Baitoa es un municipio (desde 2013) de la provincia Santiago, con una población de unos 11,778 habitantes (que era entonces distrito municipal) acorde al CNPV 2010. Baitoa es una zona que, según líderes comunitarios.as de la zona, tiene más de 45 años esperando la construcción de un acueducto. Es por eso que hoy, en el “Día Mundial del Lavado de Manos”, queremos llamar la atención de la situación que aqueja a la población en general de Baitoa, pero sobre todo a la gente más empobrecida y excluida que sufre incontables penurias para ejercer ese simple hecho de “lavarse las manos”.
¿Qué pasa con el agua en Baitoa?
El río Yaque era la fuente más cercana y se buscaba de ahí. Antes del 1973 tampoco tenían acueducto, pero la población era menos y existían otras formas de abastecerse de agua. El río quizás podía tener más utilidad porque la gente buscaba la manera de que esa agua llegara. Pero a partir de la construcción de la presa de Taveras, la vida cambia totalmente y se vuelve un caos la realidad cotidiana.
“Aquí ya no hay ríos sino un arroyo y lógicamente cuando un río tiene poca agua tiende a contaminarse más y pierde la esencia de que pueda servir para cualquier utilidad; eso viene de los años 70 cuando empezaron a construir la presa Tavera y en el 1973 la inauguraron”.
La misma comunidad se construyó un depósito de agua para la zona urbana. No fue así para la zona rural. Esa agua del Yaque que antes servía para la abastecimiento de los habitantes de Baitoa, hoy es fuente que genera energía y beneficia directamente a la empresa EGEIH. Según han indagado desde el Comité de Lucha por el Agua en Baitoa, en un solo mes la EGEIH produce 10 millones de dólares. A Baitoa no llega agua, sin embargo dice Alfredo Matías que “esa agua de la que nos han privado, llega a Moca, La Vega, Santiago, tamboril y Villa González. Hay un túnel de 7km”.
Como si el problema de más de 45 años no fuera suficiente, Cemento CIBAO, ubicada en la frontera entre Puñal y Baitoa, ha iniciado una nueva explotación justo en el naciente del Arroyo de López.
La situación no es la misma en todas las divisiones de Baitoa. Existen zonas / secciones en donde llegan las instalaciones de la Corporación de Acueductos y Alcantarillados de Santiago (CORASAN):
“De esos que están conectados a CORASAN hay una parte que quizás le llegue quincenal, hay otra parte que le llega mensual de esa misma que está conectada y quizás otros de esos mismos de otros pueblos le llega cada dos meses, y vuelvo otra vez y digo que en todo domina el matiz político y quizás hay poblaciones alejadas de pocos habitantes que no se preocupan por ir allí a abrirles una llave o si abren esa llave de paso no va a llegar al poblado que tiene más, algunos lugares duran hasta 3 meses pero lo del poblado es otra historia; del kilómetro 5 en adelante es una historia totalmente diferente, no podemos llamarle ni siquiera agua, mensualmente como ellos dicen, pero llega es como 10 minutos y es un sedimento” (Junior (Cruz Roja), 2019).
Sin embargo, nos sigue contando Junior, en la parte alta (refiriéndose a la zona rural que se encuentra en una zona de difícil acceso) la situación es más crítica. En esas comunidades pasan meses para llegar el agua en zonas con tuberías. También hay otras demarcaciones que no reciben nada de agua por parte de la empresa CORASAN. Se le construyó un pozo con algunas formas de filtrar el agua pero a medida que la población ha ido creciendo ha dejado de funcionar. Esa ha sido la situación de Baitoa en gran medida: carencia total del agua. El tema del agua en Baito es esencial, “en este sitio no hay una reunión social que no se toque la necesidad del agua” (Junior (Cruz Roja), 2019).
Los intentos para solucionar con el paso del tiempo se han convertido en problema. Tal es el caso de una tubería colocada en la sección San José, ubicada en una zona alta en el gobierno de Balaguer, concluida en el primer gobierno de Leonel sin que nunca pasara el servicio de agua: “ha sido una lucha constante férrea de principio a fin, entonces nos sueltan el agua, nos la mandan un día porque es por bombeo. Al nosotros vivir en parte alta es muy incómodo, la energía eléctrica también, nosotros carecemos muchísimo de ella. Aquí a nosotros nos dan entre 8-10 horas de luz., como vivimos en parte alta es muy incómodo” (Botellones, 2019).
¿Quién sufre más con la ausencia de agua?
“Los de abajo, los que quizás no tienen para comprar un camión de agua, que no pueden tener un tinaco de esos que son fáciles de conseguir en cualquier ferretería, siempre los más afectados van a ser los de menos posibilidad económica”.
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Abastecerse de agua en Baitoa cuesta bastante. Algunas familias nos cuentan que “compran camiones que duran un mes. Dos mil y pico de pesos. Se almacena en cisternas o tinaco (500 pesos un tinaco de 300 galones de agua)”. Pero como siempre, el acceso a un servicio que está consagrado como derecho en nuestra constitución sigue estando mediado por el dinero. El agua la venden en camiones que son llenados directamente a CORASAN a un costo de 50 /100 pesos dependiendo del tamaño y luego son vendidos a las familias entre 1,500 o 2,000 pesos dependiendo de la distancia y la altura en la que estén ubicados.
Y en ese juego de compra y venta, sufren más quienes tienen menos y entre los que tienen menos, las mujeres que, según los testimonios de las personas entrevistadas, son las cargan el agua y las culpas de no poder cumplir a cabalidad con los estándares de limpieza que amerita un hábitat. Sufren hasta la desdicha de ver morir las plantas a la hora de elegir en qué van a usar lo poco que pueden cargar; esto sobre todo en zonas de gran altura y en donde los caminos pueden llegar a ser intransitables.
El problema de la ausencia de agua trae muchas consecuencias en la cotidianidad y es una de las razones que hace necesario que la gente acumule agua.
“Eso arrastra muchísimo, en este país se habla mucho de dengue, la comulación de agua es una fábrica de mosquito; a veces no piensan que resolviendo algunas necesidades pueden ahorrarse un poco, tanto que se gasta en ese tipo de enfermedades porque aquí en esta zona y donde le decía que acumulan agua aunque quisieran, aunque se han orientado muchísimas veces para que la tapen y usen cloro, esas son cosas de momento porque no es verdad que cotidianamente van a poder hacer eso la solución definitiva es que ellos tuvieran agua de donde y no tener necesidad de acumularla.”
Lo irónico del caso es que tanto el CNPV 2002 como el 2010, reportan altos porcentajes de viviendas con agua proveniente de acueductos, en una comunidad en donde no existe ninguno. Es allí donde la estadística se convierte en mentira cuando asume que tener tubería implica recibir agua.
¿Cuáles han sido las soluciones?
En 46 años, en RD hemos tenido gobiernos de todos los partidos, de todos los colores, variopintas soluciones ofertadas que “arrecian” en tiempos electorales, pero que se desvanecen al momento de implementarlas.
En el año 2000, de acuerdo con Alfredo Matías, “Hipólito Mejía inauguró un pequeño acueducto que había iniciado Leonel. Es agua que se trae del fondo de la presa y se distribuye una vez al mes. Es agua sin tratar. Es una parte de la población”. Dicen los.as comunitarios.as que la solución definitiva costaría 502 millones de pesos, un monto que no es significativo comparado con el bienestar que proveería a la población de este municipio.
Algunas personas han desarrollado soluciones particulares “han construidos algunos pozos tubulares; la verdad es que carecemos totalmente de agua y no todo el mundo puede compra un camión o una barrica”. Pero esa no es la solución adecuada:
“Ahora no es factible ponerse a construir pozos porque a donde hay venas de agua el agua está lejos, si, con esta seca que ha habido el ponerse a experimentar con pozos tubulares y esas cosas, eso es un dinero perdido, yo no lo invierto. Hay una vecina que ella empezó y supuestamente lleva 37 varas y no ha aparecido el agua, ellos no se percataron y lo están haciendo y su casa queda un poquito elevado”.
“De esta agua no beberé”
En Baitoa sí que pueden decir “de esta agua no beberé”. En Baitoa “el río no suena”, tampoco se tiene que librar del “agua mansa” o de “agua brava”. No hay forma de “dejarla correr” porque no hay. En Baitoa el “agua pasada” solo mueve los “molinos” de EGEHID.
En Baitoa la gente sueña con que un día amanezca la promesa cumplida de ese acueducto que haga crecer las flores. Que el presupuesto nacional de respuesta a su lucha, tan vieja como la ausencia del acueducto.
En Baitoa sueñan con acción, marchan, cantan, rezan, reflexionan.
En Baitoa la falta de agua no ha impedido que una familia con el agua contada nos ofrezca un jugo de naranja agria, sacrificando lo propio en ese gesto de “ser gente” que está por encima de los problemas.
En Baitoa se sobrevive porque hay soluciones que las decisiones neoliberales no comprenden. Porque la gente sonríe, abre puertas y comparte el agua que no tiene.
Hoy, 15 de octubre en Baitoa, una mujer está ahora mismo cargando agua, para que en su casa los demás se laven las manos.