Las recientes elecciones generales producen una reconfiguración del partidarismo político, dejando apenas 7 partidos con personería jurídica, si se aplica el promedio en los tres niveles de votación, lo que implica que 20 perderían la personería jurídica y su derecho a la participación electoral, y 22 si fuere solo por el presidencial.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM), a 6 años de constituido,  emerge como mayor fuerza política, mientras los dos que dominaron el escenario de la segunda mitad del siglo pasado caen a la categoría de minoritarios, lo que implica que verán reducido drásticamente el subsidio estatal.  

Debacle de los minoritarios

Las elecciones presidenciales y congresuales del 5 de julio arrojan una reconfiguración del partidarismo político nacional sin precedente, por la acentuación de la bipolarización del voto, pero más aún por la Ley de Partidos Políticos, 33-18 de agosto del 2018, que endureció las condiciones para mantener la vigencia de las organizaciones políticas. Su artículo 75 establece una nueva y primera causal de pérdida de la personería jurídica de los partidos, el no obtener por lo menos 1% de los votos válidos emitidos en la última elección nacional. La segunda causa es no alcanzar representación congresual o municipal. Antes de esa ley bastaba con ganar un regidor o director municipal para mantener la personería. Ahora son las dos condiciones a la vez.

El cómputo final de los comicios de julio 5 indica que 20 de los 27 partidos participantes no alcanzaron el 1% en el promedio de votación de los niveles presidencial, senatorial y de diputados. Si se aplica sólo por el resultado presidencial serían 22 los excluidos, y sólo quedarían reconocidos el PRM, Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el nuevo Fuerza del Pueblo, que postuló a Leonel Fernández,  el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y el Reformista Social Cristiano (PRSC), que alcanzaron más del 1% tanto en el presidencial como en el promedio de las tres boletas. Alianza País (Al País) y Dominicanos por el Cambio, (DxC) quedaron en 0.96 y 0.77% en la boleta presidencial, pero en las otras dos lograron suficientes votos para promediar en las tres 1.37 y 1.05%, respectivamente.

Resalta que 12 partidos no alcanzaron siquiera el 0.50% del voto presidencial, y la mitad de esos ni siquiera llegó al 0.25. En el piso quedaron el Partido Demócrata Popular, con 0.10% y sólo con 0.8% son tres, los partidos Demócrata Institucional, Revolucionario Independiente, y el Nacional de Voluntad Ciudadana.

Debutando con su nuevo partido Fuerza del Pueblo, el expresidente Leonel Fernández alcanzó una votación para la presidencia por debajo de  lo que podía esperarse, víctima de la bipolarización, acentuada por el cansancio de la población y el miedo a una segunda vuelta en medio de la pandemia del Covid-19.

Una ley muy excluyente

Los que pierden la personería jurídica ahora confrontan más dificultades para recuperarla, porque la nueva ley en su artículo 15.6 establece que para ser reconocido un partido tiene que presentar el aval del 2% de  los votos válidos emitidos en la última elección general, duplicando la proporción que se requería anteriormente. Como los votos válidos a nivel presidencial fueron 4 millones 103 mil, el 2% serían 82 mil  ciudadanos, cuando 12 partidos no alcanzaron ni 20 mil votos en julio, y 6 por debajo de 10 mil.

La ley es tan severa que ahora se daría la contradicción de que 6 partidos que obtuvieron representación en la Cámara de Diputados, gracias a sus alianzas, y otro que consiguió un senador, el Bloque Institucional Social Demócrata, perderían la personería jurídica al no registrar el 1% de los votos válidos, ni en el nivel presidencial ni en el promedio de los tres. Los seis son los partidos  Humanista Dominicano, Revolucionario Social Demócrata, Frente Amplio, Popular Cristiano, Liberal Reformista y Cívico Renovador.

Ya algunos de esos partidos han anunciado su disposición de recurrir ante el Tribunal Constitucional para que haga prevalecer la personería jurídica a todos los que tengan representación en el Congreso Nacional por mandato de los electores.

La mayor bipolarización entre el PRM y el PLD, por lo menos en relación a las elecciones presidenciales del 2016, es de los factores que reconfiguran el cuadro  partidista. Esos dos totalizaron 81.67% del voto válido, mientras 4 años antes fue 77.04, entonces con participación de 26 partidos.

Se hunden los más viejos

Es relevante que los dos partidos más antiguos, el PRD, desde 1939 con 81 años, y el PRSC, desde 1964, con 56, que se disputaron el poder político por décadas, perdieron la categoría de “mayoritarios”, al haber quedado con votación menor al 5% tanto en la presidencial como en el promedio. En la presidencial con 2.38 y 1.60%, y en el promedio de los tres niveles 3.59 y 2.95%, respectivamente.

Estos dos partidos salen de la franja privilegiada del 80% del subsidio estatal que el artículo 61 de la Ley de Partidos ordena distribuir en partes iguales entre los que hayan obtenido más del 5% de los votos válidos en la última elección general. En el 2016 el PRD consiguió el 5.86 y el PRSC 5.62%. Para este 2020 el subsidio era de 1.610 millones de pesos, y el 80% 1,288 millones que entre 4 daba a 322 millones de pesos. Como el 20%, equivalente a 320 millones de pesos, se distribuía entre 22 partidos, en promedio les tocaba 14 millones 500 mil a cada uno de los “minoritarios”. Es decir que estos recibían 22 veces menos.   

El PRD cayó abruptamente de una votación presidencial del 42% en el 2012, al 5.86 en 2016, tras la división provocada por la expulsión de  dirigentes como el expresidente Hipólito Mejía, quien acababa de obtener 47% del voto presidencial frente al 51% de Danilo Medina, lo que provocó la partida de muchos otros para constituir el PRM en el 2014. Pactando con el entonces presidente Leonel Fernández, el presidente del PRD, Miguel Vargas, consiguió el apoyo decidido del gobierno y de las cortes que controlaba, para  apropiarse del histórico partido,  pero quedó con una minoría.

La decadencia del PRSC ha sido progresiva desde la salida del poder  de su caudillo Joaquín Balaguer, en 1996, quien gobernó 12 años consecutivos y después otros 10. Muerto el líder, el reformista ha aparecido como comodín aliándose indistintamente al PLD, al PRD, al PRM y este año al nuevo FP de Fernández.

Luis Abinader en campaña

El gran salto del PRM

A sólo 6 años de su constitución, el PRM es el partido que más rápido ha alcanzado la presidencia de la República, al alcanzar el 52.52%, incluyendo el 3.81% aportado por seis aliados, clave para superar la mayoría absoluta necesaria. Con ellos aseguró también la mayoría en ambas cámaras legislativas, y por igual en las elecciones municipales de marzo, con la mayoría de los municipios. Su votación presidencial propia se incrementó en 963 mil 138 votos, del 2016 al 20, al pasar de 1 millón 236,771 a 1 millón 998,407. Porcentualmente pasó de 26.82 a 48.70, para un incremento de 21.88 puntos.

Por su parte el PLD perdió 17.25 puntos porcentuales, bajando de 50.22 a 32.97% de los votos válidos. Se redujo en 963 mil 138 sufragios, de 2 millones 315 mil 980 a 1 millón 352 mil 842. No sólo perdió la presidencia sino que colapsó en el Senado al caer de 30 a 6 escaños, incluyendo a sus aliados.

Debutando con su nuevo partido Fuerza del Pueblo, el expresidente Leonel Fernández alcanzó una votación para la presidencia por debajo de  lo que podía esperarse, víctima de la bipolarización, acentuada por el cansancio de la población y el miedo a una segunda vuelta en medio de la pandemia del Covid-19. Pero con 5.65% en el nivel presidencial y 5.17 en el promedio de los tres, logró quedar junto al PRM y el PLD  entre los “mayoritarios” con derecho a la franja privilegiada del subsidio estatal, vital para su potencial desarrollo. .   

De los partidos minoritarios más antiguos, los que quedaron peor situados en el voto presidencial fueron el PNVC y el PRI, ambos con sólo 0.08, y el PQDC, que obtuvo  0.32%. Otro con 0.08% fue el PDI, mientras la FNP quedaba en 0.20%.   

Reforma electoral integral

A la luz del proceso electoral 2020, tanto la misión de observación electoral de la OEA, como la Fundación Institucionalidad y Justicia, Finjus, han demandado nuevas o reiteradas reformas electorales, que para esta última debe ser integral. Parten de las deficiencias, contradicciones e imprecisiones de las Leyes de Partido y del Régimen Electoral aprobadas en los últimos dos años.

Una de las deficiencias del sistema de partidos está cifrada en las dificultades para que los emergentes puedan competir en un mercado sin reglas claras o normas que no se cumplen, tendiendo a eternizar la dominación de los establecidos. Se criticaba la desproporción de partidos, 27 reconocidos, la mayoría dependientes de alianzas, pero las nuevas normas van al extremo de la desaparición de tres cuartas partes, aún de varios con representación en el Congreso Nacional, lo que es casi un absurdo.

La realidad es que la configuración partidista pasó del minifundio al latifundio político, y con cerca de alambre de púa para que las nuevas opciones y las antiguas queden descalificadas. Aunque ya se plantean brechas para que al menos los 7 con representación congresual puedan saltar la verja y quedar en el sistema.-