Entrevistada: Michele Wucker, autora de Why the Cocks Fight: Dominicans, Haitians, and the Struggle for Hispaniola

Entrevistador: Sam Koebrich

13 de agosto de 2015, publicado por  el COUNCIL FOR FOREIGN RELATIONS*

Las autoridades de la República Dominicana dijeron en junio que aproximadamente 210,000 inmigrantes indocumentados en el país ‒un estimado dice que el 90% de los cuales son de ascendencia haitiana‒ tenían solo días para registrarse ante las autoridades o se arriesgaban a ser expulsados del país. Miles de personas han huido al vecino Haití y muchos más pudieran seguir, dice Michele Wucker, autora de ¿Por qué pelean los gallos: dominicanos, haitianos, y la lucha por La Española. Wucker dice que la presión sobre los haitianos es parte de un ciclo de tensiones entre los dos países que comparten la isla, que suele reflejar tensiones políticas y económicas. En este caso, dice, la República Dominicana se está preparando para las elecciones generales del próximo año, y los haitianos constituyen un blanco conveniente para que un gobierno se aproveche de los sentimientos nacionalistas.

Pregunta: República Dominicana tiene una larga historia de discriminación contra los migrantes haitianos y sus descendientes. ¿Qué está motivando la más reciente represión?

Respuesta: Las tensiones dominico-haitianos tienden a estallar cada vez que hay algo más en la política o la economía en uno u otro país. La legislatura dominicana aprobó recientemente la reelección presidencial consecutiva, lo que significa que el presidente [Danilo] Medina puede postularse de nuevo para las elecciones [de mayo de 2016]. Los políticos siempre han jugado con los sentimientos antihaitianos en momentos de tensión política como una forma de obtener el apoyo de los profundamente ultranacionalistas que tienen influencia en los partidos políticos. Pero la dinámica es diferente este año, ya que muchos dominicanos apoyan formalizar la situación de al menos parte de la población de ascendencia haitiana, a lo cual los ultranacionalistas se oponen.

Han pasado un poco más de cinco años desde el terremoto en Haití. Hubo un breve momento de lo que parecía un futuro más brillante para la cooperación entre ambos países. Pero el grave costo económico y humano que el terremoto tuvo en Haití resultó en una mayor migración hacia la República Dominicana, o al menos, la percepción de esta. Después del terremoto, Haití tuvo que hacer frente a más de un millón de personas desplazadas internamente, una epidemia de cólera, agitación política y una grave contracción económica. Aunque su PIB creció en los últimos años, gran parte de ese crecimiento reflejó la reconstrucción en marcha, no una nueva vitalidad económica. Los problemas económicos en Haití mueven a la inmigración hacia República Dominicana y disminuyen el mercado haitiano para las exportaciones dominicanas. La crisis de la deportación ha presionado al gobierno haitiano que tiene que hacerse cargo de aquellos que han abandonado o han sido expulsados de la República Dominicana.

¿Qué impacto podría tener esto en las economías haitiana y dominicana?

He visto estimaciones en que hasta un 5% del PIB de la República Dominicana depende de la población haitiana y dominico-haitiana allí. Una gran cantidad de granjas y empresas dominicanas, así como, irónicamente, el gobierno dominicano, dependen de los haitianos para realizar tareas importantes en la economía. [Nota del editor: Se estima que 500,000 personas de origen haitiano viven en la República Dominicana]. Mientras que hemos visto un número significativo de personas que salen de la República Dominicana, no ha sido tan amplia como que podría ser. Esto no es para minimizar las decenas de miles de personas que han abandonado el país, por las propias estimaciones del gobierno dominicano, y los miles de personas que aún viven en la República Dominicana que se enfrentan a un futuro incierto.

Para Haití, una cuestión muy importante es: ¡dónde van a vivir estas personas?. Muchos de ellos tienen vínculos limitados con Haití. ¿A dónde van a encontrar trabajo? ¿Qué van a hacer? En 1991 hubo una deportación masiva de la República Dominicana en represalia contra las críticas del gobierno haitiano por la forma en que los dominicanos trataban a los haitianos en los campos de caña de azúcar. Esas enormes expulsiones fueron desestabilizadoras en Haití en un momento muy tenso, políticamente. Esto también va a tener repercusiones en Haití, económicas, políticas y otras.

Grupos de derechos humanos dicen que un estimado de medio millón de personas está en riesgo de ser deportados, un proceso que el gobierno dominicano dice que no está en marcha. ¿Es probable que se materialicen estos los temores de las deportaciones masivas?

Es poco probable que cientos de miles de personas sean expulsadas en la crisis actual, como temen algunos observadores. La economía dominicana depende de la mano de obra tanto de los dos dominicanos de ascendencia haitiana como de recientes inmigrantes haitianos, al igual que el comercio con Haití. No está en el interés del gobierno dominicano desestabilizar aún más Haití con expulsiones masivas. Y mientras que el gobierno dominicano se ha afianzado en su defensa contra las críticas internacionales, no se beneficiaría de las deportaciones masivas convirtiéndose en un paria.

Oleadas de deportaciones anteriores y las llamadas salidas voluntarias han consistido entre cincuenta a setenta mil personas, lo que probablemente estará cerca de lo que suceda este año. Decenas de miles de personas ya han salido de la República Dominicana; una estimación a principios de julio del departamento de migración dominicano era 37,000. Cerca de dos tercios de los encuestados por la Organización Internacional para las Migraciones en julio había salido por propia voluntad. Más de un tercio dijo que fueron obligados a irse, a pesar de la afirmación de la República Dominicana de que no se han producido deportaciones desde finales de 2013.

En 2013 el máximo tribunal de la República Dominicana declaró que un estimado de 200,000 personas nacidas en la República Dominicana de ascendencia haitiana ya no era elegible para la ciudadanía. Una ley de 2014 apoyada por el presidente Danilo Medina, sin embargo, trata de renacionalizar muchas de esas personas. ¿Cuál es su estatus legal?

Es complicado. De acuerdo con el gobierno dominicano, ya no son ciudadanos. La historia oficial es que hay un proceso para que la gente reclame su ciudadanía, que les fue eliminada en la sentencia de 2013 del Tribunal Constitucional.

Ya venció el plazo para la migrantes más recientes que querían naturalizarse. El gobierno dominicano no ha reconocido correctamente el alcance de los problemas de ese proceso. De las casi 290,000 personas que solicitaron la regularización, poco más de 1% había sido aprobado en la fecha límite del 17 de junio. Parte del problema fue la incapacidad de las autoridades haitianas para satisfacer la demanda de ayuda en la obtención de documentos. Eran personas que realizaron grandes esfuerzos para conseguir sus papeles en regla, pero no han recibido la documentación que necesitan.

La solución podría ser la creación de un sistema fuerte, legítimo, para conseguir los papeles en regla de la gente, de ser posible con la supervisión internacional para asegurarse de que el proceso va por el camino que el gobierno dominicano afirma que es el correcto.

El primer ministro de Haití, Evans Paul dijo que las deportaciones están causando una crisis humanitaria, y se dice que miles de personas se han trasladado a los campamentos a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. ¿Qué pasaría si decenas de esas personas fueran reubicadas forzosamente o por elección en Haití?

Los campos de refugiados tendrán algunos de los mismos problemas que has visto en los que siguieron al terremoto. La pregunta es: ¿qué tipo o qué recursos van a ser dirigidos a estos lugares? Se necesita ayuda internacional humanitaria para asegurarse de que haya la comida y seguridad que se requiere. La seguridad para las mujeres fue un problema importante después del terremoto, y lo será también en estos campos.

La pregunta más importante es lo que sucederá a largo plazo. ¿Se mantendrán estas personas en los campos de forma indefinida? Esa no es una gran solución, pero ¿cómo encontrar espacio para ellos en la economía, en momentos en que los haitianos que viven en Haití están teniendo dificultades para encontrar puestos de trabajo?

Hay mucha incertidumbre sobre el liderazgo de la República Dominicana en estos momentos. Es muy fluctuante.

Lo que hace que esta ronda [de migraciones] sea más preocupante es que probablemente será más difícil regresar a República Dominicana que en algunos de los ciclos de deportación anteriores. En el pasado, cuando las personas eran expulsadas, con el tiempo, muchos regresaban. La intensidad de la disputa esta vez hará más difícil el regreso para esas personas. Hay un elemento en estos momentos en que la República Dominicana se afinca defendiéndose contra la comunidad internacional, insistiendo en la soberanía, insistiendo en su derecho de hacer lo que estime conveniente. Pero la pregunta es: ¿Sólo porque usted puede hacer algo, esa es la mejor opción para su país, o para su economía? ¿Es lo mejor para los muchos dominicanos que tienen vínculos cercanos y relaciones económicas con Haití? ¿Es lo mejor para los dominicanos que disfrutaban de la protección del compromiso del país con las normas internacionales de derechos humanos? Creo que la respuesta a todas estas interrogantes es “no”.

El gobierno dominicano está invirtiendo cantidades importantes de dinero en [relaciones públicas] y empresas de imagen, pero se ha sido aislando del resto del hemisferio y de la comunidad internacional. Internamente, ha hecho un buen trabajo con su mensaje de soberanía, y convenciendo a los dominicanos de que los procesos de naturalización y regularización eran serios, a pesar de que hay una amplia documentación de problemas con esos sistemas. Durante mucho tiempo, una de las estrategias de los gobiernos autoritarios, tanto en la República Dominicana como en Haití, ha sido aislar el país. Eso es malo para los ciudadanos dominicanos y para los ciudadanos haitianos, así como para la economía. Cuando los gobiernos acuden a chivos expiatorios, se vuelcan a su vez en esta línea ultranacionalista, y reprimen a los inmigrantes, eso por lo general significa que hay graves grietas en los cimientos de la economía del país y en la estructura política. ¿Qué está el tratando de enmascarar aquí el gobierno dominicano? Hay mucha incertidumbre sobre el liderazgo de la República Dominicana en estos momentos. Es muy fluctuante.

La Organización de los Estados Americanos ha llamado a un diálogo sobre las políticas migratorias de la República Dominicana. ¿Cree usted que hay una solución diplomática?

Tiene que haber un enfoque diplomático, y con algunos otros países latinoamericanos involucrados podría ser útil. La atención debe centrarse en hacer que República Dominicana sea fiel a su palabra de que tiene la intención de regularizar a la gente, naturalizar la gente, y hacer las cosas bien. [Muchas de las personas en situación de riesgo] nacieron en la República Dominicana bajo una constitución que decía que eran ciudadanos dominicanos. Muchos de ellos ni siquiera han estado en Haití. La afirmación de que ya no son dominicanos o son apátridas es legalmente cuestionable.

Es importante señalar también que una gran cantidad de dominicanos y haitianos trabajan juntos, estrechamente, y a muchos dominicanos y haitianos en la diáspora le gustaría ver como se le da un vuelco a esta situación [en el país]. Aunque nos centramos en el conflicto, es importante no pasar por alto las formas en las que existe una cooperación significativa. Los dos países tienen amplios vínculos, así como similitudes históricas y culturales. En muchos casos no es necesariamente que estos países han tenido tensiones porque son muy diferentes, sino más bien, porque son muy parecidos.

* El Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) es una organización no partidista de miembros independientes, de reflexión.

Fuente: http://www.cfr.org/dominican-republic/deportations-dominican-republic/p36895?cid=soc-twitter-in-deportations_dominican_republic-81315