SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El desempleo en la República Dominicana no es cosa de ayer, y la juventud es la que se ve más afectada. La falta de oportunidades ha generado desesperanza en los barrios más pobres del país, convirtiéndose en algo rutinario para miles de jóvenes.
La necesidad de tener una vida digna y estar cada vez más lejos de ella se refleja en una gran cantidad de sectores. Un ejemplo de ello lo encontramos en el barrio 24 de Abril del Gran Santo Domingo, cuyos habitantes sufren el fuerte deterioro social de la zona.
Ese es el caso de Mayra Pinales, una mujer de 45 años, quien denuncia la falta de oportunidades, sobre todo para las nuevas generaciones.
“Nosotros por aquí estamos desamparados y los jóvenes ni se diga. Ellos creyeron en un diputado del PLD, que los puso a hacer campañas y les vendió sueños, porque después que ganó, por aquí ni pasa”, señala Pinales.
A la falta de empleo se suma la falta de formación de los adolescentes, que suelen abandonar los estudios a una edad temprana, de doce años en adelante.
Rosa Campusano, quien tiene años viviendo en el barrio, cuenta que es frecuente ver a los jóvenes en lugares donde se vende alcohol en lugar de estar en la escuela.
“Los muchachos de aquí se van para la UASD a tirar piedras, bombas lacrimógenas y enfrentarse con la policía”.
Nayeli Jiménez tiene 21 años y dejó la escuela cuando estaba en tercero de Bachiller, siguiendo el ejemplo de otras personas que habían decidido hacer lo mismo para llevar una vida “normal”.
Como otras tantas jóvenes de su barrio, y de otras zonas de la capital y del país, Nayeli fue madre a temprana edad – tiene dos niños, de dos y tres años – y en la actualidad trabaja en una discoteca. “Realmente quisiera volver a estudiar, pero por mi trabajo no puedo”, asegura.
La maternidad adolescente es una de las principales consecuencias del abandono escolar, que deja a las jóvenes en una especie de “limbo vital” en plena etapa de desarrollo y las empuja a tomar un camino sin retorno, como en el caso de Nayeli, abocándolas a realizar trabajos no cualificados para sacar adelante, en muchos casos sin la ayuda del padre, a sus hijos.
Y ese es sólo un ejemplo de la huella que deja la precariedad en la que viven los habitantes de los barrios como el 24 de abril y el abandono que sufren por parte de las autoridades.
La falta de lugares para el recreo, el deporte y la ausencia de un programa de actividades culturales deja a niños y adolescentes sin alternativas al ocio y expuestos a entretenimientos “de otro tipo”.
“Lo único que tenemos es una Iglesia que apadrina niños desde 5 hasta los 15 años”, explica Rosa Campusano, quien asegura que en el barrio no hay canchas ni parques, pero en cada esquina se puede encontrar un drink o un billar”.
La delincuencia es un mal que se extiende en el 24 de Abril, y un peligro al que se une el hecho de que el destacamento policial más cercano se encuentra en el barrio de Las Cañitas.
“Aquí no se puede tener nada de valor en las manos. Ellos pasan dos en un motor, te chequean y si lo quieren te lo arrebatan”, dice Jairo Sosa, vecino del lugar.
Sosa explica que los atracadores no son del mismo barrio, si no que se trasladan desde otros como el Simón Bolívar, Capotillo y Las Cañitas. También se queja del patrullaje de los policías, ya que, según él, asisten poco y mayormente cuando van en busca de algo.
Pero entre la escasez, la inseguridad y la falta de estudios y de oportunidades queda hueco también para la solidaridad y el optimismo.
“Aquí nos puede faltar de todo, pero nunca una mano amiga de nuestros vecinos. Yo he sido beneficiada de ello al igual que otros, siempre hay colaboración de vecinos con vecinos”, destaca Cristy Almonte.
“Yo nunca he perdido las esperanzas, creo en mí y en mi esfuerzo, aunque ahora no esté en un buen lugar y en la sociedad no hay muchas oportunidades, no pierdo la fe. Sé que podré conseguir un empleo y terminar la universidad para ayudar a mi familia, todo es cuestión de sacrificios”, expresa con optimismo el joven Maicol Peña, de 19 años.
Para el sociólogo Joel Arboleda, la solución al deterioro social que viven barrios como el 24 de Abril pasa por falta de un control estatal de la natalidad, basado en la educación sexual y el uso de anticonceptivos, así como la implementación de políticas públicas que fomenten el desarrollo profesional de los jóvenes y su acceso al empleo.
Afirmó que es deber del Estado apoyar a estos jóvenes y sacarlos de la marginalidad y el rechazo social a los que se ven sometidos por el simple hecho de haber nacido en unas condiciones que ellos no eligieron.