SAN FRANCISCO DE MACORÍS, República Dominicana.- Jesús Ramón Taveras Betances, el hombre que mató nel domingo a dos niños y también quería asesinar a la madre de los menores, portaba arma con permiso del Ministerio de Interior y Policía, a pesar de que había sido denunciado ante la Fiscalía por los constantes maltratos y amenazas que dirigía contra su ex pareja.

La indignación de la población de San Francisco de Macorís ha sido tan grande, que un grupo intentó quemar la casa del infanticida y exigió que se le permitiera toma la justicia en sus manos.

El segundo de los niños heridos, Luis Carlos Morillo Hernández, de 3 años, expiró anoche a las 10:45,  en el Centro Médico Dr. Ovalle, donde se encontraba recluido, luego que recibiera el impacto de tres balazos. Su hermano Luís José Tejada Hernández, de 11 años, murió a causa de las heridas de bala recibida y el  mayor de los hermanos de 16 años salvó su vida milagrosamente al refugiarse en el baño de la residencia escenario del hecho  de sangre.

El trágico suceso que ha consternado a San Francisco de Macorís, ocurrió en la residencia de la señora Carmen Hernández Ortega, ubicada en la calle Principal esquina E del barrio Cristo Rey de aquí.

La madre de los niños asesinados reveló que el hombre le había advertido en varias ocasiones que si no se reconciliaban, mataría toda su familia, situación que fue comunicada a la Fiscalía

Allí se presentó Jesús Ramón Taveras Betances, de 52 años en busca de su ex pareja quien rechazaba reconciliarse tras una larga historia de maltratos. Al no encontrarla en la vivienda la emprendió a tiros en contra de sus hijos que había procreado junto a quien durante muchos años fuera su esposo y quien meses atrás murió.

La madre de los niños asesinados reveló que el hombre le había advertido en varias ocasiones que si no se reconciliaban, mataría toda su familia, situación que fue comunicada a la Fiscalía de esta ciudad, sin que las autoridades tomaran las medidas de protección para salvaguardar la integridad de la familia amenazada.

Taveras Betances tenía una orden de alejamiento de Hernández Ortega, decisión que era violada constantemente por el homicida sin que mediara la actuación de las autoridades, quienes sabían que este portaba una pistola con permiso del Ministerio de  Interior Y Policía.

E1 confeso asesino había sido deportado en el año 2006 de Estados Unidos, donde cumplió condena por narcotráfico.

La población intenta tomar la justicia en sus  manos

Cientos de personas consternadas por la muerte a tiros de dos niños de 3 y 11 años de edad, intentaron incendiar la  residencia de señor Jesús Ramón Taveras Betances, ubicada en el ensanche San Martín de Porres.

La enardecida multitud se presentó a la residencia ubicada en la calle 7, pidiendo la cabeza de Taveras Betances.

Algunos de los manifestantes vaciaron gasolina frente a la casa con la intención de incendiarla, pero la rápida intervención de la  Policía evitó que la amenaza se materializara.

Posteriormente, cuando el autor del doble crimen era conducido a la Oficina Judicial de Atención Permanente, una multitud intentó arrebatárselo a los policías que lo custodiaban, provocando pugnas y tensiones en los pasillos del Palacio de Justicia de esta ciudad.

No obstante el número de efectivos policiales que protegía al victimario, la multitud se abalanzó hacia el sujeto, tratando de agredirlo.

Sin embargo, en una acción relámpago Taveras Betances fue introducido  por sus custodios a las oficinas del tribunal que conoció las medidas de coerción en su contra.

La Oficina de Servicios de Atención Permanente del Distrito Judicial de  Duarte impuso al  prevenido una medida de coerción de tres meses de prisión preventiva, para ser cumplidos en el Centro de Corrección de Vista al Valle.

En los pasillos del Palacio de Justicia se aglomeró una multitud que le gritaba asesino y amenazaba al imputado.

“¡Maldito, asesino, ven para matarte, tienes que pagar por lo que hiciste!”,  gritaban los parientes de los niños en medio del llanto.

“¡Queremos que no lo envíen a la cárcel, que lo suelten para nosotros hacer justicia!”, era otra de las expresiones de los consternados parientes y amigos de las víctimas.

“¡Que lo suelten para aplicarle la ley del Talión!”, gritó uno.

Tras los incidentes la seguridad fue reforzada en el entorno del Palacio de Justicia.