LA HABANA, Cuba.-El embajador dominicano ante el gobierno de la República de Cuba, arquitecto Joaquín Gerónimo Berroa rechazó las concepciones y puntos de vista de intelectuales de Brasil, República Dominicana, Haití y Estados Unidos, que consideran al país como racista y sin identidad nacional más allá del antihaitianismo.

Al participar en el VI coloquio internacional: La diversidad cultural en el Caribe. Memoria y conflictos de frontera, el embajador Gerónimo defendió la política del Estado dominicano sobre migración y registro civil, resaltando la labor gubernamental a partir de la Sentencia 168-13 y de la Ley 169-14 para reglamentar la situación de los inmigrantes y sus descendientes, al tiempo que rechazó República Dominicana sea un país antihaitiano y racista.

“La preocupación del gobierno dominicano en corregir los efectos contrarios al sentido de humanidad implicados en la sentencia 168-13, lo llevaron a promulgar la ley 169-14 y elaborar un plan para la documentación y regularización de extranjeros. Ambos dispositivos se aplican con éxito desde hace poco más de dos años, logrando excelentes resultados. A la fecha se han regularizado 249,950 extranjeros, de cuyo total el 98% son ciudadanos haitianos. La embajada de Haití en la REPÚBLICA DOMINICANA está colaborando también grandemente en la entrega de documentos a los ciudadanos haitianos en condición migratoria irregular”, precisó el embajador Gerónimo.

De igual manera, negó que el gobierno dominicano se propusiera de manera deliberada suprimirles sus derechos civiles a los inmigrantes y descendientes de haitianos para facilitar así su explotación en beneficio del gran capital y las élites dominantes de la sociedad dominicana.

A continuación la ponencia del embajador Joaquín Gerónimo Berroa:

VI coloquio internacional

La diversidad cultural en el Caribe. Memoria y conflictos de frontera

Sala Che Guevara de Casa de Las Américas, La Habana. Cuba. 22-26 de Mayo 2017.

En nuestra calidad de embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Dominicana en la República de Cuba, asistimos en la mañana de este día 22 de mayo de 2017 a la sesión de apertura del coloquio organizado por el Centro de Estudios del Caribe de la Casa de Las Américas. Luego de escuchar la introducción del acto a cargo del Director de la Casa, Roberto Fernández Retamar, y las palabras inaugurales a cargo de Camila Valdez León, directora del CEC, nos quedamos a participar del primer panel del coloquio, sobre el tema "INTERROGANDO EL ANTI-HAITIANISMO EN LA REPUBLICA DOMINICANA: De la masacre de 1937 a la sentencia de 2013″.

Los panelistas invitados, cinco en total, hablaron sobre el tema durante dos horas y media, denunciando la masacre de 1937 como un acto demostrativo de la esencia anti-haitiana del estado dominicano y la proyección de ese nefasto acontecimiento hasta la actual crisis migratoria haitiana a raíz de la sentencia 168-13 de la SCJ.

El señor Frantz Voltaire (CIDIHCA) desarrolló toda su exposición tratando de definir el marcado perfil anti-haitiano del dominicano a partir de la crueldad con que el dictador Trujillo ejecutó la "masacre del perejil" asesinando a machete y por ahogamiento a más de 15 mil haitianos, según sus cálculos elaborados al promediar cifras mayores y menores. Los comentarios del sr. Voltaire  sobre lo que para él significa la dominicanidad lo llevaron a plantear que en RD no tenemos una identidad nacional definida, y que ésta solo existiría por negación de la identidad nacional haitiana que no querríamos reconocer como parte nuestra.

Por su lado, la señora María Cristina Fumagalli (University of Essex) desarrolló una larga exposición referida a la poesía, arte y literatura posterior a la masacre de 1937, narrando con marcados tintes de subjetividad las consecuencias destructivas de un supuesto idilio dominico-haitiano, en ausencia de una frontera que, en 1936, vino a trastocar en un infierno la armoniosa comunidad binacional de aquellos tiempos. Para la señora Fumagalli, la frontera entre Haití y RD, simple y sencillamente no existía hasta el año 1936, y su demarcación forzosa provocaría la tragedia de 1937.

Otro de los panelistas, la señora Bridget Wooding (OBMICA), desarrolló un novedoso enfoque de lo que definió como la "biopolítica", según lo cual  la sentencia 168-13 no buscaría eliminar o sacar del país a la población haitiana, sino suprimirles sus derechos civiles para facilitar así su explotación en beneficio del gran capital y las élites dominantes de la sociedad dominicana. Según la sra Wooding, la aplicación de las medidas correctivas del gobierno dominicano con la ley 169-14 y el plan de documentación y regularización de extranjeros, ha tenido un efecto casi nulo en la población afectada, luego de 3 años de su implementación.

"Reclamamos y reafirmamos aquí el derecho del estado dominicano a definir en forma soberana los temas de nacionalidad y ciudadanía, así como el control territorial de sus fronteras"

Por su parte, la señora Simone Rodríguez (Universidad Federal de Brasilia),  inició su exposición con un enunciado categórico que definiría al estado dominicano como un "estado racista". A seguidas pasó a dar ejemplos demostrativos de su denuncia, y para matizar un poco su dura apreciación expuso que también consideraba a su país, Brasil, como un estado racista.

Y finalmente el sr Edgar García Cabrera (Fundación Juan Bosch de REPÚBLICA DOMINICANA), dedicó todo su discurso a condenar al gobierno dominicano por lo que definió como "genocidio civil contra dominicanos de origen haitiano". Criticó el limitado alcance de las medidas correctivas tomadas por el gobierno a partir de la ley 169-14 y el plan de documentación y regularización de extranjeros. Terminó asumiendo como buena y válida la última declaración condenatoria de la CIDH contra la República Dominicana.

Obreros haitianos trabajando junto a los dominicanos en obras construidas por el Estado Dominicano.
Obreros haitianos trabajando junto a los dominicanos en obras construidas por el Estado Dominicano.

RESPUESTA del embajador de la República Dominicana, S.E. Joaquín Gerónimo Berroa, al finalizar el panel sobre el tema:

Buenas tardes señoras y señores; ante todo  quiero felicitar a la Casa de Las Américas por celebrar este coloquio cada dos años acerca de la multiculturalidad en nuestro Caribe. Este es un espacio que nos permite mirarnos desde adentro como caribeños y latinoamericanos y buscar en nuestra historia común las raíces de esta riqueza multicultural que nos caracteriza.

Todo lo dicho aquí esta mañana por los distinguidos panelistas nos obliga a hacer algunas aclaraciones pertinentes.

En primer lugar queremos proponer una reflexión política sobre la tragedia de 1937. Lo acontecido entonces es un ejemplo extremo del grave riesgo, el peligro que representa para la humanidad y para los pueblos el ejercicio del poder de manera unipersonal, dictatorial e inmoral. La masacre de 1937 fue producto de la mentalidad enferma,  criminal y egocéntrica del dictador Trujillo, cuyo poder omnímodo se prolongaría por 31 años en la República Dominicana.

Los conflictos de frontera siempre existieron en el Caribe. Desde la llegada de Colón en 1492, España fijó sus dominios en la región y no tuvo que compartir fronteras, salvo la resistencia de la población nativa, con nadie más por 132 años, hasta la llegada a la pequeña isla de San Cristóbal, en el año 1624, de la primera expedición inglesa en el Caribe. Allí fijaron su cabeza de playa y detrás de ellos vendrían también los franceses y los holandeses; con lo cual iniciaría una larga disputa entre las potencias colonialistas de la época por controlar los territorios del Caribe en ruta hacia las tierras del continente. La confrontación fue tan intensa durante todo el siglo XVII, que hubo de llegarse a un acuerdo de paz en 1697, con la firma del tratado de Rizwik que fijó las fronteras de los dominios coloniales en El Caribe. A partir de entonces Francia se quedaría ocupando la porción occidental de la Isla de Santo Domingo, en lo que hoy es la República de Haití.

Nos sorprende sobremanera la afirmación hecha por la panelista, Sra. Fumagalli, en el sentido de que la frontera entre Haití y REPÚBLICA DOMINICANA no existía hasta el año 1936. En verdad, la frontera existió desde que España reconoció oficialmente la ocupación francesa de la parte occidental de la isla y la cedió mediante el tratado de Aranjuez del año 1777, como forma de zanjar sus diferencias von Francia en una interminable disputa territorial por todos los confines del Caribe.

Los conflictos de fronteras de entonces eran entre franceses y españoles; y luego del tratado de Basilea de 1795 mediante el cual España terminó por ceder a Francia también la parte oriental de la isla, los conflictos pasarían a ser entre haitianos y franceses, al extremo de que los patriotas haitianos intentaron infructuosamente desalojar a los franceses en 1805 y unificar toda la isla bajo el dominio de la incipiente república de Haití. Posteriormente, en año 1808, fueron los criollos españoles de Santo Domingo los que derrotaron a los franceses en la llamada guerra de la reconquista, que retornó la corona de España al dominio colonial de Santo Domingo.

En cuanto a la pretendida proyección de los acontecimientos trágicos de 1937 a los tiempos actuales, como una reafirmación de la política anti-haitiana del gobierno dominicano, tenemos que hacer una aclaración pertinente. La preocupación del gobierno dominicano en corregir los efectos contrarios al sentido de humanidad implicados en la sentencia 168-13, lo llevaron a promulgar la ley 169-14 y elaborar un plan para la documentación y regularización de extranjeros. Ambos dispositivos se aplican con éxito desde hace poco más de dos años, logrando excelentes resultados. A la fecha se han regularizado 249,950 extranjeros, de cuyo total el 98% son ciudadanos haitianos. La embajada de Haití en la REPÚBLICA DOMINICANA está colaborando también grandemente en la entrega de documentos a los ciudadanos haitianos en condición migratoria irregular.

En conclusión, reclamamos y reafirmamos aquí el derecho del estado dominicano a definir en forma soberana los temas de nacionalidad y ciudadanía, así como el control territorial de sus fronteras.

Pare terminar mis palabras quiero dejarles una estrofa adaptada de una canción de nuestro insigne artista Juan Luis Guerra, que define muy bien nuestra dominicanidad: "Somos un pueblo digno, no un agujero, en medio del mar y el cielo, quinientos años después; una raza encendida, negra, blanca y taína…" ¡¡Eso somos los dominicanos!!

Así es que, sr. Frantz Voltaire, en la República Dominicana no existe el anti-haitianismo como política de estado.

Señora Cristina Fumagalli, la frontera entre Haití y la República Dominicana existe desde siglos anteriores al año 1936.

Señora Bridgite Wooding, la ley 169-15 y el plan de documentación y regularización de extranjeros está funcionando muy bien.

Señora Simone Rodríguez, la República Dominicana no es, ni podría ser jamás un estado racista.

Y por último, señor Edgar García de REPÚBLICA DOMINICANA, ¡¡gracias por participar…!!

Joaquín Gerónimo Berroa, Embajador de la República Dominicana ante el gobierno de la República de Cuba.