Sin vitalidad cultural ni agroindustrial, y con poca incidencia política en el gobierno peledeísta, Santiago fue quedando rezagado, y en la búsqueda de lugares para expandir el narcotráfico, la ciudad corazón se hizo refugio del narco en la última década.
Que el presidente Leonel Fernández, ahora en campaña partidaria visite los barrios de Santiago es un reconocimiento tardío de la magnitud de la criminalidad y el deterioro de los barrios pobres.
Años de abandono han producido una ciudad estrecha, sin desahogos, y sin muchas posibilidades para acomodar tantos desempleados asentados en sus barrios marginados.
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