SANTIAGO, República Dominicana.-En el preámbulo del éxodo de personas que se desplazan a distintos puntos del país para el feriado de la Semana Santa, el arzobispo de Santiago, Ramón Benito De la Rosa y Carpio, llamó a la población a sumarse a la prevención de la violencia y la delincuencia, pero sin olvidar la necesidad de que las autoridades actúen con apego a la justicia.

En sus reflexiones para esta Semana Santa 2011, el ministro de la Iglesia Católica, abogó este miércoles, 20 de abril, porque las familias que se vean afectadas por estos males sean capaces de transformar esos en experiencias que sirvan para evitar que otras personas mueran por las mismas situaciones.

“A las familias víctimas de la violencia, les sugiero que comparen la sangre de sus seres queridos con la derramada por Jesús en la cruz, y como él, la ofrezcan para que otros no mueran antes de tiempo”, señaló De la Rosa y Carpio.

El arzobispo de Santiago dijo que es necesario hacer como el Papa Juan Pablo II, profesar el amor y el perdón, al tiempo que se les pide a las autoridades competentes hacer la labor que les corresponde, sobre todo en término judicial.

“A los sacerdotes y religiosas les recuerdo, que no podemos hacer las tareas propias del Gobierno y las comunidades. Que debemos seguir trabajando en la prevención y en la recuperación psicoespiritual de las víctimas, pero que también podemos trabajar en la creación de un grupo de oración allí donde hay un puntos de drogas”, exclamó el religioso, al  referirse al tercer punto de sus reflexiones en esta Semana Santa.

“A las familias víctimas de la violencia, les sugiero que comparen la sangre de sus seres queridos con la derramada por Jesús en la cruz, y como él, la ofrezcan para que otros no mueran antes de tiempo”

En un cuarto aspecto, De la Rosa y Carpio destacó la necesidad de tomar las medidas adecuadas para la protección de la vida, ya que nadie está exento de los hechos de violencia.

Recomendó a los ciudadanos y ciudadanos insistir para que las autoridades dispongan de las garantías requeridas para evitar los embates de la delincuencia, la violencia intrafamiliar, las drogas, la criminalidad y la impunidad.

El predicador católico dijo que así como Juan Pablo II perdonó al responsable de su atentado, en mayo de 1981, la población no debe condenar a los responsables de muertes por hechos violentos, sino  predicar para el arrepentimiento de estas personas mientras la justicia sigue su curso.

Como quinto elemento de sus reflexiones, monseñor De la Rosa y Carpio, exhortó a los ciudadanos  ciudadanas a anunciar el bien de la vida y denunciar el mal de la muerte de antes de tiempo, por lo que recomendó colocar símbolos permanentes, en los que se hable continuamente de los efectos negativos de estos hechos.

Para el religioso los ejemplos tomados en Santiago, donde hay murales con los nombres de las víctimas de la violencia, ayudan a que estos hechos no se olviden y sirvan para que las personas creen conciencia, y para que crezca el interés por la prevención.

“También yo ofrezco mi vida y mi sangre para que cese la violencia, si caigo víctima de un atentado, no quiero que mi sangre sea inútil, sino que he dado mi vida para que otros tengan vida, como hizo Jesús”, señaló De la Rosa y Carpio.