SANTO DOMINGO, República Dominciana.- Mauricia Álvarez, psicóloga y trabajadora social en el área de Boston, Massachussetts, dominicana y hermana de la destacada escritora Julia Álvarez, falleció en los Estados Unidos el pasado 27 de febrero.

Mauricia Álvarez, Maury para  parientes y amigos, falleció  el 27 de febrero a destiempo en su hogar en Massachusetts. Hermana mayor de Julia Álvarez,  hizo una fecunda vida profesional como psicóloga y trabajadora social en el área de Boston.

Fue de las pioneras en el trabajo con inmigrantes y refugiados en esa comunidad, como se puede apreciar en las breves palabras de Julia  que publicamos a continuación.

La nota necrológica sobre su fallecimiento se publicó en The Boston Globe, Estados Unidos, pero la familia sabe de la cantidad de amigos que dejó Maury especialmente en Santiago, donde vivió hace pocos años hasta la muerte de sus padres.

La nota de Julia Álvarez

MAURICIA ALVAREZ–"Maury"

April 13, 1949-February 27, 2015

Nuestra querida Maury- madre, hermana, amiga- falleció el 27 de febrero, 2015, en su residencia de Conway, Massachusetts. De corazón noble, bondadosa en demasía, ella echó su pan sobre las aguas y siempre nos regaló su cariño, su atención, sus dotes, su calidez, su humor chiflado, y su alegría contagiosa. Trabajó durante muchos años en la salud comunitaria, liderando programas de salud mental para Latinos en Boston, donde desarrolló gran parte de su vida profesional. Fue catedrática en la Escuela de Medicina de Harvard y fue psicóloga de planta senior del Cambridge Hospital, especializándose en servicios a los inmigrantes y refugiados.  Después del retorno de sus padres a la República Dominicana, ella se trasladó al país natal para dedicarse a su cuido en sus últimos años de vida. La amistad y la rebosante compasión fueron siempre su estrella del Norte-ella nunca escatimó cuando un amigo la necesitaba, y cuando había  alguien en necesidad, instantáneamente encontraba una amiga en Maury. Reveladoramente, ella escribió su disertación doctoral sobre “Construyendo amistad en la adultez”. Pero Maury no necesitaba una institución que le enseñara esta profunda dote de su alma ni un título para certificar que ella era una amiga genuina. Solicitamos que en lugar de flores o donaciones a una institución especifica- ella apoyó a muchas-que los que quieran honrar su legado echen su pan sobre las aguas, dondequiera se encuentren. Ese será su verdadero legado a los que la velamos y admiramos.