Le Monde.

Por Jean-Michel Caroit, corresponsal en Santo Domingo

Traducción Iván Pérez Carrión

El estupor y la depresión se podían leer en los rostros de cuatro prisioneros franceses el pasado viernes 14 de agosto, condenados a veinte años de cárcel por un tribunal de Santo Domingo por tráfico internacional de cocaína. Los dos pilotos, Pascal y Bruno Fauret Odos, el miembro de la tripulación Alain Castany y el pasajero Nicolas Pisapia fueron arrestados él 19 de marzo 2013 a bordo de un Falcon-50 que contenía 26 bolsas cargadas con 700.4 kilogramos de cocaína.

Después de quince meses bajo custodia, habían sido puestos en libertad el 21 de junio de 2014. Sin embargo, después de diez horas de deliberación, el viernes fueron encontrados “culpable del delito de asociación con el objetivo de (…) poseer drogas ilícitas", según el documento leído por el secretario del tribunal.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Francia considera la sentencia “muy fuerte”, pero es optimista. El Ministerio aseguró el sábado que la condena de cuatro hombres “sin embargo, no es definitiva” y aseguró que “seguirá proporcionándoles protección consular activa”.

A diferencia de la petición del fiscal Milcíades Guzmán, el tribunal decidió que iban a seguir en libertad y con la prohibición de salir de la isla hasta que la sentencia sea firme. Los abogados de los cuatro hombres de inmediato anunciaron que apelarán la sentencia el mes próximo.

El tribunal en Santo Domingo también decidió incautar el Falcon-50, por dos votos contra uno. La presidente, Gisselle Méndez, se opuso a la medida, diciendo que no se había demostrado que los propietarios de la aeronave estuvieran involucrados en el tráfico. Seis de los diez dominicanos enjuiciados en ese caso fueron absueltos. Los otros cuatro exfuncionarios de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) destacados en el aeropuerto de Punta Cana en el momento de los hechos, recibieron condenas que van de cinco a diez años de prisión.

La Convención de Chicago y la mafia corsa

Los cuatro franceses tomaron la palabra para proclamar su inocencia después de los argumentos orales de sus abogados y la réplica del fiscal. “Este caso es un desastre triple para mí, profesionalmente, económicamente y en el nivel familiar, exclamó Fauret Pascal, un expiloto
de caza reconvertido en la aviación comercial. He sido manchado, no soy un traficante de drogas, no formo parte de la mafia corsa, soy inocente y pido al tribunal que reconozca mi honor y mi libertad y me reintegre mi completa libertad”.

Los abogados del francés reiteraron que se trataba de un vuelo comercial, y no privado como sostuvo el fiscal argumentando que el avión había recibido los servicios de una empresa, Swissair, que sirve vuelos privados. “La convención de Chicago es muy clara, los pilotos de vuelos comerciales no se hacen responsable de los contenidos del equipaje”, dijo insistentemente Fabian Melo, uno de los abogados de Pascal Fauret y Bruno Odos. Su colega María Elena me Gratereaux citó un caso similar que data de 2011: la justicia dominicana entonces exoneró a los pilotos estadounidenses de un pequeño avión cargado con cocaína. “¿Hay alguna diferencia entre los pilotos franceses y los estadounidenses?”, preguntó.

Luz García, abogada de Alain Castany, denunció “una grave contaminación de las pruebas y la violación de la “’cadena de custodia”. El fiscal había presentado de hecho al tribunal la maleta personal de Alain Castany como una de las 26 maletas que contenían cocaína. El fiscal tuvo que reconocer que fue un error.

En su respuesta, el fiscal dijo que los pilotos eran “instrumentos de la mafia del sur de Francia”. Citó la obra de Jean-François Gayraud El mundo de las mafias. La geopolítica del crimen organizado (Odile Jacob) para denunciar el peligro que representa el crimen organizado. “Estas personas tienen que pagar en la República Dominicana, dada la magnitud y gravedad de los hechos, para que nuestros niños en la República Dominicana y Francia no estén amenazados por esta plaga”, dijo. También denunció la “presión externa en la justicia dominicana”.