SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Este sábado está siendo marcado por los balazos en Village De Dieu (Pueblo de Dios), una barriada de Puerto Príncipe donde ayer varios policías murieron y sus cuerpos fueron tiroteados y quemados en momentos en que en EEUU llovían los discursos de diagnóstico sobre lo que pasa y lo que debería pasar en la otra media mitad de la isla.

"Señores de Village De Dieu, hagan arreglos. Vamos por ustedes. Sea como sea, vamos por ustedes", amenazó el gobernante haitiano, Jovenel Moise, en un discurso de indignación en el que no precisó el número de víctimas que dejó lo sucedido este viernes.

Solo se dice que fueron “varios” los policías que murieron en un enfrentamiento con un grupo armado durante una operación en Village de Dieu, una de las barriadas más peligrosas de la capital haitiana.

En las redes sociales circulan videos de hombres con armas de asalto disparando a los cadáveres de agentes del cuerpo de élite SWAT y también se ve un vehículo blindado de la Policía en llamas y con orificios de balas, imágenes que han causado indignación en la población.

Otros videos menos truculentos solamente muestran las armas que, al parecer, portaban los policías muertos.

"Han caído héroes", dijo Moise en su discurso, enviando sus condolencias a los más de 14 mil policías que componen la institución cuyos compañeros cayeron en una emboscada que tildó de "repugnante".
Desde hace años, Village de Dieu se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos de Puerto Príncipe y las bandas que operan en esa barriada aterrorizan a la población en la entrada sur de Puerto Príncipe.

El año pasado, el Gobierno llegó a amenazar con invadir por la fuerza esa zona, pero se abortó la operación después de que organizaciones de derechos humanos alertasen del peligro que acarrearía la intervención para la población civil.

Senadores de EEUU piden volver a conceder el TPS a los haitianos

En momentos en que morían los agentes del cuerpo de élite SWAT, en Washington los senadores estadounidenses Marco Rubio (republicano) y Bob Menéndez (demócrata) pedían al Gobierno del presidente Joe Biden, a través  del secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, que restablezca el Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés) a Haití.

Ambos indicaron que los haitianos se enfrentan a una devastación en su país "agravada por desastres nacionales, disturbios políticos y condiciones extraordinarias".

Se calcula que unos 83 mil ciudadanos de ese país residentes en EEUU están en riego de ser deportados a Haití cuando se cumpla el plazo de vigencia de ese beneficio migratorio, el próximo 4 de octubre. Cada mes son deportados por decenas.

"Si bien el Gobierno de Haití ha podido recibir un número limitado de ciudadanos haitianos expulsados de Estados Unidos, carece de la capacidad de recibir y brindar la atención necesaria a decenas de miles de repatriados", apuntaron los senadores.

"(La redesignación del TPS) también reduciría la carga sobre el pueblo haitiano, el Gobierno y las organizaciones de ayuda, y mitigaría los riesgos de una mayor desestabilización", añadieron.

Menéndez y Rubio se refirieron a un informe de la ONU sobre inseguridad alimentaria generalizada en Haití y las proyecciones de que 4,4 millones de personas necesitarán asistencia humanitaria este año, así como a la inestabilidad política existente en el país.

Establecido por el Congreso en 1990, el TPS es un programa temporal y renovable que protege de la deportación y concede permisos de trabajo a extranjeros de ciertos países que no pueden regresar de manera segura a su país de origen debido a desastres naturales, conflictos armados u otras condiciones extraordinarias y temporales.

Haití en números macabros

La decisión del presidente Luis Abinader de construir un muro en la frontera con Haití entraña un gasto de cien millones de dólares, un número que se suma a tantos otros desgarradores.

Son cien millones que no son pocos coinciden en que bien podrían sumarse a otros en busca de contribuir al descenso de las cuantiosas cifras de déficit en cualquier área que caracterizan la situación en territorio haitiano.

La “doble verja perimetral” en unos 190 del total de 373 kilómetros de extensión de la frontera no frenará ningún problema, según quienes la critican. Entre estos, los menos beligerantes sostienen que una medida como esta podría parecer necesaria, pero solamente después de una serie de medidas previas.

Según la Encuesta Nacional de Inmigrantes, República Dominicana tiene en su territorio al menos medio millón de personas de nacionalidad haitiana que se encuentra de manera irregular y se calcula que ese número podría incrementarse aún más en caso de que persista y se agrave la crisis de todo tipo que atraviesa ese país.

Son 100 millones de dólares que podría utilizarse para desarrollar planes integrales para el beneficio de ambos países, muchos identificados a plenitud en la reunión cara a cara que los presidentes de ambas naciones mantuvieron en enero.

Entonces firmaron un documento de nueve puntos, desde la cooperación para la identificación en el Registro Civil haitiano de ese medio millón, la venta de energía a Haití y la construcción allá de hospitales generales para desocupar los de aquí.

La decisión sobre el muro o valla del presidente Abinader hace evidente que estima que el cumplimiento de lo acordado con su colega haitiano requiere antes de nada la existencia de tal verja.

La muletilla de “construir puentes y no muros” utilizados por los combatientes contra la xenofobia no hace mella al país más pobre y de precarias condiciones de vida que una vez más son cuantificadas en el siguiente recuento:

Unos 4,4 millones de haitianos, lo que significa alrededor del 40% de la población, requerirá urgentemente asistencia humanitaria en el transcurrir de este 2021.

Son más de 4,4 millones de haitianos sin comida y entre ellos 3,5 millones que además presentan "vulnerabilidades multidimensionales", segun la nomenclatura de los informes internacionales.

El año 2020, añade este informe en particular, estuvo marcado por la pandemia de la COVID-19, pero en Haití esto es una mancha más que se suma a una serie de violentos eventos sociopolíticos, entre los cuales destaca un aumento en violencia puramente delincuencial ahora mezclada por la gubernamental, según diversas fuentes.

En noviembre de 2020, el 69% de los hogares informaron disminución de sus ingresos. La mitad de ellos estimados esta caída en más del 60%.

Otros porcentajes, como estos de 57, 49 y 14 aluden al porcentaje de población femenina y de menores de edad en el borde del precipicio.

Lo cierto es que el acceso a los servicios de salud y agua, higiene y servicios de saneamiento también se han sumado a la larga lista de necesidades que en los últimos meses se han visto significativamente reducidos, lo que lleva -entre otras tantas cosas- a una disminución de la inmunización en todo sentido con el consiguiente aumento en los casos de diarreas por diversas enfermedades.

Todo repercute en una mayor desnutrición y un aumento en los niveles ya alarmantes de la mortalidad maternal.

Durante el año escolar 2019-2020, 4 millones los niños se vieron privados del acceso a la escuela y a menudo se quedaron solos en sus viviendas, expuestos a mayores riesgos también de tipo sexual.

En 2020, el número de los casos de violencia de género aumentó un 377%, porcentaje que se repitieron en cuanto a deportaciones y repatriaciones, obligadas o voluntarias como las producidas por miles de haitianos que dejaron República Dominicana porque la covid-19 les cerró aquí sus puestos de trabajo.

A su regreso encontraron la intensificación de la violencia de las pandillas que, a su vez, ha llevado al desplazamiento de las familias, principalmente en el área metropolitana de Puerto Príncipe.

Los grupos de población más vulnerables frente a todas las calamidades son en primer lugar las mujeres y niñas (en edad fértil, embarazadas / niñas lactantes y adolescentes, madres solteras), (2) niños (0 a 5 años y en edad escolar), (3) los ancianos, (4) personas con discapacidad, (5) personas ensituaciones de desplazamiento (desplazados / retornados /expulsados ​​/ repatriados) y (6) personas que viven enáreas remotas o sin litoral.

El diario Miami Herald publicó hace unas pocas horas una radiografía adicional bajo el título “Líderes cívicos de Haití y exdiplomática estadounidense ante la Cámara de Asuntos Exteriores: 'Haití es un desastre'.

El texto firmado por Jacqueline Charles comienza por denunciar que las mujeres y niñas secuestradas son violadas en grupo y sujetas a tratos crueles, inhumanos y degradantes y que el gobierno de Moise satisface las demandas de una federación de influyentes bandas armadas, mientras que las armas ilegales, prohibidas por el embargo de armas de Estados Unidos, ingresan libremente al país.

Con una crisis social, económica y política tan volátil, las elecciones organizadas bajo el presidente haitiano Jovenel Moïse no funcionarán y no serán consideradas legítimas por el pueblo, dijeron a la Cámara de Asuntos Exteriores tres líderes cívicos nacidos en Haití y un exembajador de Estados Unidos en el país.

La reunión virtual se produjo después de que el secretario de Estado, Antony Blinken, respondiera a preguntas durante una audiencia sobre política exterior de Estados Unidos sobre el abuso de poder de Moïse durante los 15 meses que ha estado gobernando por decreto. Blinken expresó su preocupación por el empeoramiento de la situación de la nación.

“Es algo que estamos analizando muy activamente”, dijo Blinken al representante Andy Levin, demócrata de Miami, quien preguntó cómo se podría esperar que sea la política de Haití bajo el presidente Joe Biden. “Comparto su preocupación por algunas de las acciones autoritarias y antidemocráticas que hemos visto, particularmente esta regla irregular (de gobernar) por decreto", porque Congreso ya no hay, dijo el jefe de la diplomacia de EEUU.

El panel de testigos femenino del viernes contó con una defensora de la inmigración, una activista anticorrupción y una defensora de los derechos humanos, todas haitianas, junto con la ex embajadora de Estados Unidos en Haití, Pamela White.

Todos coincidieron en que el entorno de derechos humanos de Haití se está deteriorando y la inseguridad se está agrandando.

Especialmente ilustrativa resultó el testimonio de la exembajadora en Haití, quien en especial aludió a las elecciones de todo tipo que la ONU y otras instancias estiman que comenzarán por poner algo de base para construir sobre ella.

“Las elecciones libres y justas son piezas importantes en el complejo rompecabezas de cualquier democracia, pero tener elecciones en Haití no transformarán a ese país; nunca lo han hecho y nunca lo harán”, lamentó.

Mi nombre es Pamela A. White. Fui embajadora de Estados Unidos en Haití de 2012 a 2015, pero trabajé por primera vez en Haití entre 1985 y 1990; mi primera vez como oficial del servicio exterior. Fui testigo de la eliminación de Baby Doc y el posterior espectáculo de terror que se prolongó durante años después de su partida.

La mayor parte de mi carrera fue trabajando para USAID, desde 1978 (primero como contratista) hasta 2008 cuando me convertí en embajadora en Gambia. Son treinta años de experiencia en desarrollo, incluido el servicio como directora de Misión de USAID en Mali, Tanzania y Liberia.

Aunque no vivo en Haití desde 2015, tengo muchos amigos haitianos con los que estoy en contacto y sigo de cerca la escena política. Esto no me convierte en experto estadounidense en Haití, pero creo que mis años de trabajo en Haití y mi larga carrera en USAID me brindan ideas que podrían ser de algún valor. Estas son mis opiniones y solo mis opiniones.

Como todos saben, la situación en Haití es muy volátil. Todos los días hay informes de decapitaciones, violaciones y asesinatos. Los secuestros están en su punto más alto. La situación de los derechos humanos es deplorable.

Cuatro millones de haitianos sufren inseguridad alimentaria. La mitad vive con menos de 2,40 dólares al día. Hay un poder judicial débil, una prensa amenazada y ningún parlamento. En resumen, Haití vuelve a ser un desastre.

Con este telón de fondo en mente, tocaré dos temas cercanos y queridos para mi corazón: las elecciones y la ayuda (en general).

Primero las elecciones. Es difícil para mí imaginar elecciones exitosas este año en Haití. Dejando de lado por el momento (porque realmente no sé la respuesta) si el presidente Moise debería haberse ido el 7 de febrero de 2021 o debería irse el próximo año, no creo que en este momento estén todas las instituciones necesarias para asegurar un buen funcionamiento.

El Gobierno de EEUU, la OEA y la ONU han declarado que el mandato de Moise finalizará en 2022. Varios expertos constitucionales haitianos, así como las facultades de derecho de Harvard, Yale y la Universidad de Nueva York no están de acuerdo y creen que debió irse el mes pasado.

El Consejo Electoral (CEP) que fue designado el año pasado no tiene representantes de organizaciones que durante mucho tiempo se han considerado requisitos, como la iglesia y los líderes de la oposición. El último CEP renunció en masa negándose a servir bajo el presidente Moise y la Corte Suprema se negó a prestar juramento a los miembros actuales. No creo que el actual CEP pueda considerarse legítimo.

Pero esto puede corregirse rápidamente si las partes se acercan a la mesa de diálogo. Me han dicho que se han registrado 2,8 millones de votantes, pero solo se han emitido 1,7 millones de tarjetas a los votantes. Más de seis millones se registraron en 2016. El Gobierno actual dice que tiene la capacidad de registrar dos millones de votantes al mes, actualmente están muy por debajo de esta meta.

Una auditoría neutral imparcial debe realizarse. La decisión del Poder Ejecutivo de descartar el banco de datos electorales fue un error. Y está el problema del dinero. Las últimas elecciones costaron más de US$ 150 millones. Me pregunto: ¿ Qué apoyo internacional habrá para unas elecciones tan contaminadas?. No veo al Gobierno de los Estados Unidos entregando 33 millones de dólares como en 2016 considerando la atmósfera caótica actual.

La comunidad internacional tendrá que trazar algunas líneas firmes  que responsabilicen a los líderes haitianos de una transición sin problemas y una seguridad que debe ser enormemente mejorada. Si se pasa la raya, el dinero deja de ser enviado a Haití.

Helen La Lime, Representante Especial de la ONU, dijo en su último informe (febrero de 2021) que "sobre todo, un consenso mínimo entre los actores políticos relevantes contribuiría en gran medida a crear un entorno propicio para la celebración de un referéndum constitucional y elecciones posteriores". Aunque creo que toda la cuestión de un referéndum para cambiar la constitución es extremadamente dudosa, estoy completamente de acuerdo con el resto de su declaración.

Si no logramos un consenso “mínimo” entre los actores relevantes, Haití no podrá llevar a cabo elecciones creíbles. Entonces, algunas sugerencias rápidas: Si el presidente Moise no renuncia, al menos debe hacerse a un lado en la organ ización y ejecución electoral. Debe ser completamente transparente y honesto. Debe traer actores relevantes a la mesa de diálogo.

Un haitiano muy respetado (que no pertenezca ni al sector privado ni al político) debería ser nombrado primer ministro. Él o ella deben disolver inmediatamente el CEP actual y convocar a una cumbre de algún tipo con todos los actores políticos relevantes para establecer un CEP legal. Espero que la ONU y el Gobierno de los Estados Unidos ayuden a financiar dicha cumbre y se comprometan a actuar como mediadores si se les pide.

La ONI (el registro haitiano de votantes) también necesita ayuda inmediata. Intenté por Internet varias veces establecer cuántos haitianos ya estaban registrados, pero no pude encontrar un número confiable. Hay aquí también un largo camino por recorrer.

El equipo del nuevo primer ministro también deberá articular un plan de seguridad. Si el presidente Moise permanece en el poder, su trabajo será mantener la paz. ¡Detenga las brutales palizas y la violencia de las pandillas. Empiece por actuar como un estadista!

Permítanme abordar rápidamente también el tema de la ayuda exterior. Creo que los haitianos necesitan desesperadamente ayuda humanitaria como alimentos y atención médica básica. USAID puede cumplir ambas cosas incluso en las peores condiciones políticas y debe seguir haciéndolo.

El Programa Mundial de Alimentos (PMA) también debería continuar con su excelente labor. No tengo conocimientos sobre la cartera de USAID, por lo que no puedo comentar excepto para decir que las actividades de desarrollo normales son casi imposibles de implementar en entornos volátiles.

Y un último comentario. La "condicionalidad" se convirtió en una mala palabra y muchos países la eliminaron por completo en la década de 2000  cualquier pensamiento estratégico en este sentido. Personalmente, siempre he pensado que la condicionalidad de la ayuda está bien. Si el país X quiere financiación del Gobierno de los EEUU, creo que los contribuyentes estadounidenses esperan un cierto rendimiento de las inversiones. No podría dar un centavo a las elecciones haitianas hasta que se establezca un nuevo CEP y se implemente un plan de seguridad. (Con informaciones de EFE y otros servicios de Acento)