El décimo aniversario de la ley que crea la Dirección General de Crédito Público coincide con dos eventos relevantes para esa entidad y el Ministerio de Hacienda: un reconocimiento por el manejo deuda Petrocaribe y otra exitosa emisión de bonos soberanos.  Precedida de rumores sobre motivaciones y términos de los gobiernos, así como de la calidad, afán de lucro y maquinaciones de intermediarios privados, el anuncio de una operación de intercambio de pasivos “simple como un anillo y clara como una lámpara” los probó equivocados.  El pasado viernes, cumpliendo el mandato de contratar el financiamiento del presupuesto del año 2016, Hacienda y Crédito Público colocaron mil millones de dólares en bonos soberanos, en condiciones que sorprenden a expertos la esperaban en términos menos favorables.

Considerada como la mejor operación de manejo de pasivos del 2015 por la Revista Latin Finance, el intercambio de bonos soberanos por la deuda concesionaria de Petrocaribe reflejó las condiciones de mercado para ambos emisores. Meses de negociación de los términos y confirmación al centavo de cada pagaré culminaron en una transacción definida por los propios gobiernos involucrados, transparente en los beneficios logrados por cada uno y con  retornos normales para los bancos de inversión que sirven de intermediarios en estas operaciones.  El éxito del equipo negociador del gobierno también sirvió de lección a buenos samaritanos que se creían con capitales, conexiones y competencias en armar esquemas más favorables para ambas naciones.

Y es que Crédito Público se concibió para ser una entidad que contara con las facultades legales que le permitieran administrar y negociar la deuda pública con sus propios recursos humanos. En la formación y desarrollo de su personal técnico ha contado con apoyo decidido de los ministros de Hacienda, asistencia internacional de consultores de organismos internacionales y del Tesoro de los Estados Unidos.  Por eso ha logrado ser una oficina modelo en la implementación y manejo de las diferentes versiones del programa SIGADE, usado en la mayoría de las oficinas de deuda pública del mundo;  ser pionero en introducir un mecanismo transparente de subastas para la emisión local de títulos públicos; y adquirir una destreza negociadora que se evidencia en conseguir en condiciones cada vez más favorables de tasa y plazo el financiamiento para el gobierno aprobado en el presupuesto.

Mil millones de bonos emitidos a una tasa que pocos pensaban posible para un país emergente de nuestra categoría en estos tiempos de turbulencia, es la prueba más reciente de lo lejos que se ven ahora aquellos tiempos donde Hacienda tenía delegada la administración y negociación de la deuda externa al Banco Central o necesitaba crear una unidad ad-hoc, contratando personal externo para el proceso, como fue la primera y exitosa incursión en los mercados de capitales que estuvo a cargo de Andy Dauhajre en el 2001.

Muchos incrédulos pensaron que la Dirección General de Crédito Público sería un intento fallido más del Ministerio de Hacienda en tratar de cumplir las tareas con la deuda pública que estaban delegadas por un decreto presidencial.  Pero ahí están años de intenso trabajo en sembrar las raíces que terminan con la promulgación de la ley y una trayectoria exitosa que arriba a su primera década. ¡Felicidades!