Cuando la paz divide a un país. Cuando es tan esquiva que un conflicto llega a durar 50 años. Y tan difícil de alcanzar que sus víctimas se cuentan en millones.
Cuando aún existe el temor de que todo lo conseguido se desbarate, hay quienes abogan por abrazar una versión de esa paz y aferrarse a ella.
En el libro "La audacia de la paz imperfecta", el sacerdote colombiano Francisco de Roux relata desde su piel y sus ojos cómo ha dedicado su trabajo para este objetivo.
Como mediador en el conflicto ha estado entre balas cruzadas; como líder del proceso de paz, ha remontado las derrotas; como cura, le ha tocado despedir y llorar a muchos compatriotas que murieron por la paz.
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En su relato nos pone frente a la crisis humanitaria de su país, provocada por "desplazamientos, masacres, desapariciones, minas antipersonas, falsos positivos y secuestros", junto con "la corrupción política, cocaína, guerrilla, paramilitares, complicidades de miembros de las fuerzas de seguridad y bandas criminales".
De Roux, que participa del festival Hay Cartagena que comienza este 31 de enero en Colombia, preside actualmente la Comisión de la Verdad.
El organismo tiene la responsabilidad de "esclarecer lo que pasó y lograr el reconocimiento de las víctimas y luego de los responsables, de manera voluntaria", para que el horror nunca más vuelva a repetirse.
¿Cómo recibe el reciente atentado del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Bogotá en el que murieron 21 personas?
Con un dolor muy grande, primero por la muerte de los estudiantes de la policía y de sus familias, y porque me trae todo el dolor de las 8,5 millones de víctimas en Colombia.
También me recuerda a los campesinos y sus líderes de derechos humanos asesinados en los últimos dos años.
Teníamos la ilusión de pasar página y vernos en otro horizonte, pero si no se encuentra salida, nos llevará a una nueva etapa del conflicto armado.
¿Cómo queda la paz después de esta matanza?
Por una parte, me da esperanza, porque todo el movimiento de paz continúa.
Pero, por otra, si de parte del gobierno se busca solamente una solución militar con el ELN, como ha sido dar orden de captura a los negociadores que estaban en Cuba, entonces nos vamos de nuevo a años de conflicto.
Esto solo tiene solución política y me temo que dentro de 2.000 o 3.000 víctimas más nos volveremos a reunir a buscar una solución dialogada. Eso sería muy doloroso.
¿Qué podría revertir esta situación?
Tengo esperanza de que el ELN entienda que ha hecho un gran daño al proceso. Ha ocurrido algo parecido a lo que pasó con el presidente estadounidense George Bush y los atentados del 11-S.
La gente se une en torno al presidente en las posiciones más duras. La sangre produce las reacciones más irracionales.
El rechazo de la mayoría de los colombianos al ELN es muy profundo, como nunca lo había sentido.
El país ya no les cree y ahora el balón está en su cancha.
La única forma de superar la situación es hacer un gesto superlativo, como declarar cuanto antes un alto al fuego unilateral o soltar a todos los secuestrados y que expliquen qué ha pasado con las personas retenidas.
La sociedad está sumamente dolorida y el golpe fue muy duro.
Si aún no se logra la paz, ¿cómo es posible encontrar la verdad?
Las comisiones de verdad elaboran un documento final que entregan al país, pero queremos más que eso, porque somos parte y resultado de las negociaciones de La Habana.
Vamos a trabajar para que Colombia encare las realidades que alimentaron el conflicto y que a las élites les cuesta mucho mirar: ¿por qué continúa el narcotráfico?, por ejemplo.
Se había dicho que el cartel más grande eran las FARC. Pero terminaron hace 2 años y, para horror de los colombianos, estamos produciendo el 80% de la cocaína mundial.
¿Por qué no se han devuelto las tierras a los campesinos? ¿Por qué no hemos enfrentado definitivamente el problema de la corrupción unida al conflicto armado y paramilitarismo? ¿Por qué no hemos incorporado a los indígenas y a los grupos étnicos?
¿Aún son muchos los frentes abiertos?
Son 6 o 7 problemas de fondo y, si no los enfrentamos de verdad, es difícil no repetir estos ciclos.
El desafío es hacerlo sin acrecentar las polarizaciones, las venganzas, la indignación que va hasta el odio.
Hay que contribuir a que todos los colombianos lleguemos a entender qué nos pasó, incluso lleguemos a tener compasión de nosotros mismos y veamos las maneras de salir juntos, para que pueda haber una democracia serena.
¿Cómo queda Colombia después de 50 años de conflicto?
Vivimos un trauma cultural muy hondo en todos los sectores de la sociedad. Sobre eso el papa Francisco fue muy acertado en su visita.
Se situó por encima de ese trauma y trató de poner un discurso que fuera comprensible para todos.
Dedicó un día entero a hablar con víctimas de todas las partes y les dio una señal a los obispos de Medellín: la única salida es la realidad del dolor humano, no busquen soluciones dando más normas, pongan sus manos en el cuerpo ensangrentado de su pueblo.
Y eso es lo que nos toca en la Comisión.
Personalmente, ¿qué es lo más difícil que le ha tocado vivir en estos años buscando la paz?
Avanzar. Hemos tenido 11 grupos de guerrilla desmovilizados e incorporados.
Terminas la tarea y crees que ha llegado la paz, pero vuelve a tomar fuerza la guerra.
También la muerte. He hecho funerales de muchas personas en Colombia, algunas muy queridas. Eso es muy duro.
El domingo estaba con el padre Javier Giraldo despidiendo a una joven líder que fue asesinada.
Ayer me enteré de que su marido se quitó la vida, porque no aguantó el dolor de perder a su esposa, con la que llevaba 2 años de casado.
¿Ha habido algún momento en que perdiera la fuerza y haya pensado en abandonar?
Nunca he perdido la determinación de seguir, porque mi vida no tiene sentido si no trabajo para rescatarnos a los colombianos como seres humanos.
No encontraría forma, no lo resistiría mi conciencia, sería una ruptura a la consistencia que me debo a mí mismo y a mi inspiración espiritual.
Jamás he dicho no más, nunca, ni siquiera cuando estaba en la región de Magdalena Medio (en el centro del país) y me mataron a 24 compañeros, y tuve que hacer los funerales de la gente que trabajaba conmigo.
Afortunadamente el Magdalena Medio está muy tranquilo en comparación a aquellos años, gracias al proceso de paz con las FARC.
La guerra está en otras partes.
¿Cómo vives que la iglesia tenga un rostro de compromiso social y otro de encubrimiento de los abusos?
Mi gran afecto a la iglesia es que a través de ella recibí lo que para mí es el misterio de Jesús, que me conmovió desde niño y me sigue conmoviendo.
En todos los grupos humanos veo fragilidad, nos equivocamos, nos hacemos mal a nosotros mismos y a los demás.
Con esto no estoy exculpando ni pidiendo que no se haga justicia.
En la Comisión, lo que hacemos es invitar a la gente a aceptar responsabilidades y que comprendan que cuando reconocemos el mal que hemos hecho, en lugar de perder legitimidad y reputación, la ganamos.
Y tiene que ser con la verdad de lo que ha pasado, también para la iglesia.
En el libro "La fuerza de la vocación", recientemente publicado, el Papa manifestó que no era conveniente que los homosexuales fueran sacerdotes. ¿Está de acuerdo?
No sé en qué contexto lo dijo, ni cómo fue la frase.
En el corazón de la Comisión está el enfoque de género, que comprende las distintas opciones de identidad y también al movimiento LGBT, con una gran apertura.
Uno no puede excluir a nadie.
¿Y qué le parece que la mujer no participe en la iglesia en condiciones de igualdad?
La movilización de la mujer por la paz, desde la iglesia, ha sido impresionante en los territorios de la guerra.
Ha sido de coraje, audacia, esperanza y resistencia desde la fe. Religiosas y catequistas, es impresionante.
Pero respondiendo a tu pregunta, puedo decir que quisiera ver a la mujer participando en todos los lugares de la iglesia y cuando digo todos, son todos.
¿Una mujer siendo Papa?
Cuando digo todos, son todos. No veo por qué no.
¿Y por qué no sucede, por qué hay tanta resistencia?
Pues ahí hay unos problemas culturales muy hondos y es lo que te puedo decir de ese tema.
¿Se considera un cura progresista?
No es mi pretensión, mi trabajo y mi entrega han sido muy simples.
Desde una experiencia del misterio de Jesús y del misterio de Dios, es lo que siento, un amor muy profundo que está en la base de todos nosotros y que nos regala la vida en esta maravilla del universo y de su evolución.
Todo eso es un misterio que no entendemos, tampoco pretendo poder explicarlo.
Es una llamada a trabajar por el ser humano, independientemente de qué religión sea, de qué color, etnia o género, no sé si eso es progresismo.
Es lo que tengo que hacer.
Este artículo es parte de la versión digital del Hay Festival Cartagena de Indias 2019, un encuentro de escritores y pensadores que se realiza en esa ciudad colombiana entre el 31 de enero y el 3 de febrero.
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https://www.youtube.com/watch?v=gFkihTytGRU&t=2s
https://www.youtube.com/watch?v=rUrDvYJtKPU&t=7s
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