SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Ahora que miles de personas abandonaron la capital para dirigirse hacia las provincias, el Distrito Nacional se presenta ante los que se quedaron en toda su plenitud.

Decenas de espacios públicos que casi siempre están llenos de ruidos y gente, hoy se muestran apacibles, tras el éxodo de Semana Santa.

Para empezar, está como ejemplo la zona Colonial con todos sus parques y su encanto. Sus calles, por lo general llenas de vendedores y carteles, están vacías por el asueto. Uno de esos lugares que se pueden visitar es el parque Juan Pablo Duarte, en la calle pare Billini esquina Duarte.

Un poco más al este, está el Parque Colón, célebre por allí se encuentra la Catedral Primada de América y por su enorme explanada, lugar favorito de las bandadas de palomas. Entre las calles Isabel la Católica y arzobispo Meriño está este espacio que se presta para disfrutar en familia o para sentarse a leer.

Frente al parque Cristóbal Colón, en la calle el Conde esquina Meriño, está el Café el Conde (o Palacio de la Esquizofrenia), que recibe a cientos de turistas al año, pero también a artistas dominicanos de todos los géneros. Este lugar estará abierto durante el feriado.

Al bajar por todo el Conde, hacia el Este, y luego tomar la calle Las Damas hacia el norte, el caminante se encuentra con la Atarazana, el mayor espacio abierto de la zona Colonial. Allí, una familia sí puede andar en bicicleta o improvisar cualquier juego con pelotas o de mesa. La Atarazana tiene bancos a la sombra y vista al mar.

En el extremo oeste de esta plaza están los restaurantes que, por dedicarse en esencia a turistas, estarán abiertos durante la Semana Santa.

El malecón, en la avenida George Washington, es otra alternativa para escapar del calor de la casa y recibir la brisa marina. Por supuesto, que como hay menos seguridad, lo recomendable son las orillas donde hay más vigilancia policial, como en el parquecito que está cerca del restaurante Adrian Tropical.

El malecón, un día como hoy es vía franca, puesto que no se permiten los vehículos pesados. El viento se presta para volar chichigüas o cometas y la tranquilidad, para jugar dómino o cualquier juego de su elección.

Hay lugares por los que sólo las personas pasan como transeúntes. Pocos se detienen a disfrutarlos. La Plaza de la Bandera, en la 27 de Febrero con Luperón es por lo general visitada por adolescentes que practican skateboard y por los que se ejercitan en las mañanas. Pero a pocos se les ocurre ir a este monumento, cercano a la sede de las Fuerzas Armadas, solo para pasar un rato.

Al bajar por todo el Conde, hacia el Este, y luego tomar la calle Las Damas hacia el norte, el caminante se encuentra con la Atarazana, el mayor espacio abierto de la zona Colonial.

Otros lugares son el parque La Lira, en la avenida Lincoln con Roberto Pastoriza; los alrededores del Jardín Botánico, con su parquecito por el lado de la República de Argentina. El parque temático o Zooberto, de la Lincoln con Kennedy.

En la avenida Duarte también hay otros dos espacios públicos: el parque La Canquiña, en la esquina con Pedro Livio, y el histórico parque Enriquillo, hoy remodelado y sin arrabalización, que además cuenta con vigilancia.

A esta lista de sitios, el lector puede agregar otros que, al quedar la ciudad solitaria, muestran su rostro apacible.