MIAMI, República Dominicana.-La Iglesia Católica ha guardado “silencio” ante el inesperado “alumbramiento” de una monja en “claustro”, quien según reportó el Corrieri della Sera, “ingresó al hospital Bartolomeo Eustachio de San Severino, aquejada de fuertes dolores de barriga” que luego se convirtieron en “el nacimiento de un niño.”
Es el segundo caso de esta naturaleza que se produce en la referida provincia, sin que hasta el momento, la jerarquía de la Iglesia Católica “se halla referido al inusual acontecimiento” en esta oportunidad.
En el año 2001, El Vaticano reconoció que “cientos de monjas fueron violadas y abusadas por misioneros” en más de 23 países del mundo.
En esa ocasión, la Iglesia Católica expresó que “’unas cuantas situaciones negativas no pueden hacer olvidar la fidelidad con frecuencia heroica de la gran mayoría de los religiosos, religiosas y sacerdotes.”
“El dolor de barriga”.
La religiosa de origen salvadoreño habría acudido al hospital “acompañada de otras monjas, debido a los fuertes dolores en su vientre”, que luego resultaron según los estudios procedentes “en un embarazo.”
En el hospital Bartolomeo Eustachio en San Severino le practicaron una ecografía, la cual reflejó que “los dolores de barriga” no eran más que el “un embarazo a punto de finalizar.”
Luego de los estudios médicos y de acuerdo con el diagnóstico, la monja fue enviada a la sala de parto, donde dio a luz el niño.
La información que ha sido ampliamente reseñada a través de las redes sociales, fue difundida además por el diario 20minutos.es y el diario ABC en España.
En éstos casos, es normal que “el niño sea llevado a una casa de adopción”, pero la religiosa decidió “abandonar el convento y quedarse con su hijo.”
En el 2011 en la región de Marche, una religiosa de 41 años y de origen africano dio también “dio a luz a una niña en un hospital de Pésaro. En esta oportunidad, la religiosa atribuyó su embarazo a un “sacerdote” que dijo “la había violado”, señalan medios españoles.
Monja en Claustro.
El “claustro monástico” significa que la (el) religiosa (o) no puede salir de su lugar de “cierre”, en este caso “el monasterio o convento” y que además tienen “totalmente prohibido que personas ajenas a la orden, puedan entrar en su espacio de residencia y la mezcla de sexos en la misma orden”, según definen varias instituciones católicas.