Londres, 30 ago (EFE).- Una decisión mal explicada, la falta de pruebas concluyentes y sobre todo el peso de la guerra de Irak dieron al traste con la intención del Reino Unido de atacar a Siria, lo que compromete seriamente al primer ministro, David Cameron.

El grave error de juicio de Cameron, que interrumpió el descanso estival de los diputados para convocar al Parlamento para que aprobase por vía de urgencia su decisión de intervenir en Siria, puede resultar fatal.

La posición del "premier" conservador era ya débil al frente de su partido, conocido por su afición a destronar líderes y al que anoche fue incapaz de imponerse cuando, por solo trece votos de diferencia, la Cámara de los Comunes rechazó atacar a Siria.

Solo minutos después de conocer que había perdido la votación por 272-285 votos -con la posición en contra de los laboristas, junto a 30 diputados "tories" y nueve de sus socios liberaldemócratas-, Cameron dijo que "lo entiende" y que actuará "en consecuencia".

Su pérdida del control del Parlamento, sin precedentes para un primer ministro británico que pide apoyo para un despliegue militar, fue vertiginosa desde que, el martes, convocó una sesión extraordinaria para responder al supuesto ataque con armas químicas en Damasco del día 21.

Cameron esperaba que los Comunes le dieran luz verde para que el Reino Unido interviniese en una operación militar contra Siria pero, conforme pasaban las horas, tuvo que dar marcha atrás y aceptar la exigencia laborista de que una decisión definitiva esperase al dictamen de los inspectores de la ONU.

La situación fue empeorando ante el creciente rechazo de la opinión pública británica y las dudas de la oposición, hasta acabar desembocando en que lo que iba a ser una votación aparentemente intrascendente en los Comunes, se convirtió en la tumba de la operación británica en Siria.

El debate en los Comunes demostró que las "cicatrices" de la impopular guerra de Irak de 2003, cuando los laboristas apoyaron sin reservas al estadounidense George W. Bush, siguen vivas en el Reino Unido pese a que Cameron insistió en marcar las diferencias.

Una intervención en Siria "no sería una invasión" ni "tomar partido" entre dos bandos, dijo Cameron, sino responder al "crimen contra la humanidad" que supone el empleo de armas químicas por el régimen de Bachar al Asad contra civiles.

Pero han sido muchos los diputados que no entendieron las prisas por sumarse a una operación contra Siria liderada por Estados Unidos y muchos más los que han exigido pruebas concluyentes del uso de armas químicas, después del fiasco de 2003 sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Sadam Husein.

"No hay cien por ciento de seguridad", admitía Cameron, que se ha mostrado no obstante convencido de que el régimen de Al Asad gasea a civiles.

Su derrota parlamentaria, además de debilitar aún más su posición dentro de un Partido Tory con un creciente número de euroescépticos, puede comprometer la posición del Reino Unido a escala internacional y tener un impacto en la "relación especial" con EEUU, según reconocieron hoy destacados diputados conservadores.

El ministro de Economía, George Osborne, consideró que "habrá un examen de conciencia nacional sobre nuestro papel en el mundo y sobre si el Reino Unido quiere desempeñar un papel destacado en la defensa del sistema internacional".

En cuanto a la relación con Estados Unidos, que sigue con sus planes de intervenir en Siria sin su principal aliado, el rechazo en el Parlamento generará "alguna tensión", según ha reconocido el ministro de Defensa, Philip Hammond.

"Desde luego va a generar alguna tensión en la 'relación especial'. Pero los estadounidenses entienden que tenemos que seguir el proceso parlamentario", apuntó Hammond al confirmar que el Reino Unido no participará en un ataque a Siria por el veto en los Comunes. EFE