SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Con el deseo de ganarse la vida de una manera digna, cientos de trabajadores informales se internan en los basureros del Gran Santo Domingo en busca de algún objeto o matarial desechado que pueda ser vendido o reclicado. En este singular oficio conviven muchos dominicanos y migrantes haitianos.
Un ejemplo son los llamados buzos del vertedero de Duquesa, situado en el municipio Santo Domingo Norte. Este es el vertedero más grande del país, en donde a todas horas se ven entrar y salir, en busca de objetos que luego venderán por algunos pesos.
La presencia de decenas de personas en recolección de basura ha generado otro negocio, el de los vendedores de agua, jugos y comida. Unos y otros intercambian y se ganan el pan bajo un sol quemante y sin hacer caso al fuerte vaho que emana del enorme basurero y de los camiones que transportan los desechos sólidos.
Pensar que esta actividad de sobrevivencia se mantiene pese a la pandemia de la Covid-19 causa espanto. Pero según los buzos todavía no se sabe del primer contagio en este lugar. Todo pese a que los buzos no se lavan las manos cuando consumen alimentos.
Se les ve llegar a pie luego de recorrer varios kilómetros. Otros se valen de un caballo, de una motocicleta o de algún conocido que les ayude a llegar en uno u otro medio de transporte.
Pero no todo es solidaridad. Aquí también hay competencia. Cada quien tiene su rincón en donde apila los objetos que logra recolectar. Opera una regla, cada quien se atiene a lo que pueda conseguir, y nadie toca lo ajeno.
La creatividad se hace presente. Han aprendido a aplastar los objetos de metal u otros materiales para lograr introducir una mayor cantidad en sacos u otros utensilios de carga. Una manera es colocarlos en el camino para que sean prensados por las grandes gomas de los vehículos y poder cargar más sobre sus hombros o cabezas, trasladandolos en los enormes sacos o faldos.
Se conocen todos y se ayudan unos con otros, ven juntos los grandes camiones que llegan a depositar la carga desde muchos lugares de la ciudad de Santo Domingo y varios distritos municipales.
Hombres y mujeres se confunden. Para no sufrir quemaduras en la piel por el exceso de exposición al sol se cubren la cabeza con gorras o sombreros, visten de pantalones y camisas largos. En cada faena, entre el sudor, la piel enegrecida y los rostros cansados se logra algo, cualquier cosa, para llevar el pan a la casa.