Aunque el Presidente Leonel Fernández afirmó que su gobierno está tomando medidas para aumentar la producción nacional y garantizar la seguridad alimenticia, la mayoría de las reacciones apuntaron a que su discurso del 27 de febrero resultó poco convincente.
Sus elocuentes palabras no fueron suficientes para traer aliento -y mucho menos esperanza- al pueblo dominicano en momentos en que la economía nacional recibe la presión que desata el incremento de los precios del petróleo, la materia prima y los alimentos en el mercado internacional.
No satisfizo las expectativas de quienes piden grandes transformaciones en el modelo económico, como Manuel Diez, el presidente del Consejo Nacional de Empresas Privadas (CONEP), ni de quienes se conformaban con el anuncio de medidas para contrarrestar el impacto de la crisis, como Cristian Pujols, un pequeño comerciante que tiene un local en el mercado de la Feria Ganadera.
Peor aún, el país ni siquiera conoce detalles de algún plan serio ni políticas concretas para enfrentar esta amenazante coyuntura.
La única iniciativa anunciada en este sentido es un plan para disminuir el impacto de la crisis sobre la población más vulnerable al que hizo referencia el gobernador del Banco Central la pasada semana, pero sin explicar en qué consiste.
El economista Apolinar Veloz refiere que el Gobierno está tratando de encarar el impacto de la crisis internacional con el incremento de las tasas de interés para evitar el aumento de la inflación.
En efecto, durante los últimos meses la tendencia de esta variable ha sido alcista. Al finalizar el pasado mes de febrero el Banco Central anunció un aumento de 1 punto porcentual en la tasa de política monetaria, pasando de un 5% a un 6% anual.
Esto indica que hubo un aumento de 2 puntos desde principios de diciembre de 2010, cuando la tasa era de 4% anual, hasta la fecha.
A juicio de Apolinar Veloz, ésta es una medida inapropiada. Considera que las consecuencias finales podrían ser más nocivas para la economía que si se tomara la decisión contraria o simplemente se dejara la tasa de interés tal como está.
Parte de que un aumento en la tasa de interés es la medida tradicional para encarar la inflación cuando ésta tiene origen interno. Sin embargo, en este caso, como existe la presión de los precios a nivel internacional, se habla de una "inflación importada" que no debe combatirse con la misma "medicina".
El experto señala éstas entre las consecuencias que la medida podría desencadenar y que considera negativas:
Si se aumenta la tasa de interés, la inversión cae. Esto estimula a la reducción de la actividad económica y a la incrementación del desempleo.Como hay gran liquidez internacional, es posible que el país reciba capitales, lo que no es malo pero podría tener un efecto negativo: aprecia el tipo de cambio, es decir, hace que el peso sea más fuerte y esto, en lugar de incrementar las exportaciones, que es lo recomendable, las reduce. Al mismo tiempo aumenta las importaciones, lo que no le conviene al país porque lo hace mucho más vulnerable a los aumentos de precios a nivel internacional.Eso profundiza aun más el déficit de la balanza comercial y de la cuenta corriente de la balanza de pagos dominicana.
En efecto, esto es lo que ha venido ocurriendo según registra el Banco Central en la nota de política monetaria emitida el pasado 28 de febrero:
"La evolución favorable de la demanda interna ha implicado un notable aumento en las importaciones y, aunque las exportaciones nacionales también han crecido, lo han hecho en menor medida. Esto ha resultado en un incremento del déficit de cuenta corriente, el cual ha sido cubierto por un mayor flujo de inversión extranjera y otros recursos externos".
Recomendaciones
Varios expertos entrevistados por Acento.com.do coinciden en recomendar la reducción del gasto público como forma de apaciguar un poco los azotes del mercado internacional a la economía dominicana, caracterizada por sus elevadísimos niveles de importación.
El economista Nelson Suárez propone empezar por un programa de ahorro de combustible y el congelamiento de la nómina pública. Piensa que en los altos estamentos del Estado debe generarse la reducción el consumo de combustible, por ejemplo, para que las autoridades constituyan un ejemplo para la ciudadanía, que vive "como si el barril de petróleo estuviera a 60 dólares".
Apolinar Veloz también recomienda asumir de inmediato un plan de reducción de gastos públicos para un plazo de entre dos y tres años.
"Un elemento central en las decisiones de política económica tiene que ver con la reducción del gasto público, y esto tiene varias políticas previas. En primer lugar se tiene que dotar a las instituciones públicas de una serie de indicadores de ejecución para cada uno de los ministerios con los que se pueda medir la eficiencia del gasto… En todos los ministerios debe haber indicadores que nos permitan medir si el costo que hemos pagado ha sido consistente con el objetivo que perseguimos. Luego de eso es posible replantearse una reducción del gasto público", explica.
Explica que el objetivo sería generar un superávit primario equivalente al 1% del PIB, es decir alrededor de 20 mil millones de pesos por año.
Sin embargo, la austeridad nunca ha sido un fuerte del Estado dominicano, que actualmente tiene una deuda externa por encima del 40% del PIB y recibe la presión del Fondo Monetario internacional para reducir gastos y generar más ingresos.
El economista Isidoro Santana cita otro elemento que considera muy preocupante: el presupuesto público de este año fue elaborado en base a proyecciones que consideraban un precio promedio de poco más de 83 dólares para el barril de petróleo, que este jueves costaba 101.90 dólares. Esto, agrega, arrastra también un aumento en el subsidio del sector eléctrico.
A todas estas amenazas se suma la preocupación ante la posibilidad de que el Gobierno aumente el gasto público en lugar de reducirlo debido a la campaña electoral que precede a las elecciones presidenciales de 2012, que ya está cobrando intensidad.
Santana señala esta como una de las grandes amenazas que tiene el país a nivel interno porque puede provocar una reducción en las recaudaciones de impuestos a los combustibles debido las medidas populistas que el Gobierno acostumbra a tomar en estas coyunturas.