MADRID, España.- El periodista Luis Doncel de la Colina escribió una historia, desde Bruselas, que llama la atención de los homofóbicos en todo el mundo. A los belgas no les importante tener un primer ministro que es abiertamente gay, y que va a la reelección y tiene todas las posibilidades de volver a ganar las elecciones.

La publicación la hizo el diario El País, de España, y cuenta la historia de abandono del inmigrante Elio Di Rupo, que es abiertamente homosexual, que es el primer ministro, que aspira a la reelección, y que no tiene miedo a mostrarse semi desnudo. ¿Son atrasados o desmoralizados los belgas? No se trata de eso.

Elio Di Rupo es descendiente de italianos, y logró establecerse en Bélgica y ganar espacio, pese a la pobreza de su familia. Fue el único de seis hermanos que no tuvo que ir a un orfelinato.

“Nada hacía pensar que el benjamín de una familia de italianos que llegaron a Bélgica para ganarse la vida en la minería acabaría dirigiendo el país y convertido en una de sus figuras más populares. Elio di Rupo, primer ministro belga desde 2011, vivió una infancia dickensiana con un padre que murió cuando él tenía un año y una madre incapaz de mantener a sus siete hijos. El pequeño Elio fue el único que se libró del orfelinato”. Así cuenta el periodista la triste historia del menor que ahora es primer ministro.

En mayo habrá elecciones para primer ministro y Di Rupo tiene apoyo y posiblemente gane la reelección. El periodista sigue contando la historia de este hombre que es “abiertamente gay, escandalizó a los más pacatos al dejarse besar por un travesti en televisión”.

Sigue contando el periodista: “El hombre que logró dar estabilidad política a un país que pasó 541 días sin Gobierno no es un primer ministro al uso. Abiertamente homosexual, escandalizó a los más pacatos en 2012, cuando se dejó besar por una travesti en televisión. Esta semana ha protagonizado una polémica bastante intrascendente al haber permitido que salieran a la luz unas imágenes en las que se le veía la espalda. “Di Rupo muestra así que es un hombre de la calle, que trabaja y que si suda no le importa cambiarse de camisa delante de alguien. Además, la escena le sirve también para demostrar que se cuida y que no tiene el cuerpo de un hombre de 62 años”, explica el politólogo Pascal Delwit frente a las críticas de políticos y periodistas que consideran que se trata de una imagen “vergonzosa” para un jefe de Gobierno”.

Sigue contando Luis Doncel que “ninguna de estas críticas puede compararse con el infierno que pasó en 1996, cuando en plena conmoción nacional por las atrocidades cometidas por el pederasta Marc Dutroux, Olivier Trusgnach le acusó injustamente de haber abusado sexualmente de él cuando era menor. Este episodio, además de marcarle de por vida y de convertirle en un convencido de la importancia de la presunción de inocencia, sirvió para que la mayoría de los belgas se enteraran de su homosexualidad, algo que no parece haber afectado a su carrera. En el país pionero en el matrimonio gay o la eutanasia a nadie parece sorprender que el primer ministro pasee con sus amigos por la calle sin escolta o que en ocasiones frecuente locales nocturnos”.

En sus declaraciones ha dicho abiertamente: “Siempre he llevado mis relaciones amorosas de una forma sincera. También con la mujer con la que viví mucho tiempo de una manera más que satisfactoria y feliz. Es una mujer admirable”, confesaba en el libro de entrevistas Elio di Rupo, una vida, una visión a Francis Van de Woestyne. “Es un hombre muy voluntarioso y con mucha confianza en sí mismo que también puede dar muestras de mucha autoridad”, explica el redactor-jefe de La libre Belgique.

Pese a su popularidad, nada garantiza que este socialista francófono que disfruta con la cocina italiana continúe en su puesto tras el 25 de mayo, cuando se celebren las elecciones

Normalidad gay en el Benelux

Lo que en otros países puede parecer extraordinario, en el Benelux empieza a ser habitual. Cuando Elio di Rupo se convirtió en primer ministro, muchos medios se centraron más en su condición de francófono –hacía más de 30 años que Bélgica solo elegía jefes de Gobierno flamencos- que en una homosexualidad que él lleva con total normalidad.

Algo parecido ocurrió en Luxemburgo el pasado mes de octubre. Las elecciones dejaron una noticia bomba: tras dos décadas al frente del Gran Ducado, el democristiano Jean-Claude Juncker se veía obligado a abandonar la jefatura de Gobierno. Le reemplazó el joven liberal Xavier Bettel, hasta entonces alcalde de Luxemburgo y abiertamente gay. Lo más sorprendente es que en el número dos del Ejecutivo fue a parar a Etienne Schneider, líder de los socialistas, el segundo partido de la coalición. “Mi vice primer ministro también es gay”, admitió Bettel con una normalidad que desarmaría a cualquier crítico.