SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Se trata de píldoras armadas con pequeñas agujas hechas de insulina seca para ser administrada desde el interior del estómago.

Un equipo de investigación dirigido por el afamado MIT (Massachusetts Institute of Technology) probó exitosamente este método en animales y se espera que dentro de unos tres años –tiempo para perfeccionar el arma- funcione también en pacientes que, por lo general, prefieren y cumplen mil veces mejor el tratamiento oral.

En el caso de la insulina para la diabetes, y de otros muchos compuestos, no puede hacer el viaje a través del sistema digestivo y sobrevivir en el intento y de ahí la obligatoriedad de las inyecciones.

La meta está en proteger la insulina de la degradación digestiva y luego ayudar a que se absorba a través del intestino hacia el torrente sanguíneo. Nadie lo ha logrado hasta ahora.

El Dr. Giovanni Traverso, un gastroenterólogo del Hospital Brigham & Women’s de Boston, uno de los autores principales del estudio revelado por la revista científica Science, dijo que esta “inyección ingerible” promete dejar que la insulina se absorba a través de la pared del estómago, adonde llegará dentro de una píldora.

"La forma en que funciona es que recorre el esófago en segundos, está en el estómago en unos minutos y luego se libera el medicamento", dijo Traverso al reconocer que el primer desafío es asegurarse de que el dispositivo aterrice en el lugar correcto.

Los investigadores elaboraron una cápsula en miniatura con una forma similar a un caparazón de tortuga que, una vez en el estómago, permite que ruede y se enganche donde se necesita que lo haga.

Por ello, la píldora hueca tiene un extremo aplanado. Esta forma -junto con el centro de masa de la cápsula cerca del extremo plano- garantiza que la píldora se enderece en el estómago, con su superficie plana orientada hacia el revestimiento del estómago. Justo dentro del extremo plano de la píldora -hecha de azúcar- se agazapa el pequeño resorte tensado, rematado con una aguja hecha de insulina sólida.

Es decir, el equipo del MIT diseñó un microinyector, como una aguja hecha de insulina seca comprimida en un punto afilado. Para alimentarlo, los investigadores colocaron un pequeño resorte que se activa una vez disuelto el disco de azúcar endurecido.

El ácido estomacal disuelve gradualmente el azúcar y cuando termine de hacerlo se disparará la insulina afilada apuntada hacia la pared del estómago. Una vez que la insulina haya sido absorbida, la cápsula que la trasportó al estómago se excreta, porque fue construida con materiales biodegradables.

Un obstáculo insalvable

Pero hay un obstáculo insalvable: funciona con el estómago vacío, sin nada que impida que el dispositivo se enganche. Traverso dijo que eso significa que este método quizá algún día reemplace a las inyecciones matinales de insulina, pero no las dosis posteriores a las comidas.

Además, se necesita más investigación para ver cómo el estómago responde a las micro inyecciones diarias durante meses y meses. También se debe garantizar que las proteínas o bacterias indeseables no puedan abrirse paso junto con la insulina.

Otro método asimismo creativo fue anunciado en octubre del año pasado por investigadores del Centro Médico Universitario (UMC) de Amsterdam, que aseguraron haber obtenido un 90 % de resultados positivos en los primeros test de un tratamiento que se basa en introducir un pequeño globo en el duodeno (endoscopia) y una vez allí inflarlo con agua caliente (95 grados centígrados) durante diez segundos.

Un año después de esta endoscopia, un 90 % de los diabéticos arrojó niveles de glucosa disminuidos y estabilizados, haciendo innecesarias las inyecciones de insulina:

https://acento.com.do/2018/salud/8618778-prueban-exito-tratamiento-elimina-inyeccion-insulina-diabeticos/