NUEVA YORK, EEUU.- El presidente dominicano desde 1978 y hasta el 4 de julio de 1982, Antonio Guzmán Fernández, se suicidó cuando le restaba un mes y medio para concluir su período constitucional al verse derrotado por una depresión profunda que nunca fue tratada y no porque estuvieran involucrados en actos de corrupción su hija y yerno, la actual embajadora dominicana en Estados Unidos, Sonia Guzmán Klang, y el esposo de esta, José María Hernández Espaillat.
Así lo aclaró Guzmán Klang al salir al paso a especulaciones que desde entonces atribuyen a vergüenzas por corruptelas el trágico final de su padre, en cuyo Gobierno ella y su marido ocuparon altos cargos: él Secretario Administrativo de la Presidencia y ella subsecretaria.
Entrevistada el lunes en el programa “Entre Líderes” por los periodistas José Alduey Sierra y Manuel Ruiz y el comentarista Jorge Solano, la embajadora sostuvo que en esa época el tema de la depresión era un tabú en la República Dominicana, más tratándose del presidente de la República.
“En esa época hablar de una persona deprimida era hablar de alguien que estaba medio loco, que tenía que ir al siquiatra… Mucha gente dice que por mí (se mató), que estábamos en corrupción, que yo era dueña del hotel Lina y que mi marido y yo éramos que para allá y para acá”, declaró.
El diario El Faro Latino destacó sobre la entrevista que la embajadora aludió a “las teorías de conspiración que se tejieron y divulgaron” sobre la muerte del mandatario, en especial las que destacaron que el presidente era izquierdo “y el tiro estaba en la sien derecha”.
Su padre no era zurdo, recalcó y enseguida explicó que previamente, “en un accidente, se rompió un huesito del hombro y (para matarse) usó un revólver calibre .38 cuyo gatillo se podía halar con suavidad, aunque tenía una pistola, pero es un arma que para sobarla requiere mucho más fuerza”.
Dijo que sus revelaciones sobre el suicidio de su papá las estaba ofreciendo como primicias al programa “Entre Líderes”, con detalles que no se conocían hasta ahora.
Reiteró que la depresión de su padre “venía caminando desde hacía algún tiempo antes de matarse, pero nadie se dio cuenta. Y si algún médico sospechaba de eso, no tuvo la valentía ni se atrevió a decirlo, pero tampoco lo juzgo ni mucho menos”, dijo.
“¡Qué bueno, hablar de un hecho que ha generado tantas especulaciones desde esa época!”, exclamó.
“La depresión es una enfermedad que se trata con un sicólogo o un siquiatra y es producida por hechos y algunos químicos que faltan en el cerebro y, en ese momento, hablar de un presidente con depresión… una misma como familia, no tenía idea de que lo era la depresión en esa época”, insistió.
“Con el tiempo son cosas que se van conociendo más y hoy se tiene mucho más conocimiento de esa enfermedad”, dijo.
Una reseña encontrada en Wikipedia sostiene que Hipólito Mejía, entonces Secretario de Estado de Agricultura en el período de Guzmán y amigo íntimo de este, acudió a un médico después de encontrarlo llorando al lado de su caballo. Le comentó que el presidente pudiera estar sufriendo de depresión, “una enfermedad maldita, pero Mejía no dio crédito al diagnóstico y se guardó el secreto”.
“Después que mi padre murió mi marido y yo estuvimos siete años en investigación judicial. Algunos periodistas, muy famosos de esa época, nos aconsejaron irnos fuera, pero nos preguntamos cómo nos manteníamos y si era salirle huyendo a la justicia dominicana”, explicó la embajadora.
“Me puedo sentir tranquila y orgullosa de mi nombre, legado, mi honestidad¸ que además fue revisada durante los siete años en los tribunales” añadió y recordó que la ahora procuradora general, Miriam Germán Brito, “era jueza en ese momento y manejó parte de las muchas acusaciones” que se le hicieron a ella y a su esposo.