WASHINGTON, Estados Unidos. HOLMAN W. JENKINS, JR., en el diario The Wall Street Journal, plantea las dificultades que tiene el Medicare y los pocos esfuerzos que realiza para detectar el fraude, pero entiende que a partir del caso Robert Menéndez y Salomón Melgen, las cosas deben ser diferentes.
Los costos operativos del Medicare son bajos, y cuando algo pasa con los médicos que facturan mucho, como el caso de Melgen, los profesionales de la salud van al Congreso a calentar los oídos de los legisladores. Y nada pasa. Ahora es diferente.
El siguientes es el análisis de HOLMAN W. JENKINS, JR., publicado por The Wall Street Journal, y traducido por Iván Pérez Carrión para Acento.
Del Medicare, Melgen y Menéndez
En el escándalo hay una interrogante: ¿Cuánto del gasto del Medicare en realidad vale la pena?
El crecimiento del gasto de Medicare no puede disminuir, como lo ha hecho en los últimos años, sin que la cuestión de por qué se convierte en un fútbol político sobre el cual se libran batallas ideológicas.
El descenso entre 2011 y 2014 medido en US$800 por beneficiario puede deberse en gran medida al beneficio de medicamentos del Medicare; en menor medida, debido a los mejores datos demográficos de salud de los recientes beneficiarios del Medicare; pero en absoluto debido a la Ley de Asistencia Asequible. Pero de ahora en adelante, si somos tan afortunados como para ver que la desaceleración se mantiene, hay una razón probable unida tangencialmente el escándalo del senador Bob Menéndez.
Hace un año, después de una batalla política y jurídica de 30 años, el Medicare abandonó la pelea y comenzó a publicar los registros individuales físicos de facturación. De repente, una gran cantidad de médicos encontraron entre los “Top 10” de las listas compiladas por los medios de comunicación locales. Un médico cuyas facturaciones fueron impugnados por el Dallas Morning News dijo al periódico que él ya no atendía a los pacientes de Medicare. “Estoy más en el cricket. He estado viendo el cricket y haciendo comentarios”, dijo.
Un ginecólogo de Michigan estaba asignando a prácticamente todos sus pacientes de Medicare a la más compleja y generosamente reembolsada categoría de diagnóstico, cuando la mayoría de los médicos veían solo a un puñado al año de estos pacientes más graves del Medicare.
“Me vas a preguntar por qué estoy siendo avaricioso y me quedo con todo este dinero”, expresó otro médico a un periódico de Maryland, señalando que la mayor parte de sus ingresos supuestamente atractivos regresaron directamente a las puertas de los fabricantes de medicamentos.
Estar en la lista de los diez mejores no fue nada bueno, ya que justo o no, el público y los medios de comunicación ven fraude en eso. De hecho, la práctica de la medicina se distorsionará ahora en algunos aspectos no deseables, mientras los médicos tratan de quedarse fuera de la lista.
Aún así, ninguno salvo los ingenuos dudan de que los costos de Medicare están torvamente influenciados por los médicos, hospitales y otros proveedores que tratan de encontrar la manera de maximizar sus reembolsos. Intrigantes y no especialmente sorprendentes son los primeros resultados que incluso sugieren que la reducción del gasto puede mejorar los resultados del paciente.
Todo esto se debe ignorar, por supuesto, por los idólatras del tema “Medicare para todos”, que insisten en que todos los problemas se pueden resolver mediante la ampliación del Medicare para toda la población de Estados Unidos. El Medicare es sumamente eficiente, insisten, porque gasta sólo el 2% de los ingresos sobre los gastos generales de administración, en comparación con el 20% o más para las aseguradoras privadas.
Según esta norma, un banco es eficiente si su contabilidad no distingue un robo de un retiro de dinero.
La pregunta real es cuánto de los 98 centavos por dólar va a los servicios que son necesarios, útiles, con un precio bastante razonable y dejan al paciente en mejores condiciones. La publicación de los registros de facturación de Medicare que la agencia dice que se repetirá en intervalos regulares, nos restriega en la cara una percepción, también proporcionada por una gavilla creciente de estudios universitarios, que una parte considerable de los gastos de Medicare en realidad no le hacen a los pacientes ningún bien terrenal.
Y esto nos lleva al caso Menéndez. Los cargos federales se presentaron la semana pasada contra el senador de Nueva Jersey, alegando que él presionó indebidamente al Medicare en nombre de un amigo, el oftalmólogo de la Florida Salomón Melgen, a cambio de más de un millón de dólares en donaciones para la campaña y regalos.
La investigación del Dr. Melgen estaba en marcha, debemos tener en cuenta, antes de que los datos del año pasado lo revelaran como el principal emisor de facturas al Medicare, por una suma de US$21 millones en 2012. Por su parte, el senador Menéndez, un demócrata, ha sido una piedra en el zapato del presidente Obama en los temas Rusia, Irán y Cuba; los amigos les dan regalos a los amigos, y el médico y el senador son, y está claro, amigos en cierto sentido.
Tal vez más públicamente condenatorio que las acusaciones del Medicare son las quejas de que apoyó en los funcionarios de inmigración para que aprobaran tarjetas verdes para una serie de “modelos” de Ucrania, Brasil, y República Dominicana, con las cuales el casado Dr. Melgen estaba saliendo.
Independientemente de los méritos de la causa penal, el simbolismo de las relaciones Melgen-Menéndez es difícil de pasar por alto. Una de las razones por las que el Medicare aparece tan deseablemente baja para los analistas insinceros es la escasez de gastos del Medicare en la prevención del fraude. El Medicare gasta tan poco en la prevención del fraude no porque el fraude sea poco frecuente, sino porque a los pagadores del Medicare del Congreso les llenan el oído constituyentes como el Dr. Melgen, cada vez que los auditores molestan.
Es cierto, como nos dicen los médicos, que los registros de facturación son una ventana lamentablemente imperfecta de cómo los gastos del Medicare en realidad pueden ser útiles, ‒¿50%, el 70%? Ojalá que esta ventana se rompa más en formas más astutas.
La atención médica es una empresa con resultados mixtos e inciertos, y nunca nos vamos a sentir felices hasta que hayamos dado un gran paso atrás, hacia un mercado conformado por pacientes que gastan su propio dinero y están listos para sentirse satisfechos con los resultados. Aquí, a propósito de muy poco, enchufamos nuestra solución a largo plazo para el Medicare: Ponerlo en cero y matricular a sus beneficiarios en el ObamaCare.