Por Mayra Pichardo
Santo Domingo. – A Michelle Corniel, mujer transgénero de 27 años, el estigma y la discriminación no la han detenido. A pesar del maltrato que ha tenido que enfrentar desde su niñez, pudo superarse, logrando ser en la actualidad una comprometida promotora de derechos humanos y de salud.
Excluida de la educación, del acceso a servicios de salud y del ámbito laboral, se vio obligada a ejercer el trabajo sexual para sobrevivir.“Siempre me ha gustado trabajar, pero debido a mi orientación sexual no podía conseguir buenos trabajos, por eso tuve que involucrarme como trabajadora del sexo en un momento de mi vida. Sin una profesión se hace más difícil ganarse la vida en un trabajo en el que te sientas respetada”, sostiene, con halo de tristeza en el rostro.
Soñaba con ser psicóloga. Empezó la universidad, pero las burlas y el maltrato que recibía la hicieron abandonar los estudios. Sin embargo, de las múltiples formas de discriminación a las que ha tenido que hacer frente, la que más le ha herido es la recibida en los servicios de salud.
“Una vez fui a un hospital y una bioanalista no me quiso sacar sangre luego de haber visto en mis datos que mi nombre no se correspondía con mi imagen femenina. Se levantó y buscó a otra persona para que me atendiera, disque porque ella era cristiana y no podía ponerme la mano, porque mi pecado era tan grande que podía transmitírselo solo por tocarme”, recuerda.
La discriminación es uno de los mayores obstáculos para el acceso a la salud entre los grupos vulnerables, tales como gay, trabajadoras del sexo, lesbianas y mujeres transgénero. El Estudio de Opinión Pública sobre Desigualdad de Género, Salud Reproductiva y Discriminación contra Minoría Sexuales y Personas con VIH, realizado por ONUSIDA en 2015, indica que el 85% de las trabajadoras sexuales entrevistadas expresaron haber sido discriminadas en los centros de salud.
Michelle entiende que en el sistema de salud no hay una correcta asistencia a las personas como ella. Dice que, al llegar a un centro de salud, las reciben porteros que las maltratan verbalmente. “Te vociferan pájaro, escopeta, las cuales son palabras que causan estigma”, sostiene.
“Si eres una persona fuerte y no te devuelves, llegas donde una secretaria, enfermera o médico que no están orientados para atender a personas transgénero. No identifican si soy mujer o trans; no tienen manejo de lo que es la expresión de género. No te tocan, no te preguntan cómo quieres que te llamen. Te ven como monstruo, no tienen esa respuesta amigable que una necesita”.
Advierte que esa es la razón por la que muchas trans no acuden a los servicios de salud y prefieren auto medicarse, recurriendo a prácticas caseras que han provocado efectos secundarios a un alto número de estas, a causa de las sustancias de biopolímero, aceite y silicona que se inyectan en patios o en casas de amigas, para evitar ir a los centros de salud.
El reciente estudio Estigma y Discriminación hacia las Poblaciones Clave en los Servicios de Salud y Población General, publicado este año por el Consejo Nacional para el VIH y SIDA (CONAVIHSIDA), reporta que fueron evidenciadas conductas de rechazo y discriminación a PVVS y grupos clave, tales como negación de servicios, hablar despectivamente, burlas y ridiculizaciones en público.
Pero, al parecer, la actitud del personal de salud es solo un reflejo del sentir de la generalidad de la población, dado que el 76% de las personas entrevistadas refirieron preocupación al utilizar los mismos utensilios de comida que una persona que vive con VIH, y el 20% de la población general expresó que prefiere evitar contacto con Gays, hombres que tienen sexo con hombres, trabajadores sexuales, TRANS, migrantes y mujeres en condición de vulnerabilidad.
Datos que, a consideración del director de CONAVIHSIDA, deben llamar a preocupación, en un país como la República Dominicana, en el que las estimaciones nacionales indican existe una población de 124,472 gays y 8,891 hombres que tienen sexo con hombres, y cuyo Plan Estratégico Nacional de VIH y SIDA contempla una línea de acción orientada a eliminar el estigma y la discriminación.
Esfuerzos para lograr servicios de salud humanizados
Ante la realidad existente, las autoridades del sector salud, la cooperación internacional y la sociedad civil desarrollan iniciativas para mejorar el acceso de las personas a servicios de salud desde una perspectiva de derechos.
A juicio del director del Servicio Nacional de Salud (SNS), doctor Nelson Rodríguez Monegro, para lograr humanizar los servicios de salud, es necesario asumir un compromiso desde las dimensiones institucional, ético, profesional y humano.
“Humanizar los servicios es ofrecerlos con amor y afecto; con la satisfacción y el agrado de dar la atención con vocación de servicio y la sensibilidad social que demanda el sector salud, independiente de la condición socio-económica, preferencia sexual, concepción religiosa o afiliación política de las personas. Basta su condición humana y la necesidad de restablecer la salud”, sostiene.
Sustentado en esa visión, el SNS está inmerso en un proceso de mejora, de modo que las personas reciban servicios oportunos, con calidad y calidez, lo cual debe permear a todo el recurso humano, desde el portero hasta el personal directivo. Esta estrategia, explica Monegro, se desarrolla a través de áreas de atención a usuarios, y de sensibilización y capacitación a capacitadores en cada región y áreas de salud, quienes, a su vez, transfieran conocimientos y apoyen al personal de los establecimientos de salud para su implementación.
De acuerdo a la directora del Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/SIDA (ONUSIDA), Bethania Betances, erradicar la discriminación por VIH como problema de salud pública, es una de las metas para eliminar el VIH al 2030, lo cual se traduciría en un avance importante para los grupos vulnerables en términos de derechos. Esta iniciativa se vincula, además, al número tres de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, orientado a garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
“La conmemoración del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, el 17 de mayo, es propicio para exhortar a todo el mundo unirse al movimiento por la justicia social, la igualdad y la equidad, para que todas las personas puedan vivir con respeto y dignidad”, expresa.
Las acciones de sociedad civil están dirigidas al reclamo de respeto a los derechos de las personas transgénero, como indica Cristian King, director de TRANSSA Dominicana, quien refiere que desarrollan el observatorio de derechos humanos de personas trans, mediante el cual, desde 2007, han documentado 71 casos de discriminación, 36 crímenes de odio y 4 sentencias, en articulación con el observatorio de grupos vulnerables.
Destaca que la discriminación a la población trans es parecida al racismo, porque está relacionada con la apariencia física y crea exclusión, limitación en el ejercicio pleno de ciudadanía, violencia física, verbal y psicológica. A King le preocupa que en el país no exista un marco regulatorio de protección a esta población. “Es necesario una ley de identidad de género, debido a que tenemos una apariencia que no se corresponde con lo que la sociedad ha determinado para nuestro sexo: somos hombres, pero nos expresamos con una identidad de género femenina”, reflexionó.
Otras organizaciones junto a las cuales TRANSSA impulsa una Ley de Identidad de Género son la Comunidad Trans, Trabajadoras Sexuales y Trasvesti (COTRAVET) y Grupo TransEste Podemos Avanzar (TEPA).
Orgullosa del trabajo que desarrolla y de sus familiares
Para Michelle, el deseo de ayudar a personas como ella y el hecho de conocer en carne propia la discriminación, es la razón del compromiso con el que desempeña su puesto como promotora de derechos humanos y salud en TRANSSA Dominicana, organización sin fines de lucro dedicada a brindar orientación y educación sobre salud y empoderamiento a personas transgénero.
Lo más importante de su labor, destaca, es dar apoyo y orientación en las calles a las trabajadoras sexuales trans, sobre sexualidad, derechos y prevención de las Infecciones de Transmisión Sexual.
El hecho de que estas confíen en ella, le cuenten cómo se sienten y hablen de la condición de salud que les afecta, la llena de satisfacción. “Poder ayudarlas, indicarles dónde y cómo buscar atención me hace ver que estoy siendo una buena lideresa de mi comunidad trans”, expresa con una leve sonrisa dibujada en los labios.
El 74% de los dominicanos y dominicanas aceptarían a un hijo o hija homosexual, conforme datos del Estudio de Opinión Pública sobre Desigualdad de Género, Salud Reproductiva y Discriminación contra Minoría Sexuales y Personas con VIH. Los padres de Michelle forman parte de ese grupo.
De niña, tuvo claro que su padre y su madre siempre supieron su preferencia hacia lo femenino. Observaban sus ademanes, y lo asumieron de manera abierta cuando a los 12 años decidió hablar con su abuela. “Sentí una profunda satisfacción y felicidad interna, pues pude expresar lo que quería, lo que yo era y lo que sentía”, recuerda, con la mirada iluminada.
Agradece haber tenido la suerte que la mayoría de mujeres trans no tienen, porque recibir el apoyo de su familia le ayudó a avanzar, a estudiar y tener alta autoestima, concluye.
Sobre la serie “Voces por el desarrollo sostenible”
Esta historia fue elaborada por Mayra Pichardo, consultora de comunicación para ONUSIDA, para la serie de especiales para Acento, “Voces por el desarrollo sostenible”, en el marco del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, y vinculada al ODS 3, “Salud y bienestar”. La serie busca promover el debate sobre la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible.