SANTO DOMINGO, República Dominicana.- En su acostumbrado análisis de coyuntura, el Centro Bonó llegó a la conclusión de que en esta nueva fase del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros de la República Dominicana (PNRE) debe prevalecer una actitud de colaboración sincera.

“No es el momento de intervenir en el debate público sobre el plan para sacar alguna ventaja sociopolítica, ni para desahogar identidades sociales atravesadas de resentimientos y agresividad; ha llegado el momento de colaborar para que todo salga de la mejor manera posible”.

A la luz del espacio de reflexión y acompañamiento que viene propiciando desde hace años sobre el tema, el Bonó entiende que el PNRE es una oportunidad nunca antes vista para pasar a otra etapa en la historia dominicana en lo referente a los asuntos migratorios. Pero para ello, entiende que es necesaria una comprensión matizada de lo que está en juego en estos momentos.

Lo primero que debe eliminarse es la actual polarización discursiva entre el plan como éxito y el plan como fracaso. “En realidad, estas categorías no ayudan a caminar con paso firme hacia el futuro que todo el mundo anhela, a saber, un mundo razonablemente justo, en el que convivamos en paz y armonía”. Para el Bonó, el PNRE constituye más bien una oportunidad histórica para hacer algo bien hecho. Precisó que si ahora se comienza a cumplir lo ordenado por la ley de migración promulgada en 2004, se debe al conflicto creado por los actores populares organizados que ha puesto de manifiesto las fallas del sistema jurídico y legal dominicano, no a la voluntad política primaria ni a la responsabilidad empresarial de las corporaciones. “Fueron el movimiento social organizado, algunas iglesias y gremios empresariales quienes interpelaron al Estado y propusieron un compromiso político-social por una política migratoria moderna, eficiente y realista, quienes (más allá de la ensombrecida Sentencia 168-13) demandaron que se produjera control y ordenamiento de las migraciones”, dijeron Roque Féliz y Pablo Mella, voceros del Bonó.

El Centro Bonó llama decididamente a todos los sectores sociales, nacionales e internacionales, a colaborar con las autoridades dominicanas para que no se pierda esta oportunidad histórica. Entiende que los diversos actores sociales deben de reorientar su comparecencia pública hacia una postura esencialmente colaborativa, dejando por el momento, en esta etapa del proceso, la lógica de confrontación y descalificación mutua que ha predominado.

En primer lugar, el Bonó llama la atención a las autoridades haitianas para que adopten una posición más colaborativa y responsable. Sus pronunciamientos no deben de estar condicionados por el

proceso electoral que se avecina en suelo haitiano. Cualquier denuncia que entiendan deben hacer han de dirigirla en primer lugar a las mismas autoridades dominicanas que reiteradamente han manifestado su disposición a colaborar para que todo salga lo mejor posible, dentro de las fragilidades de un proceso nunca antes visto. Un llamado similar hace a los gobiernos del CARICOM, cuyos pronunciamientos descalificadores parten de informaciones sesgadas, lo que no ayuda a transformar positivamente el clima de crispación política presentado en la región.

A la prensa internacional, especialmente a la norteamericana, llama a informarse mejor y a distinguir los distintos procesos que están en curso. Los titulares no pueden seguir pintando a la República Dominicana como si fuera el país más injusto del mundo en temas migratorios, porque esto sencillamente no es verdad. “El proceso no es perfecto, es susceptible de mejoras; pero no es satánico”.

A las ONG internacionales de derechos hace una invitación parecida. “Cuando rindan sus informes, las ONG internacionales de derechos humanos deben de evitar un lenguaje confrontador y unilateralmente descalificador”. Dado la novedad del proceso, deberán señalarse los aciertos positivos para reforzarlos e indicarse de manera propositiva cómo arreglar los errores que se han cometido.

A la ciudadanía dominicana en general, invita a abandonar el tono aireado y a distinguir bien los distintos aspectos envueltos en este proceso. Tres elementos son fundamentales en este sentido. 1) No es lo mismo un plan de regularización de extranjeros en situación irregular que una política migratoria estable y justa. La regularización es un plan extraordinario que pone las bases para un proceso racional de política migratoria. 2) No es lo mismo el plan de regularización de extranjeros que el riesgo de una situación de apatridia generada por la sentencia 168-13 y el Decreto 250 que reglamenta la ley 169-14. Este debate deberá ser retomado en su debido momento. 3) Soberanía no significa orgullo nacionalista que legitima la aplicación arbitraria de la Ley. Se trata de un término jurídico que intenta resolver los fallos de todo sistema político moderno. Por eso, República Dominicana ha soberanamente decidido pertenecer al ordenamiento jurídico internacional (Constitución Dominicana, arts. 9, 11, 20, 25, 26). Ningún Estado puede parapetarse en su soberanía para desconocer los derechos humanos de la población. No se cuestiona la potestad del Estado dominicano para organizar la política migratoria; pero el Estado no tiene potestad para limitar o restringir derechos al margen de la Constitución y las leyes.

A las organizaciones de extranjeros en el país, el Bonó pide redoblar sus esfuerzos para acompañar a las 288 mil personas que lograron inscribirse en el plan. Los días siguen corriendo para que la regularización pueda concluir efectivamente para la persona beneficiada.

Por último, el Centro pide a las autoridades dominicanas a seguir profundizando la actitud que han tomado de transparentar el proceso y de adoptar procedimientos orientados a respetar los derechos humanos. Los esfuerzos comunicativos no deben dirigirse solamente en estos momentos al “lobby internacional”, sino también a edificar a los directamente afectados por este proceso, que son las personas migrantes más pobres.

Para concluir, el Bonó llama a todas las personas que confiesan la fe en Jesucristo a hacer suyas las palabras que el Papa Francisco dirigió a los obispos dominicanos en su última visita ad limina: La atención pastoral y caritativa de los inmigrantes, sobre todo a los provenientes de la vecina Haití, que buscan mejores condiciones de vida en territorio dominicano, no admite la indiferencia de los pastores de la Iglesia. Es necesario seguir colaborando con las autoridades civiles para alcanzar soluciones solidarias a los problemas de quienes son privados de documentos o se les niega sus derechos básicos. Es inexcusable no promover iniciativas de fraternidad y paz entre ambas naciones, que conforman esta bella Isla del Caribe. Es importante

saber integrar a los inmigrantes en la sociedad y acogerlos en la comunidad eclesial”.