SANTO DOMINGO, República Dominicana.- El estudio científico del País Vasco que identificó estos biomarcadores -en concreto este panel de genes cuya presencia determina una mayor probabilidad de padecer este tipo de accidente cerebrovascular- se remonta a 2017, año de su publicación en la revista científica Nature: https://www.nature.com/articles/s41598-017-03687-9

El trabajo del Instituto de Investigación Sanitaria Biocruces de la provincia de Vizcaya fue difundido recién hoy por el Gobierno regional del País Vasco, con motivo del Día Mundial del Ictus.

 

¿Qué es un ACV?

Un derrame ocurre cuando el flujo de sangre a una parte del cerebro se detiene, bien sea por obstrucción causada por un coágulo o por la ruptura de un vaso sanguíneo. Sin una atención inmediata (en un intervalo máximo de 4 a 5 horas tras los primeros síntomas) puede dejar secuelas en la movilidad, el lenguaje o los sentidos.

Los síntomas de que se está sufriendo un derrame son: parálisis facial, debilidad en los brazos o dificultades del habla. Las secuelas incluyen dificultad para coordinar movimientos, para hablar, leer o escribir, problemas de memoria o alteraciones visuales.

Los investigadores vascos estudiaron a personas que sufrieron un ictus y a otras con “muchas probabilidades” de padecerlo y comprobaron que esos genes identificados hacen que sean más inestables -más quebradizas- las placas de colesterol que se van acumulando en las arterias.

Cuando la placa se rompe, los fragmentos llegan a los vasos sanguíneos del cerebro y los taponan, lo que causa la dolencia que afecta también a todo el entorno familiar de la víctima.

La formación de placas de ateroma o acúmulos de células y grasa mayoritariamente en los vasos principales que llevan la sangre del corazón al cerebro por el cuello, las llamadas arterias carótidas, es un factor de riesgo para desarrollar un ictus.

Actualmente se desconoce el mecanismo preciso por el cual la placa se rompe dando lugar al ictus. Se sabe que las células del músculo liso (CML) presentes en la placa juegan un papel en su formación.

Trabajo actual para identificar esos genes en análisis de sangre

Los vascos actualmente trabajan para identificar esos genes mediante un análisis de sangre, de forma que también se pueda anticipar así de rápido qué personas tienen mayor probabilidad de sufrir un ictus, pese a no presentar síntomas.

Utilizar esos análisis en la práctica clínica supondría todo un hito en el tratamiento de esta patología, ya que permitiría un mayor control y una prevención mucho más efectiva, según los investigadores.

La complejidad de los procesos que lo desencadenan hace muy difícil encontrar biomarcadores con un verdadero valor diagnóstico. Además, hasta la fecha no existen tests que ayuden a valorar el riesgo de desarrollar un ictus. De ahí la importancia de la investigación en curso, cuyos resultados ya han sido patentados.

Este 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Ictus bajo el lema "Levantarse tras un infarto cerebral", en el que se insta a apoyar la recuperación efectiva de las personas que han sufrido un derrame, mal que un vídeo del laboratorio Rubió de Barelona “colgado” en youtube lo explica debidamente:

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) -más actuales que las que constan en el video- unos 15 millones de personas sufren un accidente vascular cerebral al año en todo el mundo y, de este grupo, cinco millones mueren y otros cinco millones quedan discapacitadas de por vida. El resto se supone que se recuperan, al menos parcialmente. Al menos lo suficiente como para no ser consideradas personas con discapacidades severas.

Una vez que se acude a un centro de alto nivel por un ataque cerebral, el tratamiento más común es la trombólisis, que consiste en dirigir medicamentos a la obstrucción a través de un catéter. Otra alternativa es extraer o incluso "succionar" el coágulo a través de un dispositivo.

Los expertos destacan que la hipertensión está estrechamente vinculada a los infartos cerebrales, ya que puede aumentar entre dos y cuatro veces las posibilidades de sufrir un ACV antes de los 80 años.

Otros factores de riesgo son la fibrilación auricular, el hábito de fumar, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo.

En América Latina, el ACV es la segunda causa de muerte en la mayoría de países, con una tasa regional de 43,1 fallecimientos por 100.000 habitantes, frente a una de 20 en Norteamérica (EEUU y Canadá), apunta un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Según la OPS, aunque la mortalidad por ACV ha ido disminuyendo en la región a un ritmo de entre 2 y 2,5 % desde el año 2000, se prevé que el número de casos (de los que no hay datos consolidados disponibles) siga aumentando, debido al crecimiento demográfico y al envejecimiento de la población.

Detalles  del estudio vasco para expertos

Este trabajo identificó, mediante un estudio de transcriptómica basado en secuenciación masiva, 67 genes y 143 isoformas reguladas diferencialmente en células CML de placas inestables (provenientes de pacientes sintomáticos) comparado con las células CML de placas estables (provenientes de pacientes asintomáticos).

Además, los análisis de enriquecimiento y de vías realizados con los datos de transcriptómicas mediante herramientas de bioestadística han demostrado que las células CML de placas instables (provenientes de pacientes sintomáticos) presentan un perfil transcriptómico de biomarcadores asociado a un fenotipo de senescencia celular y, sin embargo, las células CML de placas estables (provenientes de pacientes asintomáticos) presentan un perfil asociado a un fenotipo de osteogénesis.

Por tanto, se puede decir que el proceso por el cual se rompe la placa de ateroma en la arteria carótida no es un proceso aleatorio sino que es una acción dirigida.

Las opciones terapéuticas existentes han mejorado, pero todavía son limitantes y, además, hasta ahora no se han identificado parámetros analíticos, biomarcadores, que puedan ayudar en la práctica habitual para esta enfermedad. Por tanto, la identificación de biomarcadores con potencial en el diagnostico o pronóstico de la enfermedad cerebrovascular es de innegable interés.

Los resultados de este trabajo abren las vías para el desarrollo de nuevas opciones en el diagnóstico y tratamiento que pueden mejorar el pronóstico de estos pacientes.

Los responsables de este avance médico anunciado hoy son la doctora María del Mar Freijo, neuróloga del Hospital Universitario Basurto (Vizcaya), y los investigadores Iraide Alloza y Koen Vandenbroeck del laboratorio Neurogenomiks (vinculado al Centro Achucarro Basque Centre for Neuroscience) de la Universidad del País Vasco, quienes contaron con ayudas del Instituto español de Salud Carlos III y el Departamento de Salud del Gobierno vasco para su desarrollo, detalló la Agencia EFE de España.