A 50 años de la invasión de Estados Unidos a la República Dominicana en 1965
Washington-D.C, Estados Unidos. – El presidente Lyndon Johnson lamentó haber enviado tropas a la República Dominicana en 1965, cuando le dijo a sus ayudantes menos de un mes después: “Yo no quiero ser un interventor”, de acuerdo con las nuevas transcripciones de las cintas de la Casa Blanca publicadas el 28 de abril (junto con las propias cintas), por primera vez, por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington (www.nsarchive.org).
Johnson ordenó desembarcar a los marines estadounidenses en Santo Domingo hace 50 años. Tres semanas más tarde, se lamentó de que la crisis hubiera costado vidas de estadounidenses y de que hubiera salido mal en el terreno para la posición política de Estados Unidos y del propio Johnson. No obstante, insistió en que “haría lo mismo en este mismo segundo."
En conversaciones con ayudantes captadas en el sistema de grabación de la Casa Blanca, Johnson expresó su gran frustración, incluso con el grupo que rodeaba al presidente exiliado Juan Bosch, a quien Estados Unidos estaba apoyando.
Las cintas, la transcripción y el material introductorio incluido en la publicación fueron proporcionados por David Coleman, expresidente del Programa de Grabaciones Presidenciales en el Centro Miller de la Universidad de Virginia, y miembro del Archivo de Seguridad Nacional
En declaraciones a finales de mayo de 1965, Johnson le dijo a un asesor: "Tal como yo lo veo, tienen que limpiarse, para que podemos vivir con ellos. Ponga suficiente perfume al olor de la muerte de 20 estadounidenses y a las heridas de 100”.
La justificación pública que ofreció Johnson para enviar a los marines a Santo Domingo fue rescatar a los estadounidenses en peligro por las condiciones de la guerra civil en República Dominicana.
Pero su principal motivación, según confirman las cintas y transcripciones, era impedir la toma del poder por los comunistas.
Basó su decisión en gran medida en las afirmaciones de la CIA y otros en el gobierno de Estados Unidos, que Fidel Castro, de Cuba, había estado detrás de la reciente sublevación, Johnson le confió a su asesor de seguridad nacional: “Seguro que no quiero despertar (…) y encontrarme con que Castro está al mando”.
Esa información, junto con otras que Johnson recibió durante la crisis resultaron estar equivocadas, una posibilidad que al propio LBJ le preocupaba en ese momento.
Las cintas, la transcripción y el material introductorio incluido en la publicación fueron proporcionados por David Coleman, expresidente del Programa de Grabaciones Presidenciales en el Centro Miller de la Universidad de Virginia, y miembro del Archivo de Seguridad Nacional.
Como señala Coleman, los materiales son reveladores sobre la conducta personal de Johnson ante la crisis y su estilo de toma de decisiones como presidente. Las transcripciones a cargo de Coleman, en varios casos de nueva creación, son decisivas para entender el material contenido en las cintas, que pueden ser difíciles de descifrar y, por tanto, en ocasiones, de utilidad limitada para investigadores.