Betty
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Betty sigue esperando que se encuentre a los culpables del asesinato de su hija.

La constitución de Sudáfrica fue la primera del mundo que ofreció protección contra la discriminación debido a la orientación sexual.

El país también fue el primero en África que legalizó el matrimonio gay.

Pero después de una serie de asesinatos, los gays aseguran que se necesita hacer más para detener los crímenes de odio,y el testimonio de Betty Melamu es un buen ejemplo.

Melamu está sentada en un sofá en la sala de su casa en el municipio de Evaton, en el sur de Johanesburgo. Sostiene un retrato de su hija, Motshidisi Pascalina, conocida como Pasca.

Con voz temblorosa canta la canción favorita de Pasca.

"Cada vez que la escuchaba en la radio o iba a la iglesia solía cantar esa canción", recuerda.

Pasca cantaba muy bien, dice. Y también adoraba el fútbol, era muy buena estudiante y quería ser política.

"Quería hacer algo bueno", dice Melamu orgullosa.

 

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Pasca era lesbiana y su familia lo había aceptado.

Pero la risa y los recuerdos felices se están desvaneciendo y la tristeza se está grabando en su rostro.

"¿Por qué ocurrió esto?"

Pasca era lesbiana, algo que su familia había aceptado. Acababa de cumplir 21 años y había terminado los exámenes finales de secundaria cuando fue a una fiesta en diciembre.

"No sé lo que pasó después de la fiesta", dice Melamu. "Pero no regresó".

Dos días después el cuerpo de Pasca fue descubierto en un campo en un municipio vecino. Había sido golpeada y mutilada. En la morgue su familia no pudo reconocer su rostro y sólo la identificaron por un tatuaje en la pierna.

"En ese momento fui fuerte", recuerda Melamu. "Pero después sentí que me estaba volviendo loca".

"¿Por qué? ¿por qué le ocurrió esto a mi hija?", repite una y otra vez.

Pasca nació en 1994, el año que terminó el apartheid y que Nelson Mandela fue elegido presidente. Fue una de las primeras sudafricanas que nacieron en la llamada generación libre.

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La promesa de una nación arcoíris no se ha cumplido 21 años después.

En su discurso de inauguración, Mandela prometió "construir una sociedad en la que todos los sudafricanos fueran capaces de caminar con orgullo, sin ningún temor en sus corazones… una nación arcoiris en paz consigo misma y con el mundo".

¿Nación arcoíris?

21 años después, sin embargo, esta promesa sigue sin cumplirse para la comunidad LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales) del país.

En un país donde las tasas de crímenes en general son altas, las lesbianas negras que viven en los municipios pobres enfrentan riesgos particulares y a menudo sufren los crímenes más violentos.

Como mujeres, son vulnerables en un país con una de las tasas más altas de violaciones en el mundo.

Y como lesbianas en una sociedad homofóbica y patriarcal, enfrentan un peligro adicional: la idea de que pueden ser "cambiadas" y "convertidas en mujeres" por medio de lo que se conoce como "violación correctiva".

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La comunidad LGBTI de Sudáfrica se siente frustrada.

Se sospecha que esto pudo haberle ocurrido a Pasca, aunque la autopsia no está disponible para poder confirmarlo.

Y cuando ocurre un crimen, no hay garantías de que la respuesta será adecuada. Las víctimas a menudo enfrentan acosos secundarios de la policía o los trabajadores de salud.

El caso de Pasca fue asignado a un oficial de policía que en ese momento estaba con licencia y regresó a trabajar dos semanas y media después.

Frustración

Frustrada con el retraso en este y otros dos casos de violación, en enero activistas tomaron las calles de Evaton con banderas y carteles del arcoíris.

Cantaban "Pasca es nuestra hermana", y marcharon hacia la estación de policía para exigir justicia.

"La policía no está haciendo nada", me dijo Lindiwe Nhlapo varias semanas después. Ella forma parte del LGBTI Vaal, uno de los grupos que organizaron la marcha.

"La policía nos está fallando", dijo.

Desde entonces, la policía ha tratado de abordar las preocupaciones sobre la investigación de la muerte de Pasca, pero la frustración con el sistema de justicia es una historia común.

 

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En el "muro de los recuerdos" de EPOC están las caras de quienes han sido asesinados.

En el vecino municipio de KwaThema está ubicada la sede del Comité Organizador Orgullo Ekurhuleni (EPOC).

Es una pequeña casa que de día y de noche es un refugio donde los gays y transgénero socializan.

"Puedo caminar con mi pareja en la calle y tomar su mano", dice Bontle Kahlo, de EPOC.

"No puedo salir de noche y decir: 'voy a ir a bailar', porque no me siento segura. Me podrían matar por lo que soy, por la gente que amo".

Señala una pared que muestra fotos de decenas de hombres y mujeres LGBTI.

"Este es nuestro muro de los recuerdos", dice. Algunos murieron de causas naturales, pero muchas de las lesbianas en las fotos fueron asesinadas debido a su orientación sexual.

"Las mujeres son menos que los hombres", dice Kahlo. "Si eres negra, eres aún menos, y si eres negra y lesbiana básicamente no eres nadie en este país".

 

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"Si eres negra y lesbiana básicamente no eres nadie en este país", dice Bontle Kahlo (der).

Entre las caras en el muro está Noxolo Nogwaza, lesbiana de 24 años que fue violada, mutilada y asesinada en 2011.

Cinco años más tarde nadie ha sido llevado a juicio.

Sin estadísticas

"Lo que sentimos es que la policía está esperando a que nosotros les hagamos el trabajo", dice Kahlo.

"Es muy agotador ser activista pero también lo es ser policía, esforzarte todo lo posible y tener un gobierno que no te apoya".

Su pareja y compañera activista Ntuspe Mohapi está de acuerdo.

"Las cosas están empeorando", dice. "Y aquí estamos hablando sólo de asesinato. Además están las violaciones, los discursos de odio, el acosamiento en los colegios y los suicidios entre adolescentes gay".

La ley sudafricana no clasifica los crímenes de odio de forma diferente a otros crímenes, así que no hay estadísticas oficiales al respecto.

 

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Lindiwe Nhlapo está pidiendo justicia para su amiga Pasca.

Pasca era sólo una de tres personas LGBTI asesinadas en Sudáfrica durante un período de seis semanas a fines del año pasado. Las muertes rara vez reciben una mención en los medios convencionales.

Sin embargo, no siempre ha habido una falta de interés.

Después del asesinato de Noxolo Nogwaza y varias otras lesbianas en 2011, hubo un clamor global. 170.000 personas firmaron una petición pidiendo al gobierno que actuara.

"Una gota en el océano"

En respuesta, el gobierno estableció un Cuerpo Especial Nacional y una Estrategia de Intervención para reducir los crímenes de odio.

También creó un Equipo de Respuesta Rápida para asegurarse de que los crímenes de odio son apropiadamente investigados y los perpetradores procesados.

Esto ha tenido cierto éxito despejando casos pendientes de asesinatos y otros crímenes.

 

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Mpaseka "Steve" Letsike dice que hay que hacer más para cambiar las actitudes en el país.

Pero el gobierno no está haciendo suficiente, dice Mpaseka "Steve" Letsike, copresidente del Cuerpo Especial Nacional y jefe de la organización LGBTI Access Chapter 2.

"No lo estamos haciendo correctamente. Hay una brecha enorme. Necesitamos invertir nuestras energías en la prevención, en conversaciones, en diálogos".

Ya se está haciendo algo. El gobierno está financiando campañas de concientización y entrenamiento de la policía y de trabajadores de salud.

Pero "todavía es una gota en un océano", dice Letsike.

Desafíos

Viajé al suburbio de Yeoville, en Johanesburgo, donde viven muchos que han emigrado de zonas rurales y más conservadoras del país.

En un pequeño cuarto me senté a conversar con dos hombres.

"La homosexualidad es un tabú para nosotros", dice el hombre mayor. "Yo provengo de las tradiciones africanas y en nuestra lengua no tenemos una palabra para ello".

Le pregunto qué ocurriría si una de sus hijas le dijera que es lesbiana.

"Podría matarla yo mismo. Eso no es natural, es raro, así que no puedo aceptar algo raro en mi casa", dice.

 

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En Sudáfrica todavía hay muchos tabúes sobre la homosexualidad.

Sus opiniones reflejan la brecha entre la ley y la actitud de muchos sudafricanos.

Muestran que el gobierno no ha logrado crear una verdadera nación arcoíris, dicen los activistas.

"Las condiciones de la gente LGBTI en Sudáfrica han mejorado sustancialmente desde 1994″, afirma John Jeffery, viceministro de Justicia y Desarrollo Constitucional.

Su departamento es el responsable de la Estrategia de Intervención Nacional.

"Estamos tratando de educar a la gente sobre los derechos LGBTI, que los derechos gay son derechos humanos", dice y agrega que está frustrado con las críticas y que hay un límite para lo que puede hacer.

"Se puede hacer más, pero la extensión de los programas de concientización dependerá del presupuesto y del dinero que tenemos. Desafortunadamente el gobierno enfrenta cortes en el presupuesto".

 

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Betty Melamu espera poder enfrentar algún día a los asesinos de su hija.

El gobierno está actualmente en proceso de preparar una legislación que prohíba los crímenes de odio y los discursos de odio, lo cual debe permitir una mejor vigilancia y, tal como se espera, reducir el abuso homofóbico.

"No hay una solución mágica", asegura Jeffery. "Es un proceso y los procesos llevan tiempo".

Mientras tanto Betty Melamu sigue esperando.

Reza para un día pueda enfrentar a la gente que mató a su hija y saber por qué lo hicieron.

"Quiero saber, ese es el punto. Quiero que los que hicieron esto a mi niña sean arrestados, todos ellos", dice.

Cuatro meses después de que Pasca fue asesinada, nadie ha sido arrestado.

Para mucha gente LGBTI y sus familias en Sudáfrica, la seguridad, justicia y la promesa de una verdadera nación arcoíris todavía parece algo muy lejano.