SANTIAGO, República Dominicana.- El terremoto del 4 de agosto de 1946 de magnitud 8.1 en la escala de Richter, con al menos dos "replicas" de magnitud 7.9, una de ellas el 8 de agosto, y un tsunami que arrasó a Matancitas, es el más grande registrado por instrumentos en la parte Este de la Isla Hispaniola, es decir, en nuestro país. Su epicentro fue localizado en Miches.

Hoy experimentamos la dicha de tener entre nosotros un gran número de testigos de aquella experiencia, para muchos de nosotros parcialmente desconocida por aún no haber nacido y para muchos otros que sí la vivieron, sencillamente espeluznantes. Recordemos que durante un buen tiempo hubo que enviar médicos a inyectar parte de la población más afectada porque el terror que las apoderó les destrozó su sistema nervioso. Aquello no paraba; y ese ruido enloquecedor que acompaña los terremotos se sembró en lo más profundo de nuestra población más afectada y casi los lleva a la locura.

Sus consecuencias inmediatas fueron grandes daños a la agricultura, vías terrestres, puentes, rieles de ferrocarril y edificaciones públicas y privadas, hubo alrededor de 2,500 víctimas, y un número indefinido de desaparecidos. Este terremoto nos dio la oportunidad de vivir en carne viva un escenario inesperado, totalmente desconocido y lleno de incertidumbres. Fue necesario traer al Padre Joseph Lynch de la Universidad de Fordham, para que explicara a la academia y a la población en general lo que significaba: los orígenes de este fenómeno, lo que había sucedido y lo que seguiría sucediendo en el futuro, con miras a tranquilizar la población. Esta visita fue determinante para nuestro país, porque de ahí se desprendieron dos hechos importantes; el primero fue la creación del Instituto Sismológico Universitario, ISU y el segundo, la formación del primer ingeniero sismólogo del país que fue el ingeniero Héctor Iñiguez Pérez, graduado en la universidad de Fordham y uno de los fundadores de SODOSISMICA.

La primera consecuencia importante provocada por este terremoto, fue modificación inmediata de la ley 675 de construcción que había sido aprobada en 1944 y que a raíz de este terremoto fue modificada en 1946, estableciendo cambios importantes en el sistema constructivo.

Hoy 68 años después, la República Dominicana exhibe como parte de sus luces en para la garantía del desarrollo de las obras de infraestructura del país, parte de sus logros más trascendentes:

  1. la especialización de varios profesionales en la década de los 70, que realizaron en la Universidad Central de Venezuela la Maestría en Ingeniería Sismo-resistente.
  2. La creación en el año 1977 de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica, SODOSISMICA, autora del primer reglamento sísmico del año 1979 denominado Recomendaciones Provisionales para el Análisis Sísmico de Estructuras y sus Ejemplos de Aplicación.
  3. La modificación de la ley 675 que rige las construcciones por su versión ley 687.
  4. La revisión del reglamento sísmico de 1979, en agosto de 2011, ahora llamado Reglamento para el Análisis y Diseño Sísmico de Estructuras, R-001, que contiene además, la actualización de acuerdo a los avances más recientes de la Ingeniería Sismo-resistente a nivel mundial.
  5. La creación por un grupo de SODOSISMICA, encabezados por el ingeniero Rafael Corominas Pepín, de la Oficina Nacional de Evaluación  Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructuras y Edificaciones, ONESVIE.
  6. La primera Maestría en Ingeniería Sismo-resistente impartida en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, PUCMM, recinto Santiago.
  7. La publicación de la Guía para Escuelas Seguras y la implementación del reglamento sísmico a los cálculos estructurales de los nuevos planteles escolares, actualmente en construcción.
  8. La posibilidad de evaluar, diagnosticar y reforzar las edificaciones existentes que demuestren ser deficientes ante la presencia de un terremoto. Este procedimiento es conocido con el nombre de RETROFIT.

Como no existe la luz sin la obscuridad, nos quedan sombras suficientes en esta área tan importante como son:

  1. Nuestra gran masa edificada desde 1930 a 1979 donde surge el primer reglamento cuyas construcciones no contemplaban la presencia de los terremotos en sus diseños.
  2. El gran número de edificaciones informales diseminadas a nivel nacional, con alto grado de vulnerabilidad ante la presencia de un terremoto.
  3. Nuestro mayor desarrollo de edificaciones desde 1979 a 2011, donde a raíz de la salida del nuevo reglamento, surge la necesidad inminente de revisar muchos de nuestros edificios con la intención de establecer su nivel de vulnerabilidad ante las nuevas exigencias y requisitos de un reglamento reciente y actualizado, que toma en cuenta y penaliza una serie de deficiencias visibles en nuestros edificios pero a su vez posibles de eliminar.
  4. El abandono a su suerte hasta el momento, de los edificios de uso público, puentes carreteros y peatonales, hospitales y escuelas.
  5. El abandono o descuido del seguimiento in situ de nuestras obras, de las calidades de los materiales utilizados y de la supervisión efectiva.
  6. La indiferencia de nuestras universidades de reestructurar sus pensa para que nuestros profesionales de la ingeniería y la arquitectura, sean formados con plena conciencia del problema sísmico a enfrentar y resolver y sean capaces de producir las edificaciones que nuestro país necesita, seguras ante estos fenómenos de la naturaleza.
  7. La implementación a nivel nacional de un programa de concienciación en todos los planteles escolares públicos y privados, en el que se enseñe a los niños, profesores y personal en general, que los terremotos, así como los huracanes, son parte de nuestras vidas y que necesitamos aprender a entenderos para convivir con ellos y al final poder sobrevivir.

Hoy es un día para honrar a los fallecidos y a los desaparecidos de ese terremoto cuyo significado es trascendente para todos los dominicanos.

Hoy es un día que nos invita a una profunda reflexión y queremos aprovecharlo para compartir la preocupación del Ministro de Obras Públicas y Comunicaciones, quien a raíz de unas declaraciones de ONESVIE, recientemente expresó en el Periódico HOY el 25 de julio: “que las escuelas de la provincia de San Cristóbal que presentan alta vulnerabilidad a sismos son edificaciones antiguas levantadas hace varios años cuando no existía el Código de Construcción Antisísmico”. Esta admisión pública de que los planteles escolares existentes antes de la salida del nuevo reglamento sísmico tienen deficiencias ante la presencia de los terremotos coincide con el llamado a la atención que la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica, SODOSISMICA, ha venido observando por más de 35 años y es oportuno en esta ocasión decirle que nuestra sociedad, está en la mejor disposición de colaborar, de unir esfuerzos con el MOPC, ONESVIE y el MINERD, en la revisión, diagnóstico y planteamiento de los refuerzos necesarios, para que esas escuelas vulnerables que a nivel nacional son más de 6,000, puedan ser evaluadas y eliminada su vulnerabilidad.

Estamos conscientes de que no hay magia que valga en estas cosas, pero si sabemos que AUN TENEMOS TIEMPO. Esta iniciativa o propuesta que ponemos sobre la mesa, que a su vez puede tener su sustento económico dentro del 4 % y que sería una fuente extra de trabajo para nuestros profesionales y otro aporte al movimiento natural que las obras ofrecen al dinamismo de la economía en cada lugar que se implementan, seria sobre todo, el acto de humanidad mayor que gobierno alguno haya establecido, al garantizarle así, la preservación de la vida a miles de niños y maestros que cada día que pasa, las habitan a su suerte.

Leonardo Reyes Madera es Presidente de la Sociedad Dominicana de Sismología e Ingeniería Sísmica, SODOSISMICA.