WASHINGTON, EEUU.- El secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, dijo que "la mayor prueba geopolítica del siglo XXI" para EEUU es su política hacia China, porque –admitió- el Gigante Asiático es "el único país con el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para desafiar en serio el sistema internacional estable" que Washington ayudó a diseñar.
"Nuestra relación con China será competitiva y antagonista cuando deba serlo y cooperativa cuando se pueda. El denominador común es la necesidad de relacionarnos desde una posición de fuerza", alertó.
Las declaraciones emitidas por video desde el Departamento de Estado, las primeras como jefe de la diplomacia estadounidense, evidencian un contraste sin tapujos del cambio de las prioridades de la política exterior de Estados Unidos en relación a las impulsadas por el expresidente Donald Trump.
“Fortalecer nuestra democracia es un imperativo de política exterior; de lo contrario, jugamos directamente con cartas de adversarios y competidores como Rusia y China. No hay duda de que nuestra democracia es frágil”, añadió.
Recordó que la llamada “orientación estratégica interina” del presidente Joe Biden sobre seguridad nacional y política exterior está contenida en documento de circulación previa cuya introducción reseña algunas palabras textuales del nuevo gobernante de EEUU.
"Mi visión de cómo Estados Unidos se involucrará con el mundo", dice Biden, pasa por no abandonar el apoyo a Taiwán, pero a la vez "forjar un acercamiento" con China que involucre a "países de ideas afines" a EEUU en la tarea de que las cadenas de suministro críticas sean más seguras.
Y a nivel interno, añade, "nos aseguraremos de que las empresas estadounidenses no sacrifiquen los valores estadounidenses al hacer negocios en China".
Ahondando en esto, Blinken secundó la repetida crítica de Trump a los acuerdos comerciales firmados por los últimos gobiernos de EEUU, incluida la administración de Barack Obama -en la que él y Biden sirvieron-, porque “a veces no beneficiaron a los trabajadores estadounidenses”, admitió.
Al decir que la Administración Biden está "aprovechando las duras lecciones aprendidas", Blinken anticipó que también los demócratas "lucharemos por cada trabajo estadounidense y por los derechos, protecciones e intereses de todos los trabajadores estadounidenses".
Fin de las intervenciones militares
Además de China, Blinken adelantó otros pilares de la política exterior de Biden y prometió, por ejemplo, que Washington dejará de intervenir militarmente en otros países para cambiar regímenes, aunque defendió las operaciones armadas para "defender intereses estadounidenses", como el bombardeo de la semana pasada en Siria.
"No promoveremos la democracia a través de intervenciones militares costosas o intentando derrocar por la fuerza a regímenes autoritarios. Hemos tratado esas tácticas en el pasado (…) y no han funcionado", dijo.
Agregó que ese tipo de intervenciones, que han marcado la política exterior de EEUU durante décadas, tanto en Latinoamérica como en Oriente Medio, entre otras regiones, han dado "mala fama" a la expresión "promoción de la democracia" y han "perdido la confianza del pueblo estadounidense".
"Tenemos que recordar lo que aprendimos, especialmente en Afganistán y en Oriente Medio, sobre los límites de la fuerza para construir la paz el día siguiente" del fin de la invasión militar, subrayó.
Reiteró que, sin embargo, el Gobierno de Biden "no dudará nunca en usar la fuerza cuando estén en juego vidas estadounidenses o intereses vitales" del país.
Blinken justificó así el bombardeo estadounidense de la semana pasada sobre milicias chiíes proiraníes en Siria, que dejó al menos un muerto y dos heridos, y que Biden ordenó como represalia por un ataque a una base iraquí que mató a un contratista estadounidense y dejó varios heridos entre los militares de Estados Unidos e Irak.
"En ese caso, y en los casos futuros en los que tengamos que optar por la vía militar, solo lo haremos cuando la misión y nuestros objetivos estén claros y sean alcanzables, de forma coherente con nuestros valores y leyes y con el consentimiento" del Congreso, agregó Blinken.
INMIGRACIÓN DECENTE
Entre las prioridades en política exterior de Biden, el secretario de Estado citó además la "creación de un sistema migratorio humano y eficaz", con "fronteras fuertes", pero también con una "solución diplomática y decente al hecho de que cada año mucha gente lo arriesga todo” con tal de llegar a EEUU.
"Trabajaremos con otros países, especialmente nuestros vecinos en Centroamérica, para ayudarles a proporcionar una mejor seguridad física y económica para que la gente no sienta que emigrar es la única salida", recalcó.
"Dar la espalda a alguna de la gente más vulnerable del mundo no es lo que deberíamos ser", añadió, además de subrayar que "la crueldad, especialmente con los niños, es inaceptable" en la nueva política migratoria estadounidense.
El resto de prioridades del Gobierno de Biden apuntan a la lucha contra la crisis climática, la pandemia de la covid-19 y la reconstrucción de la economía global afectada por ella, la promoción de la democracia, un impulso a las alianzas tradicionales de EEUU y un intento de volver a liderar en materia tecnológica, explicó Blinken.