CIUDAD DE MÉXICO.- La delegación del Gobierno de Nicolás Maduro aceptó este sábado sentarse de nuevo este domingo y lunes con la oposición después de que Noruega, árbitro en las negociaciones, rectificara las críticas vertidas en la ONU y reafirmara su "imparcialidad" en el proceso.

El representante del equipo noruego, Dag Nylander, lamentó ante la prensa que "la confianza" en su papel se hubiera visto afectada por las palabras de la primera ministra de su país, Erna Solberg, quien expresó en la Asamblea General de Naciones Unidas preocupación por la sistemática violación de los derechos humanos en Venezuela.

Por ello, Nylander reafirmó desde el hotel de Ciudad de México que alberga las conversaciones la "estricta imparcialidad con las partes" y reconoció "los resultados alcanzados en las rondas previas".

Tras sus palabras, compareció el representante de la delegación chavista y presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, quien dio "por superada" esta crisis, por lo que las conversaciones proseguirán hasta el lunes como estaba previsto.

"Estábamos a la espera de que esta situación pudiera ser subsanada a los efectos de reanudar el proceso", dijo Rodríguez acompañado de su equipo.

ARRANCA CON RETRASO

La delegación chavista llegó a México este sábado por la tarde después de haber plantado el día anterior a la oposición que esperaba iniciar la tercera ronda de contactos el mismo viernes.

Jorge Rodríguez llegó solo al hotel y el resto de la comitiva se sumó unas horas después.

Fue el representante de la delegación opositora, Gerardo Blyde, quien informó el viernes por la noche a través de un comunicado que los chavistas no habían acudido a la reunión.

A pesar de dicha ausencia, Blyde ratificó "el "compromiso" de la opositora Plataforma Unitaria de Venezuela de "continuar la negociación sobre la agenda acordada".

Gerardo Blyde en México/EFE

Rodríguez respondió este sábado que quedó "sorprendido" por el comunicado de la oposición ya que habían mantenido "reuniones de trabajo en Caracas".

Lo cierto es que la delegación chavista no había informado públicamente sobre los motivos de su ausencia y se barajaban muchos motivos.

La vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, hermana de Jorge Rodríguez, había arremetido en redes contra el embajador de EEUU en el país, James Story, a quien acusó de dar órdenes a la oposición "sobre qué hacer en la mesa de diálogo".

Además, el ambiente se había enrarecido después de que el Gobierno venezolano anunciara por sorpresa el nombramiento del colombiano Alex Saab como miembro de su delegación, pese a estar preso en Cabo Verde, a la espera de si es extraditado a Estados Unidos, donde se le identifica como testaferro de Maduro y tiene abierto un proceso por narcolavado.

"Nuevamente llega a México nuestra delegación, para continuar la jornada de diálogo con las oposiciones venezolanas. En un proceso de conversación y debates, del que esperamos nuevos acuerdos y resultados positivos para el pueblo de Venezuela", expresó Maduro en redes.

PRIMER CONTRATIEMPO

En esta tercera ronda de contactos se escenificó el primer contratiempo que experimentan los diálogos desde que arrancaron el pasado 13 de agosto en el Museo Nacional de Antropología de México.

Ese día, el oficialismo y la oposición firmaron un memorando con siete puntos a tratar: derechos políticos, un cronograma electoral con garantías, respeto al estado de Derecho, el levantamiento de sanciones, la renuncia a la violencia, medidas de protección social y garantías de implementación de lo acordado.

Aunque las conversaciones iniciales se alargaron hasta el 15 de agosto, no fue hasta la segunda ronda de contactos, entre el 3 y el 6 de septiembre, que se cerraron los primeros acuerdos.

En ese encuentro pactaron reivindicar de manera conjunta la soberanía venezolana sobre la Guayana Esequiba, una zona de 159 mil 500 kilómetros cuadrados rica en recursos que ha sido centro de una pugna territorial entre Venezuela y Guyana por casi dos siglos.

En días pasados, el alto representante de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, confió en que el diálogo continúe "de buena fe", mientras el presidente colombiano, Iván Duque, pidió ante la ONU no ser "ingenuos" ante el alcance y resultados de las negociaciones.

El segundo acuerdo fue "para la protección social del pueblo" a fin de que el Gobierno de Maduro pueda recuperar activos congelados en el extranjero.

El chavismo-madurista volvió a insistir además en que las negociaciones conduzcan a que el Gobierno de Maduro pueda disponer de los 5 mil millones de dólares que corresponden a Venezuela como parte de los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Desde agosto, el FMI comenzó a repartir estos giros a sus miembros en medio de la recesión que ha traído la pandemia, como parte de un auxilio financiero global de 650 mil millones de dólares.

Venezuela ha quedado por fuera de la asignación, por ahora. Sin embargo, entre el 7 y 8 de septiembre el Banco Central de Venezuela aumentó sus balances en las reservas internacionales sin ninguna explicación. De 6 mil 200 millones de dólares en un día (en tiempos de Chávez tenía 30 mil millones de dólares), el país con la mayor inflación del mundo, golpeado por una fuerte contracción económica y con sanciones internacionales, pasó decir que tenía 11 mil 300 millones de dólares al día siguiente. Un insólito incremento explicado con la suma de los 5 mil millones de dólares de los DEG aunque realmente no los tengan.

Tras años de una relación tensa con el FMI, Maduro está dispuesto a recoger el dinero que haya, así implique revertir las posiciones políticas de su antecesor Hugo Chávez, quien sacó al FMI de Venezuela

Pero son otras las razones complican el acceso a los giros. El chavismo ha venido haciendo uso de las reservas internacionales para cubrir el gasto público sin ningún tipo de control.

Desde el 2004 Venezuela viola el artículo IV de las reglas del FMI que obliga a los países a recibir anualmente misiones del organismo multilateral para validar en terreno sus cifras macroeconómicas. El Gobierno de Maduro no publica ni aprueba ante el Congreso el presupuesto de la nación ni las memorias y cuenta de los organismos públicos desde 2016 y los indicadores económicos salen esporádicamente con años de retrasos.

El chavismo, además, lleva encima el fardo de haber despilfarrado, en corrupción y malos manejos y solo en poco más de una década, nada menos que un billón de dólares en ingresos petroleros. Así, la desconfianza juega en contra de que esta inyección de capital pueda llegar al país en el corto plazo. (Con informaciones de EFE, Europa Press y otro servicios de Acento).