Berlín, 12 ene (EFE).- El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, confirmó hoy que ocho ciudadanos alemanes han muerto en el atentado efectuado por un hombre de 27 años, registrado en Estambul, atribuido por el Gobierno turco al grupo terrorista Estado Islámico (EI).
Stenmeier, durante una comparecencia ante los medios de comunicación, señaló que según la información que ha facilitado al Gobierno de Berlín el Ejecutivo turco, hay además nueve alemanes heridos, algunos de ellos de gravedad, y una peruana, residente en Estambul, que está hospitalizada con pronóstico leve.
"No nos dejaremos intimidar por el terrorismo", subrayó el jefe de la diplomacia alemana, quien aseguró que el país "plantará cara con determinación a esa lacra".
De forma similar, Ana María Sánchez, ministra de Asuntos Exteriores de Perú anunció la muerte de un turista peruano desde Lima.
Berlín ha recomendado a los turistas alemanes en Turquía evitar "provisionalmente" lugares públicos y "atractivos turísticos" en Estambul.
Todas las víctimas mortales son extranjeras, confirmó el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu. Por el momento se desconoce la nacionalidad de la décima víctima mortal.
El mandatario turco aclaró que el atentado fue perpetrado por "un miembro del Dáesh de nacionalidad extranjera".
Horas antes, un portavoz del Gobierno había indicado que el suicida era una persona de origen sirio, nacida en 1988.
Por su parte, la agencia de noticias Dogan, citando a fuentes policiales anónimas, señala que el atacante se llamaba Nabil Fadli y que habría nacido en Arabia Saudí.
"Esto es uno de los ejemplos más bárbaros de las acciones de la organización terrorista Dáesh", dijo Davutoglu, que comparó el crimen con los recientes ataques de París y otros atentados suicidas perpetrados contra civiles en suelo turco en 2015.
"No es sólo un ataque contra quienes estaban allí sino contra toda Turquía", subrayó el primer ministro.
También el presidente, Recep Tayyip Erdogan, destacó que el país eurasiático "es el primer objetivo de todas las organizaciones terroristas que actúan en la región porque Turquía lucha contra ellas de forma decidida".
La potente explosión se escuchó en numerosos barrios de Estambul hasta una distancia de más de 2,5 kilómetros, como pudo comprobar Efe, pero al producirse en una explanada abierta parece que no causó daños en edificios y monumentos.
El atentado sí ha dejado un profundo impacto en la industria del turismo, ya que numerosas reservas se cancelaron momentos después del atentado, indicó el presidente de la Asociación Sultanahmet de Turismo, Yasar Yavuz, recoge el diario Hürriyet.
"Hay 7.000 hoteles en esta zona. Los turistas ahora quieren irse. Ya están buscando billetes (para regresar a sus países). Con esta explosión, el año 2016 ha terminado para nosotros", lamentó el empresario.
La explanada de Sultanahmet, que comunica la Mezquita Azul con la basílica de Santa Sofia, el palacio de Topkapi y el aljibe bizantino es el lugar con mayor afluencia de turistas de Estambul, ciudad que recibe al año casi 10 millones de viajeros.
Es la primera vez que Dáesh golpea intereses económicos turcos, como es la importante industria del turismo, ya que sus tres atentados de 2015 se dirigieron contra reuniones convocadas por los sectores de la izquierda prokurda del país, conocida por sus posturas críticas con el Gobierno de Erdogan.
En el primero, perpetrado mediante una bomba colocada en un mitin en Diyarbakir en junio, murieron cuatro personas, mientras que el saldo fue de 33 muertos en el atentado suicida de la localidad de Suruç, el 20 de julio; y de 102 en Ankara, el 10 de octubre.
El atentado se produce justo un año después de que una mujer, identificada como una ciudadana rusa afiliada al Dáesh, se hiciera detonar, el 5 de enero de 2015, en una comisaría de la policía muy cercana a la explanada de Sultanahmet, matando a un policía.
Aquel ataque se describió como una acción individual y no produjo un gran impacto en el turismo de Estambul.
Horas después del atentado de hoy, la policía lanzó una amplia redada en Sanliurfa, una de las ciudades del sureste de Turquía que se considera retaguardia de numerosos grupos armados de Siria, entre ellos el Dáesh, informa la agencia semipública Anadolu.
En una redada simultánea en 22 domicilios y lugares de reunión, los agentes detuvieron a 21 personas sospechosas de recaudar fondos y provisiones para quienes se proponen pasar a Siria para integrarse en las filas del Dáesh.
También en Ankara se produjeron varias detenciones, pasando a prisión preventiva un ciudadano turco sospechoso de vínculos yihadistas, mientras que 15 sirios fueron entregados a la sección de extranjería para su expulsión, informa la citada agencia. EFE