SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Justiniano Montero Montero, director general de la Carrera Judicial e interino del Consejo del Poder Judicial, se encontraba impartiendo docencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, el 2 de noviembre de 2015, cuando recibió una llamada urgente, a las 5:45 de la tarde, de parte del presidente de la Suprema Corte de Justicia, mariano Germán Mejía. Necesitaba verlo de inmediato.
Salió muy rápido de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UASD, y del Edificio B, aula 303, porque entendía que la situación era urgente. No fue una ni dos veces que recibió llamadas. Quien le puso en movimiento fue la asistente de Mariano Germán, quien le dijo que la situación era urgente y que no podía dilatar su presencia en el despacho del presidente del Consejo del Poder Judicial.
Y vaya la sorpresa que se llevó Justiniano Montero Montero, oriundo de San Juan de la Maguana, quien tiene funciones permanentes como presidente de la Segunda Sala Civil de la Corte de Apelación del Distrito Nacional. Y no era para menos, porque cuando llegó al despacho de Mariano Germán allí se encontró con una escena poco común en cualquier sistema de justicia.
“…Estaban reunidos la magistrada Awilda Reyes Beltré, quien estaba sumergida en llantos y lágrimas, el magistrado juez presidente de la Suprema Corte de Justicia y el secretario general de dicho órgano, quien a seguidas solicitó que nos fuese hecha una narración de lo que había ocurrido en el discurrir de la reunión”.
Estos son algunos detalles narrados por Justiniano Montero Montero en el expediente acusatorio contra Awilda Reyes Beltré y Francisco Arias Valera, y preparado por el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito.
Montero Montero fue llamado para que actuara como testigo de las revelaciones que había hecho Reyes Beltré al presidente de la Suprema Corte de Justicia. Por eso fue sacado de un aula en la UASD y debía recibir el testimonio directamente de Reyes Beltré. Acento tiene la copia del expediente acusatorio.
“El presidente de la SCJ previo a solicitarle a la magistrada aludida que expusiera todo cuanto les había declarado a ellos, me preguntó que si conocía a la magistrada Awilda Reyes y qué ponderación me merecía. Le contesté que sí, que era una egresada de la Escuela de la Magistratura, que gozaba de un gran prestigio y de imagen como profesional y que me parecía una joven con ciertas prendas morales”.
Como si se tratase de una emboscada, Mariano Germán, dejó que fuese la propia Reyes Beltré que desmintiera el criterio del director de la Carrera Judicial.
Sigue el relato: “A seguidas el señor presidente, le dice a la magistrada Awilda Reyes, que proceda a repetir el esbozo que le habíaa hecho, la joven aún ahogada en llanto, expone lo siguiente: El señor Francisco Arias Valera se presentó a nuestro despacho y nos refirió que por instrucción del magistrado juez presidente procediera a resolver el caso del regidor por Pedro Brand y a la vez resaltó inclusive que en una ocasiónn anterior al hecho, apenas una semana antes, del evento resaltado habíaa estado con su familia y con la del Consejero Francisco Arias Valera en Bávaro”.
Sigue el relato: “El magistrado juez presidente la interrumpe y le hace el señalamiento de que en el caso Atiemar, él la había llamado y al ella expresar que en ese caso le habían hablado para resolverlo en su nombre él le resaltó que le dijo en ese momento y en esa reunión precedente que él no había mandado a nadie a resolver casos en su nombre y que es respetuoso de la independencia de los jueces, que cómo es posible que si ya él le había dejado bien claro su comportamiento ella accediera al requerimiento que le formulara este señor, con posterioridad a haberse suscitado ese problema, es decir, el caso del regidor”.
Mariano Germán quería que quedara claro, de acuerdo al relato de Montero Montero, que él respetaba la independencia del poder judicial. “Es la parte donde el magistrado le habló de la independencia y al respeto a la misma fue muy enfático”, dice el entrevistado por Laura Guerrero Peletier.
“A seguidas le declara Awilda al magistrado juez presidente, pues si se me presenta en otro momento, yo vendré a su despacho a explicárselo. El magistrado juez presidente en un tono muy enérgico le reitera que ella como juez lo que corresponde es hacer lo que su conciencia le diga y ademáss, que como él le había explicado la independencia del poder judicial la respeta a cabalidad”.
A partir de este momento Montero Montero relata la forma en que se enteró de la entrega del dinero hecha por Francisco Arias Valera a Awilda Reyes Beltré, que el dinero se encontraba en un bolso en su apartamento. Fue en ese momento cuando Mariano Germán instruyó a Montero Montero y a Edgar Elieze Torres Reynoso, secretario del Consejo del Poder Judicial, acudir al apartamento a recoger el dinero.
Salieron y se montaron en el vehículo de Montero Montero, acompañados de una persona que Awilda identificó como su pareja, “quien trataba de disuadirla del extremo llanto que la embargaba”.
Regresaron al despacho de Mariano Germán con el dinero, y luego de contar los fajos de billetes de 2 mil pesos “nos enfrascamos en una conversación sobre el mismo tema, la magistrada explicaba que era la primera vez que había incurrido en tales hazañas y que le dieran una oportunidad, que era una madre soltera de dos o tres hijos, no recuerdo bien la cantidad”.
Hubo muchas reflexiones en el despacho del presidente de la SCJ, de acuerdo con el relato de Justiniano Montero, y fue Mariano Germán quien le hizo este comentario: “Que si ella no sabe que por ese caso puede caberle cárcel, lo cual ella adoptó un comportamiento silente. El magistrado juez presidente ordenó que proceden a localizar al Consejero Francisco Arias Velera, tras varios intentos fue localizado por la vía telefónica, lo cual inmediatamente por órdenes del magistrado juez presidente nos ordenó que saliéramos del despacho tanto al declarante como al secretario general, y nosotros procedimos a salir del área”.
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