SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Según los resultados de una investigación presentada en el encuentro anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica, efectuado esta semana en Washington, la adicción a los juegos en internet afecta los impulsos cerebrales en los hombres.

Estos desarrollan con mayor peligrosidad la adicción conocida como IGD (siglas en inglés de Desorden de Juego en Internet), que se caracteriza por la necesidad compulsiva de jugar online al punto dejar de lado cualquier otra actividad o aspecto de la vida.

La investigación, en la que participaron 32 hombres y 23 mujeres, todos diagnosticados con IGD, junto a otros 52 controles sanos (30 hombres y 22 mujeres de la misma edad), concluyó en que hay diferencias entre esos dos sexos, ya que el cerebro femenino no registró la disminución de actividad cerebral en el giro frontal superior ni en el lóbulo prefrontal evidenciada en los varones.

"El uso de internet es una parte integral de la vida cotidiana… y la pérdida de control sobre su uso podría derivar en varios efectos negativos", alertó en el estudio su autora principal, la doctora Yawen Sun, del Departamento de Radiología del hospital Ren Ji, afiliado a la Universidad Jiao Tong de Shangái (China).

El trastorno de los juegos de Internet se ha convertido en un importante problema de salud pública en todo el mundo, principalmente en adolescentes y adultos jóvenes, se lee en el estudio, publicado en la edición de este miércoles de la revista científica ScienceDaily, bajo el título “La adicción al juego en línea afecta el control del impulso cerebral en los hombres”: https://www.sciencedaily.com/releases/2018/11/181128082640.htm

Podría degenerar en adicciones a sustancias nocivas

"Los hombres mostraron niveles más bajos de controles impulsivos en comparación con las mujeres… de forma gradual, llegan a aumentar más", explicó Yawen Sun al destacar que un "córtex prefrontal" que no funciona correctamente podría llevar a hombres con IGD a ser cada vez más impulsivos, lo que podría degenerar, a su vez, en adicciones a sustancias nocivas.

Efectivamente, la investigación se suma a un creciente cuerpo de literatura que vincula los problemas de comportamiento asociados con IGD con los que se encuentran en personas con registro de consumo con abuso de drogas.

Las personas con IGD, se añade en este trabajo, “a menudo sufren un deterioro significativo, angustias… y así pueden experimentar efectos negativos en el trabajo, en la escuela o en las relaciones debido a la cantidad de tiempo que pasan jugando. También muestran síntomas de abstinencia cuando no juegan”.

Esta y otras diferencias aparentes en el estudio sugieren que la IGD puede interactuar con patrones específicos de género de la función cerebral. Sun señaló que las diferentes tasas de maduración en los cerebros de hombres y mujeres también podrían contribuir a alteraciones específicas de género en la IGD.

Por ejemplo, la corteza prefrontal, que tiene un papel central en la función ejecutiva y la inhibición, madura más tarde en los hombres.

Los juegos online proliferan enormemente

Los juegos por Internet o en línea han proliferado enormemente en las últimas décadas. Esto incluye los juegos sociales, juegos móviles y juegos multijugador, que generan miles de millones de dólares para las empresas involucradas en este negocio de dispositivos.

Según la compañía de medición de datos Nielsen, solo en EEUU unas 162 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población de ese país, viven en una casa con una consola de videojuegos.

Fallos en el uso de las fMRI y de investigadores

Se supone que este estudio publicado en la revista científica ScienceDaily ha corregido los fallos detectados hace dos años con el uso de las fMRI, errores que, sumados a otros de los investigadores, invalidaron miles de estudios del cerebro.

La revista científica Proceedings de la estadounidense Academia Nacional de Ciencias (Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAS) publicó el 12 de julio de 2016 un estudio sobre este fallo informático en fMRI y sumó a ello algunas malas prácticas generalizadas en algunos investigadores vinculadas a la omisión de revisiones exhaustivas de datos base, lo que a la postre puso en entredicho 15 años de investigaciones cerebrales: http://www.pnas.org/content/113/28/7900

Un fallo del software que lee las resonancias magnéticas de la materia gris incidió en que se detectara un 70% de situaciones en las que el programa iluminaba una región en la que en realidad no pasaba nada.

¿Qué es la resonancia magnética funcional, fMRI ?

La imagen por resonancia magnética funcional (fMRI) es el método más extendido para estudiar el esfuerzo que realiza una región determinada del cerebro cuando se le asigna una tarea. La fMRI detecta qué zonas están reclamando más energía del flujo sanguíneo gracias al oxígeno que transporta. El resultado son esos mapas en 3D de la materia gris con unas zonas iluminadas.

El equipo de científicos liderados por Anders Eklund destapó con el estudio publicado en 2016 que muchas de esas zonas se pudieron iluminar por error precisamente debido a ese fallo del software.

Adicionalmente, y debido a un rigor laxo de algunos de sus colegas que no cayeron en cuenta de ese y otros errores, algunos derivados de no revisar a plenitud todos los sustentos externos de sus investigaciones, terminaron por inflar las tasas de falsos positivos.

Estos programas dividen el cerebro humano en 100.000 voxels, que son como los píxeles de una foto en versión tridimensional.

El software interpreta las indicaciones de la resonancia magnética e indica en cuáles habría actividad, a partir de un umbral que en muchos casos ha sido asimismo más laxo de lo que debiera, propiciando falsos positivos.

Además, los autores de la revisión analizaron una muestra de 241 estudios del cerebro y descubrieron que en el 40% de ellos no se habían aplicado las correcciones de software necesarias para asegurarse de la pulcritud de las investigaciones, agravando la incidencia de los falsos positivos.

El revuelo fue sobresaliente en el campo de la neuroimagen, porque inicialmente y en base a la muestra se cuestionó la validez de más de 40 mil estudios.

Esta cifra luego se fue reduciendo hasta que unos meses después se calculó que eran solo 3 500 los trabajos "papel mojado". Pero es imposible, en realidad, saber a ciencia cierta cuáles son o cuántos, exactamente, con lo cual la neuroimagen arrastra tres lustros de sombras y dudas.