Cortesía de Amina Nasser/ http://www.andalucesdiario.es
Vive en un palacio en el que dispone de unos mil metros cuadrados para su residencia particular, veinte veces mayor que el apartamento de cincuenta metros que ha elegido el Papa Francisco en la Casa Santa Marta.
Recibe de la Conferencia Episcopal un sueldo mensual de 1.200 euros al mes. Gasta una media de 2.000 a 3.000 euros mensuales con la Visa oro que corre a cargo de la diócesis.
Tiene todos los gastos cubiertos y unos ‘extras’ que suponen más de 180.000 euros al año sin contar los costes disparatados de los centros de estudio y las sociedades limitadas que ha creado, ni los gastos de la Curia (la oficina administrativa de apoyo al arzobispo) ni las nóminas de la ‘legión’ de seglares del movimiento ultraconservador Comunión y Liberación que ha colocado.
Javier Martínez, el arzobispo de Granada, no es el mejor ejemplo de la “Iglesia pobre y para los pobres” que quiere Jorge Bergoglio. Coche con chófer, secretarias, servicio doméstico, cocinera… Nada que ver con la “austeridad y humildad” que pide el Pontífice para los discípulos de Pedro. Ni con el personal que tenía a su servicio su antecesor en el cargo, el cardenal y arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares: un secretario que era sacerdote y una asistenta a media jornada.
EL SALARIO EN ESPECIE
Sueldo y Visa oro aparte, el arzobispo percibe unas retribuciones en especie que llegan a ser escandalosas. Utilización de vivienda y vehículo, manutención, viajes, teléfono, gastos de libre disposición… forman parte del salario en especie por las que cualquier mortal tendría que tributar en su declaración de la renta. ¿Lo hace el arzobispo? Javier Martínez está por encima del mínimo exento de la declaración de la renta con los ingresos salariales que recibe de la Conferencia Episcopal (1.200 euros al mes) y el complemento que cobra de la diócesis (8.893 euros al año). Que incluya en su declaración los pagos directos de consumos, bienes y servicios que carga a la diócesis es otra historia.
En el año 2009, en plena crisis económica y financiera, los gastos del arzobispo le costaron a la diócesis 183.167,13 euros. Sus desplazamientos, consumo de teléfono, gastos de representación y complementos de retribución y libre disposición supusieron 29.000 euros. Sus dos secretarias costaron 91.621 euros (incluyendo sus nóminas y seguridad social) y los gastos de la residencia arzobispal (funcionamiento, teléfono, personal seglar y prima de seguro), 60.543 euros, sin incluir consumos de calefacción o servicio de limpieza, que se cargaban en el capítulo de gastos generales.
GASTOS DE CASI 190.000 EUROS EN 2010
Ni con la crisis recortó sus gastos. Javier Martínez los incrementó. En 2010 alcanzaron los 188.528, una cantidad que supone más 500 euros de media al día y más que la ayuda que recibe al mes un parado que no recibe más prestaciones que la renta Básica de Inserción (426 euros).
Solo sus desplazamientos, gastos de representación y de vehículo, teléfono, y complementos de retribución y libre disposición le costaron a la diócesis 41.524 euros. Lo demás se fue en teléfonos (más de 7.000 euros, entre el consumo de su secretaria y la residencia arzobispal), en gastos de funcionamiento de la vivienda (15.456 euros), en las nóminas y seguros sociales de sus dos secretarias y el personal de servicio de la residencia y poco más.
Los datos forman parte de la liquidación de los presupuestos del Arzobispado de los años 2009 y 2010. Son los datos oficiales, aunque los gastos reales podrían ser superiores. Este diario ha tenido acceso a la liquidación del presupuesto de los últimos cinco ejercicios. No son cuentas transparentes, ni muchos menos. En los años 2009 y 2010 al menos figuran algunas partidas concretas imputables al arzobispo. Pero desde el año 2011, todos sus gastos se engloban en partidas generales. Cuestión de ingeniería contable para que no se sepan los gastos reales.
LA DECISIÓN DE CAMUFLAR LOS GASTOS
La decisión de incluir los gastos del prelado en partidas genéricas coincidió con la difusión en el diario Público de algunas de las costosas extravagancias del arzobispo. Sus ‘caprichos’ han creado un profundo malestar en un sector del clero. También entre algunos fieles, que no entienden el tren de vida del arzobispo ni el derroche en actividades seudo-culturales alejadas de los feligreses de a pie y de nula rentabilidad para la Iglesia en una provincia que tiene la tercera tasa más alta de paro de España, con 161.800 desempleados según la EPA, y en la que hay 64.700 hogares con todos sus miembros en paro.
Los comentarios sobre sus gastos, excesivos y para muchos escandalosos, han recorrido numerosas parroquias y han llegado hasta Roma. Hace unos años, cuando no se sabía ni de la misa la media, 132 sacerdotes, la mitad de los que forman la diócesis de Granada, firmaron un documento muy crítico con su gestión, que enviaron al nuncio del Vaticano en España. Ahora casi nadie quiere hablar. El miedo se ha instalado hasta en el sector más crítico del arzobispo, y más después de que le estallara el caso de los abusos sexuales en el que están imputados tres sacerdotes como presuntos autores y otros siete están siendo investigados como presuntos encubridores.
UN VESTIDOR EN LA RESIDENCIA ARZOBISPAL
Algunas de sus excentricidades fueron muy comentadas ‘sotto voce’ entre el clero granadino, como que alterara el proyecto de rehabilitación funcional del palacio arzobispal para construirse un vestidor en una de las estancias o que suprimiera la capilla de la residencia para habilitarla como comedor.
Pero lo que más ha indignado a buena parte de los curas son sus dispendios, la creación de centros de estudios y sociedades mercantiles que se nutren de los fondos de la diócesis y la colocación de numerosos seglares (calculan que unos sesenta) de Comunión y Liberación que ha ido empleando en organismos, centros de estudios, Escuela de Magisterio y colegios dependientes del Patronato Diocesano San Juan de Ávila de Granada.
Javier Martínez ha empleado a miembros de Comunión y Liberación en el propio Arzobispado, en su Gabinete de Prensa, en la Curia, en la Biblioteca Arzobispal, en centros dependientes de la diócesis… Son empleados con nóminas elevadas que, en muchos casos tienen, además, alojamiento y servicios gratis total, como las cuatro mémores de Comunicación y Liberación (consagradas laicas) que viven en el palacio arzobispal.
UN PRESUPUESTO DE 7,2 MILLONES DE EUROS
El prelado granadino maneja un presupuesto de 7,2 millones de euros. Más de la mitad, unos 3,8 millones, proceden de fondos públicos. Las cuentas no reflejan la realidad de la actividad económica de la diócesis (de la que informaremos en otro reportaje), aunque permiten hacerse una idea de lo que cuesta su séquito de colaboradores y el mantenimiento de las dependencias en las que trabajan. Los gastos del edifico de la Curia diocesana, contiguo al palacio arzobispal, ascendieron en 2009 a 159.870 euros.
Eso, solo en gastos de mantenimiento, calefacción, agua y electricidad, teléfonos, correos y material de oficina. Las nóminas del clero, su Seguridad Social, dietas y gastos de kilometraje suman unos 3,1 millones de euros y las del personal seglar, un millón de euros, más 300.000 de cuotas a la Seguridad Social. Su servicio de comunicación cuesta unos 196.000 euros, de los que casi 100.000 son gastos de la revista Fiesta. La deuda que ha contraído la Curia para financiar la Escuela de Magisterio también cuesta otro pico. La diócesis paga en intereses bancarios unos 300.000 euros al año.