SANTO DOMINGO, República Dominicana. Es fundamentalmente gente joven, alejada de los partidos políticos, la que en Chile comanda la construcción de un nuevo país, con una nueva relación entre sus habitantes. Ellos son los que emprendieron la marcha y, rescatando lo mejor del pasado, están enrumbando a todas las generaciones y entre todos están cavando ya al final del túnel.
El pasado domingo, exactamente ocho de cada diez chilenos votaron a favor de una nueva Constitución, justo un año después del inicio de un estallido social alejado de los políticos tradicionales. Son otras voces las que están hablando y una de ellas, la de un dirigente de los profesores, explicó a Acento de qué se trata.
Es la voz del profesor Hugo Gerter, encargado de comunicaciones del gremio docente chileno, quien visitó Santo Domingo para explicar lo que era eso de “Chile despertó”. Lo hizo hace ya algunos meses, pero recién este domingo sus palabras alcanzaron la dimensión de lo concreto.
Hace un año “Chile despertó” y comenzó a caminar por un negro túnel buscando la salida. Los chilenos caminaron durante meses y meses y justo al cumplirse un año de la caminata -con caídas que dejaron muertos, heridos, presos, mutilados y torturados, destrozos y acusaciones- comenzaron a cavar con las manos y el domingo apartaron las últimas piedras y empezaron a ver luz: casi el 80% votó por cambiar la Constitución creada en 1980 por la bota militar y el pensamiento ChicagoBoy de la sangrienta dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).
¿Quién es este profesor Gerter?
Soy profesor de matemáticas y física, dirigente del Colegio de Profesores, que es el símil de la organización de profesores que hay acá, la Asociación de Profesores (ADP) en República Dominicana con la que tenemos una relación estrecha de comunicación.
Fui invitado a participar en una conferencia frente al lanzamiento de un libro de experiencia legislativa comparada para América Latina y, además, otras actividades a las que he tenido la oportunidad de asistir, que me han significado aprender muchísimo de la realidad y lo que está viviendo también el pueblo de República Dominicana.
¿Cuál es el contexto de la situación chilena?
En Chile se instaló, durante la dictadura militar, un modelo político, social y económico conocido como neoliberalismo, que es un sistema que esencialmente busca la concentración del poder económico. Es un sistema que prometió darle muchas condiciones de vida más favorables al pueblo en base a una teoría que ellos tenían, que le llamaban la “teoría del chorreo”, situación que nunca llegó porque la tendencia general de ellos fue seguir concentrando riqueza y concentrando poder.
Por lo tanto, ese modelo que se instaló partió con la privatización de los recursos naturales, de todas las industrias y empresas estratégicas del país, como telecomunicaciones, la electricidad, el transporte, etcétera. Todas esas empresas que eran claves para el desarrollo del país fueron privatizadas. Pero no solamente eso fue privatizado, sino que también la salud, la educación y todo lo que fuera motivo de rentabilidad económica o de lucro. El lucro se instaló como uno de los principales conceptos de motivación existencial de la población chilena, todo tiene que tener rentabilidad y ganancia económica.
Ese sistema se instaló en la década de los 80. Pasó la década de los 90, cuando vinieron los gobiernos democráticos, pasó la época de la desconcentración de los partidos políticos y no sólo se resolvió, sino que se profundizó aún más ese modelo neoliberal y fue significando que la gente sintiera que su vida no era más que para trabajar. Tenían cosas, autos, casas, televisores grandotes, muchos objetos, pero lo debían todo, porque todo eso lo compraron a través de créditos.
El sentido de vida del chileno se transformó en un pagador de cuentas, hasta que llega un día en que la gente se aburre de todo eso.
Cuando hablamos de la concentración en grupos económicos que trajo el neoliberalismo en Chile, ¿cuáles son esos grupos en su país?
Bueno, son los grupos que tienen el sistema de previsión en el país, las llamadas AFP, después todo lo que tiene que ver con la banca, el gran empresariado, todo el sistema de financiamiento de tiendas de “retail”. Son empresas que tienen mucho poder en las comunicaciones, en el aparato financiero, de alimentos, de servicios, etc.
Es un conglomerado que concentra el 1% de la población chilena y que concentra el 26.6% de la riqueza.
Dada esa situación, ¿cuál es el punto de clímax al que llegó la población chilena que lo llevó a desatar esas protestas?
Que la gente llegó un momento en que se aburrió de toda esa situación porque se fue acumulando indignación, enojo, de tanto abuso, discriminación, prepotencia y violencia.
Se produce un hecho puntual, que son los estudiantes. Han sido una pieza clave en todo esto, te hablo de estudiantes de secundaria, de enseñanza media, no los universitarios. Ellos han sido muy coherentes en su denuncia y en solidaridad con sus padres.
Muchos de ellos salieron a protestar para que a los padres no les suban el pasaje en metro en 30 pesos chilenos (para situarlo en unos 40 pesos dominicanos), de tal manera de que invitaron a través de las redes sociales a evadir el metro, el pago del boleto del metro, saltando los torniquetes que hacen que no paguen. Eso se hizo en varios puntos una vez, dos veces, tres veces. A la tercera vez viene una represión absolutamente desproporcionada de las fuerzas y esa fue la gota que rebosó el vaso. Al otro día, en repudio y protesta a esa acción, pero, además, por todo lo que comentaba antes, la gente sale ese día a la calle masivamente de distintos lugares y no ha dejado de salir por más de 40 días.
Es decir, todos los días se hacen manifestaciones donde se exigen ciertos cambios profundos al modelo neoliberal, al modelo del sistema de pensiones, a la situación del sueldo andino, mejoría de la educación, de la salud… una demanda que tiene que ver con el día a día y con la cuestión existencial de la gente, que ha sido permanente en estos 40 días en la calle.
Eso fue lo que detonó esta protesta contra el modelo neoliberal. Evidentemente, la gente en Chile ya cambió su “switch”, cambió su conciencia con respecto a este sistema, ya se cansó del consumismo, se cansó del endeudamiento, de promesas incumplidas, de demandas insatisfechas.
El pueblo de Chile está exigiendo que, por primera vez en la historia, se empiece a priorizar a la gente común y corriente, que produce día a día, que hace que el país sea grande y que hoy día no es considerada por el sistema político, ni el sistema financiero, ni los grandes empresarios; pasan a ser mano de obra barata del sistema de producción para que las grandes empresas se sigan enriqueciendo.
A partir de esos hechos se habla de una propuesta de reforma de la Constitución. ¿Hacia dónde mira esa reforma que proponen?
Mira esencialmente a recuperar derechos perdidos, porque la Constitución de Pinochet tiene un concepto que se llama “estado subsidiario”; es decir, que delega la posibilidad de que privados se hagan cargo de la salud, de la educación, de servicios, etc., y el Estado se desatiende o atiende de forma preferente y no asegura los derechos como la educación, la salud, la vivienda, los mismos derechos humanos.
Esos cuatro temas, esencialmente, queremos reponerlos en esa nueva Constitución. También queremos incorporar el tema que tiene que ver con el reconocimiento o existencia de una nación plurinacional donde conviven y participa mucha gente que exigen sus derechos constitucionales como pueblos. Queremos que los recursos naturales sean asegurados, que sean de todos los chilenos y se elimine la privatización que todavía existe de ellos.
Queremos vivienda, recursos naturales, libertades aseguradas absolutamente. No queremos leyes especiales como las que se están promulgando hoy día para que la gente deje de salir a la calle, y queremos que la libertad de expresión y de prensa sea fundamental.
Nosotros necesitamos recuperar derechos perdidos que ya no están. Todos estos que nombré no existen en la realidad. Hay una cantidad de situaciones que el país necesita recuperar, que eran propias de su condición de república antes.
¿Quiénes son los representantes del pueblo chileno ante esa propuesta? ¿Quiénes son los que se abanderan, los que llevan la voz? Digamos que la cúpula que da la cara frente a esa nueva propuesta de reforma
Esto es lo interesante del movimiento chileno porque es horizontal. No hay, hoy día, un sector político (los partidos políticos están muy alejados de esta situación, todavía no logran leer el momento que se está viviendo), es absolutamente espontáneo, no tiene conducción de ningún sector.
Lo único que ha aparecido en las últimas dos o tres semanas han sido las organizaciones sociales, estudiantiles y de trabajadores. Ellos han logrado configurar una mesa de unidad social, que representan una parte de todos los movimientos que están en las calles. Tampoco se atribuyen nada, ellos mismos lo han dicho: “nosotros representamos el sector organizado de la sociedad (que son los estudiantes, trabajadores, feministas y ambientalistas)”. Representan un sector, pero hay una gran masa que es absolutamente inorgánica, pero está todos los días en la calle y se organizan a través de las redes sociales. Se autoconvocan, se autorregulan y van generando nuevos lazos de relación.
Esta mesa de unidad social ha estado inter locutando con el gobierno, y el gobierno lo está aprendiendo a reconocer como una de las organizaciones con que se puede dialogar.
Todo se está dando como masas que funcionan en conjunto. ¿Todavía no hay miras de que vaya a surgir un líder de ahí? ¿No hay un Guaidó todavía?
No, no se vislumbra eso.
¿Y cuál es el sentir de la gente con la propuesta de reforma?
La gente hizo un clic. El chileno no es el mismo de hace dos meses atrás. Hay una transformación profunda, hay un cambio de conciencia y, por lo tanto, la gente dice que hasta el momento no hemos ganado nada porque ninguna de las peticiones de fondo se ha logrado en medidas concretas, y mientras no existan esas medidas concretas, incluyendo una nueva Constitución e incluyendo una Asamblea Constituyente, la gente no va a dejar de luchar ni de movilizarse.
Una de las demandas importantes de la ciudadanía es terminar con el sistema de pensiones que en Chile gana millones y millones, a las empresas de pensiones les salen los billetes por las orejas, es una bolsa gigante de utilidades que obtienen a cambio de pensiones míseras donde el trabajador jubilado no tiene recursos ni siquiera para su subsistencia básica.
Hay muchos de estos jubilados que tienen que salir a conseguir dinero a la calle, colegas míos que jubilaron y al poco tiempo aparecían vendiendo pancitos en mi colegio para poder subsistir y mantenerse. Situaciones de ese corte dramático que viven los jubilados en Chile hay por montones.
Si ves las utilidades de las AFP te preguntas: ¿Cómo puede existir gente tan cruel que puede generar este tipo de desigualdad, este tipo de miseria? Eso en Chile existe, eso está. Tengo entendido que en nuestros países también se está implementando este tipo de sistema, que yo les pido que le pongan atención al proceso chileno, porque la verdad es que nosotros éramos portadores de un modelo neoliberal hacia el mundo donde se suponía que nuestra economía era abundante, que había un crecimiento enorme para nuestra población; eso no era real. Era real para un pequeño porcentaje de la población que se beneficiaba del trabajo de la población.
Eso en Chile tiene que cambiar ahora y la gente no se va a ir a sus casas hasta que eso no suceda, esa es la sensación que tengo hasta el momento.
¿Entienden que se puede llegar a un consenso?
Se debe llegar a un consenso, a una solución, pero… está difícil. No te digo que la cosa está simple. El gobierno, la élite económica en Chile, los empresarios, van a defender el modelo a todo esfuerzo. Ellos tienen mucho poder económico, pero también tienen el poder de la fuerza.
¿Usted ha participado activamente de esas manifestaciones?
Sí, muchas veces. Las manifestaciones son todas muy pacíficas. En general, el 98% de las personas que salen a marchar en las calles, son gente no violenta, gente pacífica que toma la metodología de acción para protestar contra las injusticias, y la gente respeta esa forma. Hay un 1% que genera desmales, pero que tienen años.
Ellos son los responsables de muchos de esos destrozos, hay mucha delincuencia asociada a ellos también; pero eso no representa nada la situación general del país. Es decir, con marcha o sin marcha, con protesta o sin protesta, esos grupos siempre van a existir.
¿Siendo realista, hacia qué propuesta usted cree que pueden llegar?
El centro está puesto en crear una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución, desactivar el sistema de previsión y dar recursos en salud y educación. Si se avanza en esos temas, creo que puedo decir que hay un avance considerable en las peticiones de la gente. Hasta el momento, eso no se ha dado.
¿Se ve posible en un período corto de tiempo?
No, no se ve en un período corto. Vamos cumpliendo dos meses de manifestaciones. Dos meses y todavía tenemos para rato.
La posibilidad de un acuerdo a una Asamblea Constituyente se divorció, al menos a nivel de parlamento no sigue en conversación porque no hay acuerdo. No hay acuerdo porque hay un sector que no quiere hacer la Asamblea Constituyente y hay un sector asociado al capital y aparato productivo del país, que quiere mantener asegurado su porcentaje de participación en la Constitución. Es decir, por un tercio de la población que representan, quieren imponer a todos los chilenos su mirada respecto de cómo debe ser la Constitución. Eso es inaceptable, y creo que el pueblo chileno nunca lo va a aceptar en las condiciones que está ahora.
Si eso se alarga, ¿ve venir en Chile una crisis como la venezolana?
Estamos en crisis hace rato, producto de estas movilizaciones. Llevamos cuarenta días, el país no produce. Chile está completamente tapeado, los negocios están con latas en las ventanas porque ha habido mucho destrozo en ese sentido, no hecho por los manifestantes. La situación es bastante dramática en ese sentido. Obviamente, en esa dinámica, la producción del país se va a ver afectada. Podemos avanzar sin duda a un desabastecimiento y crisis económica seria, pero la gente está dispuesta a vivirlo hasta que se haga un cambio de fondo y a la estructura.