SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En la gran fiesta de la cultura que es la Feria del Libro de Santo Domingo, hay una desproporción entre las dimensiones de los stands del Gobierno y los de las librerías.

Mientras los puestos de venta de las mayores librerías del país, como Cuesta y Thesaurus, disminuyeron sus espacios a locales de dos por dos y tres por tres metros cuadrados, los del Gobierno son tan grandes como ostentosos.

El pabellón del Despacho de la Primera Dama es un árbol de los valores tan enorme y barroco como ostentoso. Grandes frutas de un verde poco común cuelgan de las ramas del mal tramado invento. En el interior, raíces aéreas están al lado de los aires acondicionados del salón de actividades.

El despacho, que gasta lo suficiente para ganar los concursos de mejor pabellón cada año, tiene en esa sala uno de pocos aciertos: una televisión donde se les ofrece a los niños, niñas y adolescentes documentales educativos. Además, hay un área infantil.

Las Fuerzas Armadas, en la calle de la Cinemateca Nacional, han colocado una hermosa réplica de la Parroquia Nuestra Señora del Amparo, su patrona. Por bella, la iniciativa no deja de ser excesiva en una feria que se caracteriza por su austeridad.

El Ministerio de Educación posee también uno de los pabellones con mayor atractivo y, por ende, mayor gasto si se considera la función anodina que cumple dentro de la feria del libro y la relación costo-beneficio de su participación en esa actividad.

Indotel, el Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones, concursa, o participa, este año con un pabellón en forma de radio antigua, en cuya fachada ha incrustado monitores de televisores blanco y negro. Es, sin duda, uno de los stands más originales.

Hasta ahora, sin embargo, nadie ha podido saber los precios que estos portentos arquitectónicos le están costando al país.