SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El recién trasladado juez primer sustituto de la Segunda Sala Corte de Trabajo del Distrito Nacional, Rafael Ciprián, manifestó mediante una segunda declaración pública que el tercer paso que podrían utilizar sus supuestos enemigos será su desaparición física.

“Ya el cártel que domina dio el primer paso de tratar de ganarme y reclutarme, como no lo lograron ahora están en su segundo paso que es desacreditarme para matarme moralmente; mientras que luego vendrá el posible tercer paso, mi muerte física”, manifestó el magistrado.

Mientras detallaba sus logros educativos, señaló que en el Poder Judicial no se respeta ni se garantiza sus derechos fundamentales como persona y como juez, por lo que su lucha contra el presunto cártel no ha valido la pena.

Declaración integra:

Juez Rafael Ciprián, segunda declaración pública

Todos los que me conocen personalmente, y como el juez Rafael Ciprián, saben que no soy sensacionalista, ni estridente, ni populista, ni apocalíptico; que soy humilde de alma y conducta, y respetuoso de las normas y la autoridad, sin arbitrariedad. Pero ha llegado el momento de que avancemos y empuje hacia una sociedad decente, sin importar los sacrificios.

Reitero todos los términos de la primera declaración.

Y ahora afirmo que si el sistema jurídico dominicano no funciona y la justicia sigue encadenada y narigoneada por el cártel que he combatido a lo interno del Poder Judicial, de manera institucional, y que ya se hizo pública mi lucha, porque me negué a ser reclutado por ese cártel y me han perseguido con saña, con cinco traslados y degradaciones infamantes en poco tiempo, con mi oposición permanente y con la violación de la Constitución, las leyes, el estatuto de la Carrera Judicial y las normas éticas y morales. Y todo para que renuncie a mi Carrera Judicial.

Si nuestra vida de juez de carrera, con 18 años en la Judicatura, con el despacho al día, mes por mes y año por año, sin que tenga nunca mora judicial, que he obtenido la calificación más alta, la de EXCELENCIA, en todas las evaluaciones anuales que me han realizado la Suprema Corte de Justicia y el Consejo del Poder Judicial, y que nunca me he visto ni me han involucrado en ningún acto de corrupción o que riña con la moral, la ética o la legalidad, porque he vivido con decencia, y ahora desean dañar mi hoja de servicio público.

Si la vida de un hombre que ha vivido con honradez, honestidad y disciplina; seriedad, dignidad y decoro a toda prueba, durante 56 años, no sirve para nada en este país, como es mi caso, ante tantas perversidades.

Ya el cártel que domina dio el primer paso de tratar de ganarme y reclutarme, como no lo lograron, ahora están en su segundo paso, que es desacreditarme para matarme moralmente; luego vendrá el posible tercer paso, mi muerte física.

Que tengo una Licenciatura en Derecho, tres maestrías y dos especialidades. Una Maestría en Derecho Constitucional y Derecho Público, por la Universidad de Castilla La Mancha, España; una segunda en Derecho Administrativo y Gestión Municipal, por la misma Universidad; y la tercera en Legislación de Tierras o Derecho Inmobiliario, por la universidad Abierta Para Adultos (UAPA); y las dos especialidades más, una en Derecho Constitucional, por la Universidad de Salamanca, España, y la otra en Ciencias Políticas, por la misma Universidad. Y sin que nunca el Poder Judicial haya invertido un centavo en esa capacitación de alto nivel.

Si en el Poder Judicial no se me respetan ni me garantizan mis derechos fundamentales como persona y como juez, entonces mi lucha contra el cártel ya referido no ha valido la pena.

Si yo que he publicado doce (12) libros, y varios de ellos son textos en las universidades, tanto a nivel de grado como de Maestría; que soy profesor de los grupos de varias maestrías de la universidad del Estado UASD, de la UPCMM, de la UAPA, entre otras; que imparto seminarios, cursos y talleres permanentemente para los abogados en todo el país; que soy conferencista internacional y que he sido capacitador en la Escuela Nacional de la Judicatura, para los jueces, que fui el primer coordinador del Subcomité de Capacitación para Capacitadores de esa Escuela especializada, la cual me ha premiado con reconocimientos diversos por mis méritos y aportes en ella; que gané la Primera Mención de honor en el Concurso de Ensayo para Magistrado, organizado por la Suprema Corte de Justicia y la Escuela Nacional de la Judicatura; que gané el Premio Fray Antón de Montesinos, en Aporte Doctrinal; que mantengo la columna Quintaesencia, desde hace más de dos décadas en el periódico El Nacional, y paro para no cansar; y si me hacen estos vejámenes, piensen en los que no saben defenderse.

Y si después de agotar todas las vías y acciones constitucionales y legales, nacionales e internacionales, se impone el referido cártel, porque no cumpla el mandato judicial que sin dudas obtendremos, negándome la justicia que merezco, para que se revoque la decisión inoportuna e infamante de mi traslado, con degradación y sin el debido proceso, en un momento en que la Justicia está desacreditada y con serias denuncias de corrupción, realizadas hasta por los mismos actores del sistema, y no me reintegren en mi condición y rango de Juez de la Carrera Judicial, de los cuales me degradaron originalmente, sin falta de mi parte y sin el debido proceso, por arbitraria decisión del Consejo del Poder Judicial, y si el cártel mencionado impide este derecho ganado, porque controle el Consejo del Poder Judicial y la Suprema Corte de Justicia, entonces, y sin que a nadie le quede duda de mi palabra, dada bajo juramento de honor, asumiré la posición última y necesaria, y daré mi ejemplo supremo en esta país, merecedor de mejor suerte, para que los hombres y mujeres dignos que todavía quedan completen la obra de nuestro patricio Juan Pablo Duarte, y anhelada por el profesor Juan Bosch, con lo que lograrán una mejor justicia para todos los dominicanos.

Y, de lograr el respeto a mis derechos constitucionales, dejo constancia que seguiré en la lucha irrenunciable a favor de la materialización del Estado Social y Democrático de Derecho, con la erradicación de las lacras del clientelismo y el patrimonialismo; de la arbitrariedad y abuso del poder, que le roban el presente y el futuro al pueblo dominicano.

Este no es solo un caso del juez Rafael Ciprián, es mucho más. Es de todos los jueces y personas que se respetan. Es un ejemplo público de cómo se vive humillado y ofendido en República Dominicana. Imagínense la suerte de los simples y pobres ciudadanos de a pie.

Los que me sigan en esta lucha, porque estén indignados y no acepten vivir pasivamente en esta inmensa pirámide de injusticias sociales en que sobrevivimos, sin renunciar a su tierra ni abandonar el combate por mejorar las condiciones de existencia, que sepan que yo no me rindo, ni me devuelvo, ni me rajo.

Que me sigan los que quieran vivir en un país digno, con la seguridad de que triunfaremos, contra el cártel que ha convertido a la sociedad dominicana en un pantano de injusticias y de hombres y mujeres atropellados en su dignidad humana.

Por último, les deseo felicidades en estas navidades a los que puedan disfrutarlas, y con el deseo y el compromiso de que un día ese disfrute debe ser para todos los hijos de esta Patria.