Santo Domingo, República Dominicana.- El problema de salud número uno, tanto en prevalencia como en carga, parece ser el recuerdo de un dolor anterior. En eso se basa la investigación canadiense que, bajo el título Hipersensibilidad al dolor condicionado específico del hombre en ratones y humanos, fue publicada en la revista científica Current Biology: https://www.cell.com/current-biology/fulltext/S0960-9822(18)31496-9

On the cover: A wolf lichen (<em>Letharia vulpina</em> s.l.) from Montana, US. Lichens have historically been treated as symbioses of a
single fungus and alga, but this dogma has recently been challenged by the finding
of additional fungal partners. In this issue, Tuovinen et al. (pages 476–483) show
that members of the well-studied genus of wolf lichens consistently harbor three fungi
in their cortex: an ascomycete and two basidiomycete fungi. One of the basidiomycetous
fungi, <em>Tremella</em>, was previously known only in its hyphal form and was thought to be parasitic in
nature. However, in the new study, the authors found <em>Tremella</em> in 95% of the sampled wolf lichens, without signs of pathology, suggesting a more
symbiotic relationship. The findings further change our view of the nature of lichen
and the range of possibilities and components underlying these symbioses. Photograph
by Timothy B. Wheeler; used with permission.

El recuerdo de un dolor anterior multiplica en los machos el dolor posterior

El equipo de investigadores canadienses de la McGill University y de la University of Toronto Mississauga informó que su experimento para observar la hipersensibilidad al dolor encontró “sorprendentes diferencias en los niveles de estrés entre los ratones machos y hembras", según relató Jeffrey Mogil, profesor de Estudios del Dolor del Departamento de Psicología de McGill, autor principal del estudio.

Con ese dato, extendieron el experimento a un grupo de 80 personas y, asimismo, remarcó Mogil, “quedamos impresionados cuando vimos que parecía haber las mismas diferencias entre hombres y mujeres que habíamos visto en ratones hembras y machos".

Los hombres y los ratones machos recordaron claramente experiencias dolorosas anteriores y llegaron más “estresados ​​e hipersensibles al dolor cuando regresaron al lugar en el que lo habían experimentado anteriormente”, en tanto que las mujeres y las hembras no sintieron mayor estrés por sus experiencias anteriores de dolor, precisó Mogil.

Creando recuerdos de dolor en humanos y ratones.

En el experimento participaron 41 hombres y 39 mujeres entre las edades de 18 a 40 años. Experimentaron en un primer momento bajos niveles de dolor causado por calor. Tenían que calificar el nivel de dolor en una escala de 1 a 100 puntos ("calificaron" el dolor en los ratones por la rapidez con que se alejaron de la fuente de calor).

Luego de la experiencia inicial de dolor bajo, hombres y mujeres experimentaron en una segunda fase un dolor más intenso, provocado por un brazalete de presión arterial fuertemente inflado con el que tuvieron que ejercitar sus brazos durante 20 minutos. Solo siete de los 80 calificaron el dolor con menos de 50 puntos.

Para observar el papel que desempeña la memoria en la experiencia del dolor, al día siguiente fueron regresados a la misma sala y una vez más se les aplicó calor a sus brazos (a las patas traseras) y solo los hombres calificaron el dolor como mayor, pese a que fue igual de intenso.

“Esperábamos ver una mayor sensibilidad al dolor el segundo día, pero no había ninguna razón para esperar que fuera específico para los hombres. Eso fue toda una sorpresa", relató el científico.

El bloqueo de los recuerdos hizo desaparecer al dolor

Para confirmar que el dolor aumentó debido a los recuerdos del dolor anterior, los investigadores inyectaron en los cerebros de los ratones un medicamento llamado ZIP que bloquea la memoria. Cuando realizaron el experimento de memoria del dolor, estos ratones no mostraron signos de dolor recordado.

"Se trata de un hallazgo importante. Cada vez hay más evidencias que sugieren que el dolor crónico es un problema en la medida en que lo recordamos", dijo a su vez la investigadora Loren Martin, una de las autoras del mismo estudio, también docente de la Cátedra de Investigación Traslacional del Dolor.

"Si el dolor recordado es una fuerza impulsora para el dolor crónico y entendemos cómo se recuerda el dolor, entonces podemos ayudar a algunos pacientes a tratar directamente los mecanismos detrás de los recuerdos", añadió la investigadora con un optimismo avalado por Mogil.

"Esta investigación respalda la idea de que la memoria del dolor afecta al dolor posterior (…); creo que es apropiado decir que un estudio más profundo de este fenómeno extremadamente robusto podría darnos ideas que pueden ser útiles para tratamientos futuros del dolor crónico", declaró Mogil y remató con humor: "No lo digo a menudo, pero después de este estudio, no estoy muy orgulloso de mi género".