Autores: Justin Elliott, Propublica y Laura Sullivan, NPR. Traducción al español de Iván Pérez Carrión

El barrio de Campeche se extiende hasta una empinada ladera en la capital de Haití, Puerto Príncipe. Las cabras hurgan en la basura que jamás se recoge. Los niños patean una pelota de voleibol desinflada en un espacio polvoriento bajo una pared con un logotipo de la Cruz Roja Americana pintado a mano.

A finales de 2011, la Cruz Roja puso en marcha un proyecto de varios millones de dólares para transformar esta zona desesperadamente pobre, que fue duramente golpeada por el terremoto que azotó a Haití el año anterior. El objetivo principal del proyecto ‒denominado LAMIKA, las siglas en criollo de “A Better Life Mi Barrio” (Una Vida Mejor en mi Barrio)‒ era la construcción de cientos de viviendas permanentes.

Hoy en día, en Campeche no se ha construido ni una sola casa. Muchos residentes viven en chozas hechas de planchas de metal oxidado, sin acceso a agua potable, electricidad ni saneamiento básico. Cuando llueve, sus casas se inundan y los residentes tienen que sacar el barro y el agua.

La Cruz Roja recibió una lluvia de donaciones después del terremoto, cerca de medio millardo de dólares.

El grupo celebró públicamente su trabajo. Pero, de hecho, la Cruz Roja ha fracasado reiteradamente en el terreno en Haití. Memorandos confidenciales, correos electrónicos de altos funcionarios preocupados, y las cuentas de una docena de expertos frustrados y decepcionados muestran que la organización benéfica no ha cumplido sus promesas, malgastó las donaciones, y hacen dudosas declaraciones sobre sus éxitos.

La Cruz Roja dice que ha proporcionado viviendas a más de 130,000 personas. Sin embargo, el número real de hogares permanentes que el grupo ha construido en todo Haití es: seis.

Después del terremoto, la directora ejecutiva de la Cruz Roja, Gail McGovern, reveló planes ambiciosos para “desarrollar comunidades nuevas”. No se ha construido ninguna.

Las organizaciones de ayuda de todo el mundo han batallado después del terremoto en Haití, el país más pobre del hemisferio occidental. Pero la investigación de ProPública y NPR revela que muchos de los fallos de la Cruz Roja en Haití son de su propia creación. Ellos también forman parte de un patrón más amplio en el que la organización incumplió con su ayuda tras desastres como la supertormenta “Sandy”. A pesar de sus dificultades, la Cruz Roja sigue siendo la organización benéfica de elección por igual para los estadounidenses comunes y las empresas, en los casos de desastres naturales.

Un tema que ha dificultado el trabajo de la Cruz Roja en Haití es la dependencia excesiva en extranjeros que no hablan francés ni criollo, dicen antiguos y actuales empleados.

En un violento memorándum de 2011, la entonces directora del programa de Haití, Judith St. Fort, escribió que el grupo estaba fallando en Haití y que los altos directivos habían hecho comentarios “muy preocupantes” en los que se menosprecia a los empleados haitianos. St. Fort, que es haitiano-estadounidense, escribió que entre los comentarios incluidos se decía: “él es único que trabaja duro de ellos” y “los que hemos contratado no son fuertes, así que probablemente no deberíamos prestar mucha atención a los CV de Haití”.

La Cruz Roja no quiere revelar detalles de cómo ha gastado cientos de millones de dólares donados para Haití. Pero nuestro informe muestra que llegó menos dinero a los necesitados del que ha dicho la Cruz Roja.

Al carecer de la experiencia necesaria para montar sus propios proyectos, la Cruz Roja acabó dando la mayor parte del dinero a otros grupos para que hicieran el trabajo. Esos grupos se llevaron una parte de cada dólar para cubrir sus gastos generales y de administración. Incluso en los proyectos realizados por otros, la Cruz Roja tiene sus propios gastos importantes ‒ en un caso, equivalente a un tercio del presupuesto del proyecto.

En sus declaraciones, la Cruz Roja mencionó los desafíos que todos los grupos han enfrentado en el Haití post-terremoto, incluyendo el disfuncional sistema de títulos de propiedad del país.

Vivienda construida en Haití por la Cruz Roja Española

“Al igual que muchas organizaciones humanitarias que respondieron en Haití, la Cruz Roja de Estados Unidos tuvo complicaciones relacionadas con los retrasos en la coordinación del gobierno, las disputas sobre propiedad de la tierra, los retrasos en las aduanas de Haití, los retos para encontrar personal cualificado, que era escaso, y la alta demanda, y el brote de cólera, entre otros desafíos”, dijo la organización..

El grupo dijo que respondió rápidamente a las preocupaciones internas, incluyendo la contratación de un experto para capacitar al personal en la competencia cultural, después de la nota de St. Fort. Y mientras que el grupo no quiere proporcionará un desglose de sus proyectos, la Cruz Roja dijo que ha ejecutado más de 100. Los proyectos incluyen la reparación de 4,000 viviendas, dar a varios miles de familias refugios temporales, la donación de US$44 millones para comida después del terremoto, y ayudar a financiar la construcción de un hospital.

“Millones de haitianos están más seguros, más saludables, son más resistentes y están mejor preparados ante desastres futuros gracias a las generosas las donaciones de la Cruz Roja Americana”, escribió McGovern en un informe reciente que marca el quinto aniversario del terremoto.

En otros materiales promocionales, la Cruz Roja dijo que ha ayudado a “más de 4,5 millones” de haitianos individualmente “a pararse sobre sus propios pies”.

Pero no ha aportado detalles para respaldar la declaración. Y Jean-Max Bellerive, quien era el primer ministro de Haití en el momento del terremoto, duda de la cifra, señalando que toda la población del país es de sólo 10 millones.

“No, no”, dijo Bellerive sobre la reivindicación de la Cruz Roja, “no es posible”.

 

La crisis de la Cruz Roja

Cuando el terremoto sacudió a Haití en enero de 2010, la Cruz Roja se enfrentaba a su propia crisis. McGovern se había convertido en jefe del Ejecutivo solo 18 meses antes, y heredó un déficit y una organización que enfrentó escándalos después del 9/11 y el huracán “Katrina”.

Dentro de la Cruz Roja, el desastre de Haití fue visto como “una oportunidad espectacular de recaudación de fondos”, recordó un exfuncionario que ayudó a organizar el esfuerzo. Michelle Obama, la NFL y una larga lista de personalidades pidieron donaciones para el grupo.

La Cruz Roja continuó pidiendo dinero bastante después de que ya tenía suficiente para la ayuda de emergencia, el punto fuerte del grupo. Médicos Sin Fronteras, en cambio, dejó de recaudar fondos por el terremoto después que decidió que tenía dinero suficiente. Las donaciones a la Cruz Roja ayudaron al grupo a borrar su déficit de más de US$100 millones.

La Cruz Roja, en última instancia, recaudó mucho más que cualquier otra organización benéfica.

Un año después del terremoto, McGovern anunció que la Cruz Roja podría utilizar las donaciones para hacer un impacto duradero en Haití.

Le pedimos a la Cruz Roja que nos mostrara sus proyectos en Haití para que pudiéramos ver los resultados de su trabajo. Se negaron. Por eso, a principios de este año fuimos a Campeche para ver uno de los proyectos insignia del grupo por nosotros mismos.

Los vendedores ambulantes en la zona polvorienta inmediatamente señalaron hacia Jean Jean Flaubert, la cabeza de un grupo comunitario que la Cruz Roja estableció como una caja de resonancia local.

Sentados con nosotros en su despoblada oficina de una sola habitación, Flaubert y sus colegas se enfadaron hablando de la Cruz Roja. Mencionaron la falta de avances en el barrio y los saludables salarios pagados a los trabajadores humanitarios exiliados. 

“Lo que la Cruz Roja nos dijo es que vienen aquí para cambiar Campeche. A cambiarlo por completo”, dijo Flaubert. “Ahora bien, no entiendo el cambio del que están hablando. Creo que la Cruz Roja está trabajando para ellos mismos”.

El plan inicial de la Cruz Roja decía que el centro de su misión sería la construcción de viviendas ‒una propuesta interna situó la cifra en 700. Cada una tendría pisos terminados, servicios, duchas, incluso sistemas para la recogida de aguas pluviales. Se suponía que las casas estarían terminadas en enero de 2013.

Nada de eso ha ocurrido. Carline Noailles, quien fue gerente del proyecto en Washington, dijo que estaba aplazado indefinidamente debido a que la Cruz Roja “no tiene el know-how", los conocimientos.

Otro ex funcionario que trabajó en el proyecto Campeche dijo: “Todo se tomará cuatro veces más tiempo porque estaría micro administrado desde el D.C. (Washington), y ellos no tienen ninguna experiencia en desarrollo”.

Cuando se le mostró un comunicado de prensa en inglés de la página web de la Cruz Roja, Flaubert se quedó atónito al enterarse del presupuesto de US$24 millones del proyecto, y que debe estar terminado el año próximo.

“No es solo [que la Cruz Roja] no lo está haciendo”, dijo Flaubert, “sino que ahora me estoy enterando de que la Cruz Roja se va el año que viene. No entiendo eso”.(La Cruz Roja dice que le habló a los líderes comunitarios sobre la fecha de finalización. También nos acusó de “generar mala voluntad en la comunidad lo que puede dar lugar a un incidente”.)

Desde entonces, el proyecto fue remodelado y reducido en escala. Se está construyendo un camino. Algunas casas ya existentes han sido reforzadas contra terremotos y algunas escuelas están siendo reparadas. Se instalaron algunas farolas solares en la calle, aunque muchas se rompieron y los residentes dicen que otras son poco fiables.

Las carpas han desaparecido en Puerto Príncipe

El comunicado de prensa del grupo más reciente sobre el proyecto menciona logros como que los niños de la escuela recibieron entrenamiento de respuesta ante desastres naturales.

La Cruz Roja dijo que tiene que reducir sus planes de viviendas, porque no podría adquirir los derechos a la tierra. No se construirán casas.

Otros proyectos de infraestructura de la Cruz Roja también fracasaron.

En enero de 2011, McGovern anunció una alianza de US$30 millones con la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, o USAID. La agencia construiría carreteras y otra infraestructura en al menos dos lugares donde la Cruz Roja edificaría viviendas nuevas.

Pero tuvieron que pasar más de dos años y medio, hasta agosto de 2013, para que la Cruz Roja acabara de firmar un convenio con la USAID sobre el programa, e incluso eso era para un solo sitio. Finalmente, el programa fue cancelado a causa de una disputa por las tierras.

Un informe de la Oficina de Contraloría del Gobierno atribuyó los retrasos graves a problemas “en la obtención de títulos de propiedad y debido a las sustituciones en el liderazgo de la Cruz Roja” en su programa para Haití.

Otros grupos también tuvieron problemas con los títulos de propiedad y diversos asuntos. Pero también, finalmente, construyeron 9,000 viviendas en comparación con los seis de la Cruz Roja.

Cuando se le peguntó sobre los proyectos con las viviendas de la Cruz Roja en Haití, David Meltzer, consejero general del grupo y director internacional, dijo que las condiciones cambiantes forzaron cambios en los planes. “Si hubiéramos dicho: ‘Todo lo que vamos a hacer es construir nuevas viviendas’, todavía estaríamos buscando la tierra”, dijo.

El fracaso del proyecto de la USAID dejó a la Cruz Roja buscando vías para gastar el dinero destinado para ello.

“¿Alguien tiene idea de cómo gastar el resto de esto? (¿Aparte de la maravillosa idea helicóptero?)”, le escribió McGovern a Meltzer en un correo electrónico en noviembre de 2013 obtenido por ProPublica y NPR. “¿Podemos financiar el hospital de Conrad? ¿O más para PIH [Partners in Health]? ¿Algún otro proyecto de vivienda? “

No está claro cuál es la “idea helicóptero” a la que se refería McGovern o si alguna vez se llevó a cabo. La Cruz Roja se limitó a decir que sus comentarios estaban "basados en la estrategia y las prioridades de la Cruz Roja Americana, que se centran en la salud y la vivienda”.

Otro proyecto de marca, conocido en criollo como “Un Gran Norte Más Resistente”, se supone que sea para rehabilitar caminos en las comunidades rurales pobres y ayudar a conseguir agua potable y redes sanitarias.

Pero dos años después de su inicio, el esfuerzo de US$13 millones ha estado fallando lastimosamente. Una evaluación interna desde marzo encontró que los residentes estaban molestos porque nada se ha hecho para mejorar el acceso al agua o infraestructura, o para hacer “contribuciones de algún tipo para el bienestar de los hogares”, dijo el informe.

Tan negativo es el sentir que surgió en un área, que la población “rechaza el proyecto”.

En lugar de hacer mejoras concretas en las condiciones de vida, la Cruz Roja ha puesto en marcha campañas de educación para lavarse las manos. La evaluación interna observó que éstos “no eran eficaces cuando las personas no tenían acceso a agua y jabón”. (La Cruz Roja se negó a comentar sobre el proyecto.)

Los fracasos del grupo fueron más allá de la infraestructura. 

Cuando una epidemia de cólera asoló Haití durante nueve meses después del terremoto, la mayor parte de la respuesta de la Cruz Roja ‒un plan para distribuir jabón y sales de rehidratación oral‒, se paralizó por “cuestiones internas no resueltas”, escribió la directora del programa para Haití en su memo de l mayo de 2011.

A lo largo de ese año el cólera fue un asesino constante. En septiembre de 2011, cuando la cifra de muertos había superado los 6,000, el proyecto todavía aparecía registrado como “muy atrasado”, según otro documento interno.

La Cruz Roja dijo en un comunicado que su respuesta al cólera, incluyendo una campaña de vacunación, ha continuado durante años y ha ayudado a millones de haitianos.

Pero mientras que otros grupos también lucharon temprano en su respuesta al cólera, a algunos les fue bien.

“Ninguna de esas personas debió morir. Eso es lo que me molesta”, dijo Paul Christian Namphy, una funcionaria haitiana de agua y salubridad que ayudó a dirigir los esfuerzos para combatir el cólera. Dice Namphy que los primeros fracasos de la Cruz Roja y otras organizaciones no gubernamentales tuvieron un impacto devastador. “Estas cifras debieron ser cero”.

Imagen del terremoto del 2010

 

Falta experiencia

¿Por qué los esfuerzos de la Cruz Roja “se quedaron cortos”? No fue únicamente que Haití fuera un lugar difícil para trabajar.

“Ellos recogieron cerca de medio millardo de dólares”, dijo un miembro del personal del Congreso que ayudó a supervisar la reconstrucción de Haití. “Pero tenían un problema. Y el problema era que no tenían absolutamente ninguna experiencia”.

Lee Malany estuvo a cargo del programa de refugios de la Cruz Roja en Haití desde 2010. Recuerda una reunión en Washington ese otoño, en la cual los funcionarios no parecían tener idea alguna de cómo gastar millones de dólares destinados a viviendas. Malany dice que los funcionarios querían saber qué proyectos generarían una buena publicidad, no qué proyectos proporcionarían la mayor cantidad de viviendas.

“Cuando salí de esa reunión miré a la gente con las cuales yo estaba trabajando y les dije: 'Ustedes saben que esto es muy desconcertante, es deprimente,'", recordó.

La Cruz Roja dijo en un comunicado que su programa de Haití nunca puso hizo publicidad sobre la entrega de ayuda.

Malany renunció al año siguiente a su trabajo en Haití. “Dije que no había razón para que me quedara. Me subí al avión y me fui”.

A veces no era una cuestión de experiencia, sino de si alguien estaba llenando puestos clave. Un organigrama de abril 2012 obtenido por ProPublica y NPR enumera 9 de 30 posiciones de liderazgo en Haití como vacantes, incluyendo vacantes para expertos en la salud y la vivienda.

La Cruz Roja dijo que las vacantes y el volumen de negocios eran inevitables debido a “la situación de seguridad, la separación de la familia para el personal internacional, y la exigente naturaleza de la obra”.

La agitación constante pasó factura. Los documentos internos se refieren a los reiterados intentos durante años para “finalizar” y “completar” un plan estratégico para el programa de Haití, esfuerzos que se retrasaron por los cambios en la alta dirección. En una fecha tan tardía como marzo de 2014, más de cuatro años en un programa de seis, en una actualización interna se citaba una “estrategia revisada” que todavía está a la espera de un "cierre final”.

La Cruz Roja dijo que decidirse por un plan temprano habría sido un error. “Sería difícil crear el plan perfecto desde el principio en un lugar tan complicado como Haití”, dijo. “Pero también teníamos que empezar, por lo cual creamos planes que se revisan continuamente”.

Esos planes se debilitaron más aun por la dependencia de la Cruz Roja de los emigrados. Noailles, el haitiano experto en desarrollo que trabajó para la Cruz Roja en el proyecto Campeche, dijo que los empleados emigrantes tuvieron problemas en las reuniones con los funcionarios locales.

“Ir a las reuniones con la comunidad cuando usted no habla el idioma no es nada productivo”, dijo. A veces ‒recordó‒ los empleados emigrantes evitaban asistir a esas reuniones.

La Cruz Roja dijo que ha “convertido en una prioridad contratar a los haitianos”, a pesar de la mucha competencia para los profesionales locales, y que más del 90% de su personal es de Haití. La organización dijo que utiliza una firma de recursos humanos locales para que ayude.

Sin embargo, muy pocos haitianos han llegado a los niveles más altos del grupo en Haití, según cinco empleados actuales y anteriores de la Cruz Roja, y las listas de personal obtenidas por ProPublica y NPR.

Eso no sólo afectó la capacidad del grupo para trabajar en Haití sino que también resultó caro.

De acuerdo con un documento interno sobre presupuestos de la Cruz Roja para el proyecto en Campeche, el director del proyecto ‒un cargo reservado para un emigrante‒ este tenía derecho a subsidios para vivienda, alimentación y otros gastos; viajes al país de origen, recuperación y descanso cuatro veces al año, y gastos de traslado. En total, eso llegaba a unos US$140,000.

La indemnización para un ingeniero principal haitiano, la más alta posición local, era de menos de un tercio de esa cantidad, es decir, US$42,000 al año.

Shelim Dorval, un administrador haitiano que trabajaba para la Cruz Roja en la coordinación de los viajes y el alojamiento para empleados emigrantes, recuerda que pensaba que era un desperdicio traer gente con poco conocimiento de Haití cuando había residentes locales disponibles.

“Cada uno de esos expatriados tenía altos salarios, se alojaba en una casa lujosa, y conseguía viajes de vacaciones a su país”, dijo Dorval. “Se gastó una gran cantidad de dinero en esas personas que no eran de Haití, que no tenían nada que ver con Haití. El dinero, simplemente, iba de vuelta para Estados Unidos”.

Poco después del terremoto, McGovern, la directora ejecutiva de la Cruz Roja, dijo que el grupo aseguraría que los donantes supieran exactamente lo que pasó con su dinero.

La Cruz Roja sería “líder en los esfuerzos en materia de transparencia”, prometió. “Nos complace compartir la forma en que estamos invirtiendo nuestro dinero”.

Eso no ha sido así. Los informes públicos de la Cruz Roja sólo ofrecen amplias categorías sobre dónde fueron a parar los US$488 millones en donaciones. La categoría mayor es la vivienda, alrededor de US$170 millones. Las demás incluyen salud, la ayuda de emergencia y la preparación ante desastres.

La organización ha esquivado reiteradas peticiones para que revele los proyectos específicos, para explicar cuánto dinero fue a cada uno de estos, o que diga cuáles fueron los resultados de cada proyecto.

Hay motivos para dudar las afirmaciones de la Cruz Roja de que “ayudó a 4,5 millones de haitianos. Una evaluación interna encontró que, en algunas zonas la Cruz Roja informó haber ayudado a más personas de las que vivían en las comunidades. En otros casos, las cifras eran bajas, y en otros, la doble contabilidad pasó sin ser corregida.

En la descripción de su trabajo, la Cruz Roja también mezcla diferentes tipos de ayuda, por lo que resulta más difícil evaluar los esfuerzos de la organización benéfica en Haití.

Por ejemplo, mientras la Cruz Roja dice que proporcionó casas a más de 130,000 personas, incluye miles de personas a las que, en realidad, no se las estaban dando viviendas, sino que fueron “entrenados en técnicas adecuadas de construcción”. (Eso fue reportado por primera vez por el blog del Centro para la Investigación Económica y Política de Haití.)

La cifra incluye a las personas que recibieron ayuda de alquiler a corto plazo o se alojaron en varios miles de “refugios transitorios”, que son estructuras temporales que pueden ser devoradas por las termitas o voltearse durante las tormentas. También incluye mejoras modestas en 5,000 refugios temporales.

La Cruz Roja tampoco deslinda qué porción de las donaciones fue a para a gastos generales.

McGovern, CEO la Cruz Roja, dijo a CBS News unos meses después del terremoto: “Menos los 9 centavos para gastos generales, 91 centavos de dólar irán a Haití. Y le doy mi palabra y mi compromiso, estoy apostando mi integridad, mi propio sentido personal de la integridad en esa declaración”.

Pero la realidad es que menos del 91% del dinero se fue a Haití. Eso es así porque además del 9% de gastos generales de la Cruz Roja, los demás grupos que obtuvieron donaciones de la Cruz Roja igualmente tuvieron sus propios gastos generales.

En un caso, la Cruz Roja envió US$6 millones a la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR) para subsidios de alquiler para ayudar a los haitianos a que abandonaran los campamentos. Luego, la FICR sacó el 26% para gastos generales y para lo que la Federación Internacional calificó de “administración, finanzas, recursos humanos” relacionado con el programa, y costos similares.

Y además de todo lo anterior, la Cruz Roja también gasta otra parte de cada dólar para lo que describe como “los costos del programa incurridos por la Cruz Roja de EE.UU. en la gestión de” los proyectos realizados por otros grupos. 

La administración de la Cruz Roja americana y otros costos consumen un 24% adicional del dinero en un proyecto, de acuerdo con las declaraciones del grupo y documentos internos. El trabajo real, la mejora de los refugios, lo hicieron los suizos y sociedades de la Cruz Roja Española.

“Es un ciclo de gastos generales”, dijo Jonathan Katz, el periodista de Prensa Asociada radicado en Haití al momento del terremoto, que rastreó el gasto post-desastre para su libro, The Big Truck that Went By (El camión grande que pasó). “Siempre iba a pasar que la Cruz Roja Americana tomara un recorte del 9%, la re-concesión a otro grupo, que se llevaría su pedazo”. 

Dados los resultados producidos por los proyectos de la Cruz Roja en Haití, Bellerive, el ex primer ministro, dijo que tiene dificultades para llegar a desentrañar lo que ha ocurrido con el dinero de los donantes.

“Quinientos millones de dólares en Haití es mucho dinero”, dijo. “Yo no soy un gran matemático, pero puedo sacar algunas cuentas. Conozco más o menos lo que cuestan las cosas. A menos que usted no pague la gasolina al mismo precio que yo la pagaba; a menos que usted pague a la gente 20 veces lo que yo les estaba pagando; a menos que el costo de la casa que usted construyó fuera cinco veces el costo que yo pagaba, la suma no me da”.

Fuente: Miamiherald.com

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