SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Recientemente fue desmantelada en Argentina una red integrada por dominicanos que se dedicaban a la trata de mujeres. Un artículo de Marina Carbajal para el diario Página 12 explica cómo operaba esta mafia y cómo las autoridades finalmente dieron con ella, apresando a uno de los tres cabecillas.
“Esta investigación judicial tiene la particularidad de que es una de las primeras –desde la sanción en abril de 2008 de la Ley 26.364, que tipificó el delito de trata– que muestra con más claridad la logística de una red y sus eslabones de captura, recepción y traslado de víctimas”, señala el artículo.
Según las explicaciones que hace, las víctimas eran mujeres jóvenes que cedían a la propuesta de los traficantes creyendo la promesa falsa de que, una vez en Argentina, trabajarían en casas de familia y peluquerías. Muchas de esas mujeres tenían que hipotecar todos sus bienes para reunir la suma de 5 mil dólares (más de 190 mil pesos dominicanos), que era el precio del viaje.
Para entrar a Argentina, los traficantes las hacían pasar por refugiadas y posteriormente las vendían a prostíbulos de Buenos Aires, Córdoba y La Pampa.
¿Cómo fue descubierta la red?
La cantidad de dominicanas con características similares (mujeres jóvenes y pobres) que pedía asilo político o por amenaza de muerte en Argentina empezó a aumentar de manera acelerada. De 11 solicitudes hechas en 2007, el número pasó a 125 en 2008. Esto llamó la atención del Comité de Elegibilidad para Refugiados (Cepare), una dependencia de la Dirección Nacional de Migraciones, que empezó a sospechar de la existencia de la mafia y a dar un seguimiento muy estricto a los casos de las dominicanas que pedían refugio.
La joven dominicana testificó que días más tarde otras mujeres llegaron al lugar en que se hospedaban y fueron trasladadas al burdel, donde se suponía que trabajarían como camareras, pero los planes eran prostituirlas
“Aunque no se requiere visado a los ciudadanos dominicanos para ingresar al país, las autoridades de migraciones detectaron que en muchos de los casos las personas entrevistadas habían pagado para que un tercero les gestionase el viaje, ya sea proporcionándoles documentación falsa o, incluso, cartas de invitación supuestamente exigidas como requisito para ingresar a la Argentina”, explica el artículo.
Agrega que la Cepare también se percató de que la mayoría de las refugiadas había recibido la promesa de viajar a Buenos Aires como ruta de acceso a España, cosa que nunca ocurrió; y de que muchas fueron a solicitar asilo acompañadas de la misma persona: Julio Almonte Javier, un dominicano de 36 años de edad que actualmente está bajo prisión preventiva por este caso.
Una investigación a cargo de la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (Ufase) logró dar con algunas de las víctimas y recoger sus testimonios. Una vez concluida, el fiscal que encabeza la entidad, Marcelo Colombo, llevó la denuncia a la Justicia federal.
La información aportada en la denuncia indica que la red operaba desde el año 2008. Se logró identificar a tres integrantes, y no se descarta la posibilidad de que haya otros. Estos son Julio Almonte Javier, quien vivía en Buenos Aires desde 2007 y tenía DNI argentino; Tania María Carmona Soto, que también vivía en la capital argentina, y Bautista William Vázquez, que operaba desde República Dominicana. Tanto Carmona Soto como Vázquez están prófugos en estos momentos.
La periodista señala que, según la resolución judicial, Vázquez era el encargado de reclutar a las víctimas, cobrarles (con la ayuda de un hermano suyo) y, en algunos casos, trasladarlas personalmente a Argentina.
Almonte Javier, que tiene varias identidades, era quien tramitaba las solicitudes de refugio en la Comisión Nacional para los Refugiados, cobraba a sus víctimas dinero extra por hacer estas diligencias, se inventaba las causas de la solicitud de refugio, recibía a las víctimas en el aeropuerto y las orientaba para que durante las entrevistas en Migración las mentiras encajaran perfectamente y, de esa manera, no generar sospechas.
El artículo explica que “si bien los ciudadanos dominicanos no requieren visado para ingresar al país, el hecho de ser reconocidos con carácter de “refugiados” les permitiría obtener la residencia precaria en poco tiempo, incluso, en algunos casos, inmediatamente”.
Durante el juicio, nueve víctimas declararon. Entre ellas una joven dominicana que narró cómo llegó a Buenos Aires, pensando que trabajaría cuidando ancianos o de mesera en un restaurante, y cómo después fue vendida a un burdel ubicado en una localidad llamada 14 de Mayo.
El viaje costaba 190 mil pesos, pero con mucho sacrificio, pidiéndole préstamos sus parientes, solo pudo reunir 150 mil.
“Vázquez le exigió un estudio de VIH, con la excusa de que en la Argentina lo pedían en todos los trabajos. Finalmente la muchacha viajó acompañada por Vázquez a Buenos Aires el 3 de enero de 2008. Primero se alojaron en el Hotel Alsina, en Adolfo Alsina y 24 de Noviembre, en el barrio de Once. Tuvo que dormir en la misma habitación que Vázquez, aunque aclaró que en camas separadas. Una noche, contó, le pidió que se acostara con él, pero ella se negó”, narra la reportera.
La joven dominicana testificó que días más tarde otras mujeres llegaron al lugar en que se hospedaban y fueron trasladadas al burdel, donde se suponía que trabajarían como camareras, pero los planes eran prostituirlas.
Ahí los proxenetas les secuestraron los documentos de identidad y les advirtieron que no podían salir de ese lugar sin antes hacerlos ganar lo que ellos habían pagado por ellas.
“La muchacha declaró que la esposa del propietario del prostíbulo, al verlas llorar, les contaba que ella también había empezado y trabajado “de eso” y que así había conocido a su marido, con quien luego decidieron poner “el negocio”, donde explotaban sexualmente a las mujeres. Finalmente lograron escaparse y después de pasar hambre durante varios días fueron a una comisaría y un policía les dijo que volvieran al lugar a reclamar sus cosas. Lo hicieron y la mujer les devolvió sus pertenencias. Con dinero que les enviaron desde República Dominicana pudieron tomar un micro de regreso a Buenos Aires, donde se reunieron con unas primas”, reseña Marina Carbajal.
Otras jóvenes víctimas de esta mafia también dieron sus testimonios sobre cómo llegaron a Argentina y fueron engañadas por la red de trata. Una de ellas confesó que recibió varias llamadas telefónicas mediante las cuales recibía amenazas de muerte por haber denunciado a sus secuestradores.
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