SANTO DOMINGO, República Dominicana.- “Se dice que ningún país puede avanzar hacia un estado importante de desarrollo en el entorno competitivo internacional, si no prioriza la investigación, innovación tecnológica y emprendimiento”. Las palabras de Mauro Canario, vicerrector de Investigación y Postgrado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), bien reflejan la realidad dominicana, incluso de Latinoamérica.

Las estadísticas en materia de gastos en investigación y desarrollo, coinciden con que los países de mayor desarrollo, le dedican por lo menos entre 2 % y 3 % de su Producto Interno Bruto (PIB). Estados Unidos destina 2.8 %, China, 2,1 % y en la cima, según datos del Banco Mundial (2018) están Israel (4.9 %), Corea del Sur (4.8 %) y Suiza (3.3). En el otro extremo, los países de América Latina invierten entre 0.03 % y 0.5 %, con Brasil en la cabeza, que invierte 1.2 %. En República Dominicana, las autoridades nacionales estiman la inversión en investigación en 0.03 y 0.01 % del PIB.

Estos gastos bien pudieran servir de termómetro para hablar del desarrollo social de las naciones. El exviceministro de Ciencia y Tecnología, Plácido Gómez, usa la actualidad para explicar la trascendencia de esta materia, en la vida de la gente.

"La presente crisis originada por la enfermedad COVID-19 lo muestra claramente. Hay países en busca de una vacuna, justamente haciendo investigación; en el caso nuestro no hemos logrado conformar equipos de investigadores que se puedan unir a redes internacionales para ello. Por lo tanto, dependeremos totalmente de lo que hagan otros", sostiene.

Otro ejemplo puntual es la violencia intrafamiliar. Solo a través de investigaciones se puede conocer la raíz del problema, el qué da origen a que un niño se transforme en adulto agresor, y solo con esas respuestas se pueden diseñar políticas públicas efectivas para enfrentar la raíz del problema. Lo mismo con la expectativa de vida: en los años 60 era de 50 años, y hoy ronda los 75 y eso se debe muchísimo a los avances de la ciencia de la salud.

En efecto, el presupuesto de la Primada en investigación se estima en 9,482 millones de pesos y apenas el 1.2 %, es decir, unos 114.6 millones son invertidos en investigación, estima Canario. La UASD tiene una matrícula de aproximadamente 4,000 profesores y apenas 169 son investigadores (4 %). “Hemos avanzado, pero la posición de todas las universidades, en sentido general y de la UASD, dista mucho de lo deseado. Nosotros como UASD somos la institución de República Dominicana que hemos avanzado más en materia de investigación”, explica el vicerector.

El Fondo Nacional de Innovación y Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondocyt) creado en 2005 para financiar proyectos de investigación científica e innovación tecnología fue la respuesta a esta necesidad.  En 13 años, desde su creación hasta el 2018, a través de Fondocyt se han aprobado para financiamiento 431 proyectos, con un aumento constante de inversión. Mientras en 2005, se destinaron 16.7 millones en la primera convocatoria, 10 años después, en 2015, el monto desembolsado fue 689.8 millones de pesos.

Desde el 2005 al 2018, se han destinado 2,960.7 millones de pesos, es decir, equivalente a unos 227.7 millones por año, el equivalente apenas al 1.5 % del presupuesto anual de Mescyt.

De 329 proyectos aprobados por Fondocyt durante 13 años, 110 son de la Primada, para un 33 %, seguido de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), con 50 (15 %), Instituto Tecnológico de Santo Domingo con 39 proyectos (11 %), Universidad ISA (UNISA), con 20 proyectos (9 %) y la Universidad Nacional Evangélica, con 20 proyectos (6 %). Estas cinco se reparten el 75 % de los proyectos aprobados.

Pero los resultados tangibles tampoco hay muchos. Fue en 2016 cuando la PUCMM logró registrar su primera patente internacional, en el área de nanociencia. Y apenas en enero pasado, la UASD logró su primera patente, en el área médica. “La producción científica no se mide por patente. En el ámbito tecnológico y de emprendimiento sí. Pero una investigación lo que produce es conocimiento y estos conocimientos se publican en revistas indexadas. Lo que produce son paper, reportes investigativos que se presentan a la comunidad científica internacional y se aplica en consecuencia”, explica Mauro.

"Se ha ido aumentando la inversión en investigación, pero no al nivel de las expectativas de desarrollo que tenemos los dominicanos. Por ejemplo, el año pasado se invirtió algo más de 4 millones de dólares desde Fondocyt, pero eso lo puede tener un solo grupo de investigación en países como Puerto Rico, Costa Rica y hasta Panamá", sostiene el exviceministro.

El vicerrector de la UASD no maneja la cantidad de publicaciones realizadas por la UASD: “Estamos aumentando considerablemente, estamos contabilizando y se está registrando, porque hay todo un sistema de investigación que hemos fortalecido en esta gestión (de dos años)”. Mauro Canario resalta cómo la UASD ahora trabaja en su propia plataforma informática de publicaciones en revistas indexadas, con lo que espera que los investigadores desde la academia se produzcan con mayor frecuencia. También cuentan ya con un registro de doctores construidos en esta gestión, que asciende a 300 inscritos y fue creada en esta gestión.

Una de las grandes problemáticas en esta materia, es que las universidades han priorizado su función de transmisión de conocimientos para formar profesionales, separado de la investigación.

“Se aprende a investigar investigando. Es decir, las universidades necesitan hacer investigación para formar investigadores para sectores como salud, industria, en particular la industria agroalimentaria, transporte, aeroespacial, y muchas otras. República Dominicana necesita continuar invirtiendo en C y T (ciencia y tecnología), como requisito ineludible para cambiar su matriz tecno-productiva. No podemos seguir dependiendo tanto de remesas y de turismo de entretenimiento”, puntualiza el exfuncionario Gómez.

Fortalecer esta área de la educación superior no parece imprescindible ahora. La visita del presidente Luis Abinader a la Primada de América y la asignación especial de 234.5 millones marcó la prioridad del tiempo inmediato: que sus más de 200,000 estudiantes puedan continuar su formación en línea, mientras el COVID-19 aleje la tradición de reunir a alumnos en un salón de clases.