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Alza y caída del oro

Por Nicholas Larkin (Traducción Iván Pérez Carrión)
El Rey Midas lo codiciaba. Los incas lo adoraban. Escamas brillantes del metal desataron una fiebre en el siglo XIX en California y los capitanes de barcos nunca dejaron de buscarlo en el fondo del mar. Mientras que el oro ha encendido pasiones desde hace siglos, para los inversores de hoy en día, al parecer, el metal ha ido perdiendo su atractivo.

Tras subir siete veces durante un mercado alcista de doce años ‒una corrida igualada solo por un puñado de activos, incluyendo los bonos del Tesoro estadounidense y los sellos‒ los inversionistas vendieron intensamente en 2013. Otra caída el año pasado marcó los primeros descensos anuales consecutivos en catorce años. ¿Son el auge épico y la caída del oro solamente otro ciclo de mercado, o es un cambio en los apetitos humanos?

La situación

El atractivo de larga tradición del oro como un refugio ante las tormentas financieras lo llevaron a un precio récord de US$1,921.17 la onza troy en 2011. Los inversores buscaron refugio ante la amenaza de una inflación más rápida y monedas más débiles, cuando los gobiernos ampliaron la oferta de dinero mediante la compra de bonos para estimular economías que flaqueaban.

En la medida en que el crecimiento económico empezó a retornar, los mercados bursátiles se recuperaron y el metal comenzó a caer. El oro en barras se desplomó 28% en 2013 y más tarde se deslizó otro 1.4%, en 2014. La caída afectó a los titulares de fondos de oro, como el multimillonario John Paulson, a productores como Barrick Gold, y a los mayores propietarios de oro, los bancos centrales.

Los inversionistas vendieron la mayor cantidad de productos negociados en bolsa con respaldo físico de oro en 2013, que habían comprado durante los tres años anteriores, y continuaron deshaciéndose de ellos. El interés en el oro revivió, por momentos, en 2014, cuando la preocupación por la desaceleración del crecimiento económico mundial, una venta masiva en mercados emergentes y la agitación en Ucrania y Oriente Medio avivaron la demanda de una protección para la riqueza. Pero el oro sigue siendo a la baja en alrededor de un tercio de su nivel máximo, alimentando con ello el debate sobre las lecciones de la espectacular caída del metal.

Antecedentes

Descartado como sistema monetario cuando la paridad del dólar con el oro terminó en la década de 1970, el metal se disparó a US$850 en 1980. Los precios cayeron en las dos décadas siguientes, estimulando a los bancos centrales de todo el mundo a reducir el volumen de sus reservas.

Cuando la crisis financiera hizo subir más al metal en 2008, los bancos centrales comenzaron a comprar de nuevo y todavía lo están acumulando, aunque a un ritmo más lento. Los inversores acudieron en masa a los productos negociados en bolsa respaldados en oro después de la primera registrada en 2003. Los inversores confiaban en un activo que los gobiernos no pueden producir por voluntad propia. Argumentos similares se emplean para explicar el aumento de la popularidad del Bitcoin, una moneda virtual con límites en la oferta.

El debate

Quizás más que cualquier otra inversión, los lingotes de oro actúan como una caja de resonancia para las ansiedades sobre el crecimiento económico, los temores de un conflicto geopolítico y las conjeturas acerca de lo que los bancos centrales del mundo están pensando. Warren Buffett manifestó su famoso desdén por el oro, porque según él, no es productivo como, por ejemplo, las empresas o las tierras de cultivo. Buffett escribió en 2011 que los inversores en el metal precioso están motivados por la “creencia de que las filas de los temerosos crecerán”.

Los conservadores del oro dicen que ahora hay menos razones para retenerlo, porque los bancos centrales han diseñado una recuperación económica sin provocar inflación, un argumento reforzado por la caída de los precios del petróleo.

La Reserva Federal de Estados Unidos puso fin a su programa de compra de bonos, y un crecimiento más rápido de la economía y tasas de interés más altas, reforzará el dólar, otro de los refugios favoritos. Goldman Sachs pronostica que el oro va a extender su caída y que se encamina hacia los US$1,050 la onza.

Sin embargo, durante muchos períodos de la historia el oro ha demostrado su valor entre el arsenal de las inversiones. Los optimistas dicen que los aumentos de precios del consumidor resurgirán de nuevo y que la oferta podría verse restringida por mayores costos de extracción. La demanda de oro también está apoyada por el aumento de los ingresos en China y otros países asiáticos, donde los agricultores compran el metal para las dotes y existen menos refugios seguros para la riqueza.

Fuente: http://www.bloombergview.com/quicktake/the-fall-of-gold