SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuando el manto de la noche cubre las ciudades, la violencia de género patrulla las calles vestida de uniforme gris. Aquí a diario decenas de trabajadoras sexuales son golpeadas, robadas y violadas por policías que abusan de su poder.

Esta es la violencia de género “invisible”, sin cifras y “silenciosa”, la que pasa por debajo del radar amparada en el miedo, los prejuicios y la complicidad.

El Movimiento de Mujeres Unidas (Modemu), el gremio de las trabajadoras, denuncia que los policías que cometen estos abusos están en todas partes y en especial en puntos clave como La Bolita del Mundo, la avenida Duarte, el Malecón, San Cristóbal y en la calle llamada “Zona Apache”, la del muelle de Haina.

Con el poder de sus armas y sus rangos, asegura Modemu, abusan de las mujeres: las golpean, las obligan al sexo oral o al coito, nunca pagan y, no conformes con su dominación, las obligan a entregarles el dinero que han recaudado en esa jornada.

“Los primeros violadores son los policías. El otro día lo dije por televisión y me llamaron que no diga así, pero a mí no me importa. Tengo que decirlo. Yo fui por doce años trabajadora sexual y sé por qué lo digo. Yo sé cómo son los policías, porque van y te quitan los cuartos y también hay que hacerles el trabajo gratis porque son policías”, exclama Jacqueline Montero, regidora, directora ejecutiva de Modemu y ex trabajadora sexual.

“Hemos visto mujeres con sus senos desechos, con la cara cortada. Mujeres que tienen que prostituirse y drogarse para atender a varios clientes con varios servicios. Y que cuando van a solicitar a una institución de salud lo primero que le dicen es: No porque eres cuero"

“Ahora que soy regidora –agrega Jacqueline- yo les doy tarjetas a las mujeres para que me llamen si las apresan, y voy y las suelto, porque en este país no hay ninguna ley que condene el trabajo sexual. Lo que necesitamos es ayuda para capacitarnos y dejar el trabajo”.

Empujada por la pobreza, Carmen Lorenzo, de Modemu, también fue por varios años trabajadora sexual y tiene conocimiento de causa sobre esos abusos.

“Yo vi un titular en un periódico y quiero aclarar: no es que las trabajadoras sexuales rechacemos la protección de la policía. Hay algunos policías que sí extorsionan a compañeras trabajadoras sexuales y se las llevan presas sin ningún delito y tienen que pagar para poder soltarlas. Y si llegan a llevarlas a algún destacamento, tienen que soltarlas al otro día porque no tienen cómo someterlas (el trabajo sexual no está penalizado)”, dice Carmen.

Y agrega: “Entonces, yo sugiero que si quieren poner protección a las trabajadoras tienen que ser policías capacitados para trabajar con nuestras compañeras, ya que han sido muy maltratadas por la vida, por la sociedad y no podemos seguirlas maltratando, y tú sabes que en este país la policía como que no está formada para bregar con los ciudadanos”.

Elizabeth Matos es una joven voluntaria de Modemu que no es trabajadora sexual, pero dedica su tiempo a convencer a muchachas a que estudien para que tengan otras alternativas para ganarse la vida. Ella es hija de la regidora del Partido Revolucionario Jacqueline Montero, que la mantuvo a ella y a sus dos hermanos ejerciendo el oficio.

Elizabeth se opone a la creación de una zona rosa, como contempla un anteproyecto de ley, porque en esas zonas de tolerancia cualquier cosa, incluso la violencia, está permitida.

“La creación de una zona rosa no encaja, porque los policías van a abusar más de ellas. Están en la Duarte, les dan golpes para quitarles el dinero, eso es aparte de que abusan de sus servicios, porque están con ellas y les quitan lo poco que han hecho en el día, en una noche”, exclama la joven estudiante de publicidad.

A su entender, darles más poder a los abusadores es atentar contra cientos de mujeres indefensas y discriminadas.

“Hay violencia y extorsión de los policías, y eso no es dentro de una zona rosa. Además, no hay ninguna ley que diga que el trabajo sexual se prohíbe en República Dominicana. El día que nos pongan una ley, el proyecto de ley va a permitir que ellos abusen más de ellas, porque ya están dentro de un lugar donde ellos son los que van a mandar", analiza Elizabeth.

Marina Torres, ex trabajadora y dirigente de Modemu, cuenta que este tipo de violencia siempre ha sucedido, y que los policías y militares también entran a los cabarets y hablan con los dueños, los extorsionan para que ordenen a las mujeres dar sus servicios gratis. Las trabajadoras, que en los negocios ganan por comisión, se ven obligadas a prestarse a esa exigencia, para que no sus empleadores no las expulsen de esos lugares.

Marina Torres.Ex-Trabajadora Sexual, encargada de la comision de salud de MODEMUAnte los abusos, Modemu creó un departamento para brindar asistencia legal a las trabajadoras sexuales que resultan víctimas de esta acallada forma de violencia de género.

“Hemos visto mujeres con sus senos desechos, con la cara cortada. Mujeres que tienen que prostituirse y drogarse para atender a varios clientes con varios servicios. Y que cuando van a solicitar a una institución de salud lo primero que le dicen es: No porque eres cuero, y le hacen un fuchi y un ‘Ni te acerques’”, dijo la monja Angélica Segovia de la Congregación de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor.

La hermana es parte de una congregación que trabaja para ayudar a las trabajadoras a capacitarse e imparte cursos para darles la oportunidad de tener otra alternativa para ganarse la vida.

La figura del chulo, el proxeneta, que exigía su comisión ha desaparecido para las trabajadoras sexuales independientes que ejercen en las esquinas. Los policías, sin embargo, siempre existirán.

 

Especial 25 de noviembre: 211 mujeres han sido asesinadas este año en RD

Más sobre las mujeres y la violencia de género..

Canción de a la Hermanas Mirabal. Voz Sonia Silvestre. Letra y música: Victór Victor