidas a corregir esta situación llenan páginas de todos los acuerdos de reforma. En formación y capacitación se han invertido más de 19 mil millones de pesos en 7 años. Los ministerios de educación y educación superior crearon en 2016 un programa para la formación de maestros de excelencia en el ISFODOSU y algunas universidades que se acogieron a los requisitos del programa. A pesar de que entre el 2016 y 2018 se presentaron a las pruebas de ingreso más de 88,400 aspirantes, sólo 8,204 las aprobaron y 4,800 fueron los que ingresaron y pudieron aprovechar las 20 mil becas disponibles. Esto significa que cerca de 12 mil becas quedaron sin usar. Hay muchas esperanzas depositadas en este programa de excelencia, pero es muy pronto para ver sus resultados.
La evaluación docente realizada en el 2017, confirma las graves deficiencias de calidad. Abarcó a más de 60 mil docentes en servicio. Sólo el 2.9 % logró la calificación de excelente o destacado; 23.9 % fue calificado de competente. El 35.1% quedo en un nivel básico y el 38% obtuvo insuficiente. En algunas regionales la situación es de emergencia, como es el caso de Baoruco, con más del 90% de los maestros en la categoría de insuficiente. De manera que el sistema público tiene un 73% de los maestros sin las calificaciones necesarias para educar, con el agravante de que, aunque se pudiera despedir a los que lo merecen, no habría con quien sustituirlos.
Como conclusión de esta primera entrega es innegable que la sociedad dominicana, incluida sus autoridades, han hecho esfuerzos importantes, aunque ineficaces, para impulsar una reforma educativa que saque al país de la situación lamentable en que se encuentra. ¿Por qué los resultados son tan pobres? ¿Cuál es la razón por la qué tantos estudiantes llegan a la universidad con una capacidad que no sobrepasa a la que deberían tener en el sexto grado? ¿Cuáles otros factores, internos o externos a las escuelas, pudieran estar influyendo en esta realidad?
Sobre esto trataremos en el próximo artículo.