DUBLÍN, Irlanda.- El partido Fine Gael del primer ministro irlandés, el democristiano Leo Varadkar, y el centrista Fianna Fáil de Micheál Martin, líder de la oposición, toman conciencia desde ya que ninguno obtendrá la mayoría absoluta cuando en las próximos días concluya el escrutinio de las elecciones del sábado.

Tampoco obtendrá la mayoría el partido que ha irrumpido en las elecciones de este fin de semana: el Sinn Féin, el brazo político del ya desaparecido Ejército Republicano Irlandés (IRA).

Las dos formaciones hegemónicas irlandesas, con muy pocas diferencias ideológicas entre ellas, se han visto sorprendidas por la histórica irrupción del izquierdista Sinn Féin, antiguo brazo político de ya inactivo IRA, que de la mano de Mary Lou McDonald ha acabado con casi un siglo de bipartidismo.

Cuando se habían adjudicado este lunes 134 de los 160 escaños en juego, el Sinn Féin obtenía 37, por 29 del Fine Gael (FG) y 27 del Fianna Fáil (FF).

El Sinn Féin se ha mantenido en cabeza desde que comenzó el recuento el domingo, tras lograr el 24,5 % de los votos de primera referencia, frente al 22,2 % del FF, el 20,9 % del FG, el 7,1 % del Partido Verde y el 4,4 % del Laborista.

El sistema de transferencia de votos entre aspirantes -procedentes de segundas y posteriores opciones expresadas en la papeleta- beneficia más al FG y el FF que al Sinn Féin, que presentó menos candidatos que sus dos grandes rivales.

Además, el antiguo brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA) resulta menos atractivo para una gran parte del electorado por su relación con el pasado conflicto norirlandés, si bien McDonald, que sustituyó en 2018 al histórico Gerry Adams, representa a una nueva generación sin vínculos con la lucha armada.

Por ello, será el recuento de las siguientes preferencias el que determine el número exacto de diputados que obtendrá cada partido y las proyecciones indican que los centristas de Martin podrían situarse en torno a los 40 escaños, ligeramente por delante del FG.

A poca distancia estaría el Sinn Féin, que tenía 22 escaños en la pasada legislatura.

Los tres, no obstante, se quedarán lejos de la mayoría absoluta, lo que les obligará a buscar apoyos entre los partidos minoritarios e independientes.

"Quien sabe, quizá sea la próxima 'taoiseach' (primer ministro en gaélico)", fue la respuesta que dio hoy McDonald cuando fue preguntada en la calle por sus opciones para liderar el próximo Gobierno.

La líder republicana, dublinesa de 50 años, ha sido la gran protagonista de unos comicios que han transformado el tablero político irlandés, atacando los puntos flacos de la boyante economía nacional, que registra la tasa de crecimiento más alta de Europa y el pleno empleo.

En ese sentido, ha sabido transformar en votos el descontento de una gran parte de la ciudadanía, entre ellos los más jóvenes, con la crisis de la vivienda, el encarecimiento del alquiler o el deterioro de la sanidad pública.

"Esta campaña ha girado en torno al cambio. La gente ha votado a Sinn Féin para que esté en el Gobierno, para que marque la diferencia, para ponernos a prueba, para cumplir con las promesas", explicó McDonald en una entrevista con la cadena pública RTE.

La dirigente nacionalista quiere un Ejecutivo progresista y, aunque no descarta una coalición con democristianos o centristas, ha dicho que preferiría gobernar sin el apoyo de FG o FF, los partidos que se han repartido el poder desde la creación de este país hace casi un siglo.

De hecho, sus primeros contactos para explorar opciones de gobierno ha sido con otras formaciones minoritarias, como verdes, laboristas, socialdemócratas o diputados antiausteridad.

Por su parte, Varadkar y Martin siguen insistiendo, aunque cada vez con la boca más pequeña y con ambigüedades, en que no pactarán con los republicanos por su pasado violento y sus políticas económicas, que tachan de populistas y radicales.

El ministro de Finanzas y director de campaña del FG en estas elecciones, Paschal Donohoe, afirmó hoy que, "probablemente", su partido "mantendrá algún tipo de contacto con el Sinn Féin" cuando se conozcan los resultados, pero repitió el mensaje de su líder sobre el rechazo a formar gobierno con McDonald.

Los democristianos creen que podría atraer a varios independientes y partidos minoritarios, pero incluso esa opción podría no ser viable si no se dan los números necesarios, por lo que Varadkar no ha descartado formar una gran coalición con su rival histórico, el Fianna Fáil.

Los democristianos ya permitieron al FG gobernar en minoría durante la pasada legislatura con un acuerdo con el que apoyaron los presupuestos generales y se abstuvieron en votaciones parlamentarias clave, como mociones de censura.

No obstante, ese acomodo les ha costado votos en estas elecciones, pues la ciudadanía considera que existe "compadreo" entre los hasta ahora grandes partidos irlandeses para seguir repartiéndose el poder.

Lo que es seguro es que, tras el anuncio de los resultados finales, arranca un largo periodo de negociaciones que podría encallarse ante la falta de opciones viables, lo que forzaría unas nuevas elecciones.

La fotografía final de las elecciones del sábado podría quedar más clara entre hoy y mañana, cuando se espera que concluya el recuento, aunque es habitual que se demore aún más si hay impugnaciones o se piden revisiones. EFE