DAJABÓN, República Dominicana.-Mientras las autoridades migratorias dicen haber tomado el control con la expedición de carnets a nacionales haitianos la competencia de quienes se benefician de la ilegalidad no se ha hecho esperar.

Enero ha sido un mes de aumentos que de forma muy peculiar también han llegado a la frontera. Reporteros del programa Código Calle, de Teleuniverso, canal 29, montaron campamento y lograron constatar que el tráfico ilegal de personas ha aumentado sus tarifas en un 100%.

El paso legal de un haitiano o haitiana implica una burocracia, y el gasto de 1,500 pesos por un carnet de migración renovable cada seis meses. Se añade el costo del pasaporte haitiano equivalente a 70 dólares. De su lado el paso ilegal promedia en 2000.00 y 3500.00 pesos en temporadas normales, en este momento ningún extranjero lo logra con menos de 5000.00 pesos. El tratarse de toda una red hace caro el viaje, pero la prisa de llegar a recuperar su trabajo y espacio apremia a los haitianos víctimas de la trata.

Los periodistas de Código Calle se alojaron en algunas comunidades colindantes al río El Masacre. Al observar con discreción pudieron comprobar que en el lugar es algo común escuchar las presiones de guardias hacia los haitianos que intentan cruzar hacia el territorio dominicano, para que les den dinero a cambio de “no mirarlos”.

Los sábados y martes son los días de mayor traslado de migrantes por las facilidades que ofrece el mercado binacional, que les permite confundirse entre la multitud de haitianos y dominicanos

En algunos casos cruzar El Masacre era tan simple como abordar un motor y pagar al militar de este lado. El problema para los haitianos es que cada vez que tiene que pasar un puesto de vigilancia debe volver a pagar.

Las casas de “acogida”, un buen negocio

Con el tráfico ilegal de haitianos ha florecido otro negocio, el de las casas de acogida, llamadas en la zona “casas de acopio”, en donde se alejan los indocumentados una vez que logran cruzar la frontera, sobre todo en horario nocturno.

Estas casas han estado en sobredemanda en las comunidades de El Arrollo, Los Cartones, Baldera, Cañongo, El Laurel y Copey.

Un dajabonense que decida poner su casa en el negocio recibe de 50 a 100 pesos por cada haitiano que se aloje en su casa y son capaces de llegar hasta 40 por jornada. En las madrugadas los haitianos son entregados a un líder de viaje.

En estas comunidades asegurar un ingreso módico de 500.00 pesos por día se ha convertido en un incentivo para las familias ahogadas en la pobreza y falta de empleo de la zona fronteriza.

El recorrido difícil y costoso

Día de mercado en DajabónUn migrante que ha viajado y conoce traficantes, tanto dominicanos como haitianos, se puede convertirse en parte del negocio.

Es este experimentado ciudadao que “riega la voz en Haití, sirviendo de contacto”, como pudo contactar el equipo de reporteros de Código Calle.

El 69% de los buscones son haitianos, según el dato confirmado por un estudio del Centro de Formación Acción Social y Agraria.

Los migrantes listos para viajar son entregados a un “potea” (traficante), quien los cruzará hasta su destino. Luego les esperan las casas de acopio que les permiten pasar su primer día amontonados.

Fuera de las casas de acopio otros investigan la hora idónea para el traslado y se hace el contacto con otro traficante, regularmente con un medio de transporte, que lleva los migrantes al punto de encuentro para ser trasladados hasta a su destino (Santiago, Santo Domingo u otras ciudades).

En caso de que los traficados no dispongan de todo el dinero que se requiera, son encerrados en las casas, y no pueden salir hasta que la red de tráfico reciba el pago exigido.

La semana pasada, en la comunidad de Mangá en Guayubín, autoridades del Ejército Nacional detuvieron un camión volteo con 39 haitianos que se dirigían hacia Santiago. Pero este apresamiento representa muy poco en comparación con el flujo diario de migrantes indocumentados que movilizan los traficantes de personas entre Haití y República Dominicana.

Los sábados y martes son los días de mayor traslado de migrantes por las facilidades que ofrece el mercado binacional, que les permite confundirse entre la multitud de haitianos y dominicanos que acuden a comprar y a vender.

Un estudio que hizo la organización CEFASA Centro de Formación y Acción Social y Agraria) indica que un 46%  de los migrantes haitianos, incluso los que habían entrado al país de manera legal, confesaron que habían sido obligados a pagar dinero a militares y civiles durante el viaje.

En estos días se comenta que “las rutas todas están calientes”, tanto por Villa Vásquez como por Santiago Rodríguez. Recientemente un grupo que fue apresado en Mao contaba las vicisitudes que se sufren al ser víctima de trata.

No obstante, el negocio continúa incrementándose, y aunque se ha comprobado que en las noches se duplica la actividad, los guardias actúan con toda libertad, como si contaran con algún amparo superior o que no temiesen a ninguna sanción.

La semana pasada, la senadora por Dajabón, Sonia Mateo, retó a las autoridades migratorias y del Ejército Nacional a presentarse en la frontera sin previo aviso, para que puedan comprobar decenas de violaciones sexuales que según ella cometen guardias del CESFRONT contra mujeres haitianas.

Como si a nadie le importara, el tráfico humano se ha convertido en una industria próspera en la zona fronteriza del noroeste dominicano, con la participación abierta de militares, buscones, poteas, y propietarios de casas de acogida.