SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Marcas multicolores que cubren la piel. Diseños artísticos de líneas gruesas, que gritan a los ojos lo que guardan los labios. Rostros, cruces, o estrellas. El creador del tatuaje es un artista del dibujo y de la pintura, cuyo lienzo es el cuerpo humano.
Tan antiguo como el uso del maquillaje, los tatuajes constituyen una práctica que puede rastrearse hasta el siglo II después de Cristo (D.C), sin embargo, existen registros de su uso hace más de 5000 mil años.
Su usos, tanto en el arte, como en la expresión de significados, pueden ser hallados en el Antiguo Egipto, así como forma de distinción en sociedades indígenas.
Con el paso de los años ha llegado a ser actualmente, en distintas culturas, una manera de declaración personal y artística, o incluso, como un expresión de la contra cultura contra el Status Quo, el sistema dominante. Como símbolo de rebeldía, el tatuaje es usado por los revolucionarios e izquierdistas (Punk, anarquistas, etc) y por los derechistas radicales, como los neonazis y neofascistas.
Hay una infinita cantidad de motivos para los tatuajes. Mensajes y recordatorios. Unos se adquieren por moda, otros, por un sentir personal. En fin, figuras y texto que se graban en la epidermis de quien lo porta como algo más que una imagen decorativa.
La tinta y el trabajo corporal abren las puertas a las miradas, las cuales se debaten entre la admiración y el rechazo, los cuestionamientos y las interpretaciones, sobre un tema que para muchos sigue siendo tabú, expuestos junto con los diseños multiformes y polícromos, exhibidos como banderas, lemas y estilos de vida de un arte milenario, mezclándose las ideas, creencias, la cultura y la tolerancia.
“En términos culturales, la sociedad dominicana es conservadora, con dificultades y barreras para los cambios sociales y culturales, lo que no ocurre en otras sociedades”, explica la antropóloga social, Tahira Vargas.
A su entender, los tatuajes en la sociedad dominicana se encuentra prejuiciados, especialmente a la restricción y discriminación hacia los jóvenes y adolescentes que presenten tatuajes, lo que se ve retratado en el tema laboral, en el que ocurren actos discriminatorios al relacionarlos a hechos delictivos.
Durante un sondeo, se preguntó a personas de distintos géneros y edades si contemplarían hacerse un tatuaje. La respuesta generalizada fue que no se realizarían un tatuaje, por distintas causas relacionadas a la identidad, impresión social y pensamiento religioso. Si bien la mayoría de los interrogados admitieron que confiarían en alguien con tatuajes en su cuerpo, revelaron que no aceptarían una transfusión sanguínea, por temor a adquirir alguna enfermedad.
Igual discriminación ha visto Edward La Hoz, con 11 años de experiencia como artista del tatuaje, quien ha sentido el peso de las miradas, muchas veces prejuiciadas, al exhibir sus tatuajes, debido, indica, principalmente al desconocimiento de lo que es el arte, cuyo lienzo lo constituye el cuerpo humano.
“Pienso que tu limpieza te distingue como persona. Si andas sucio y lleno de tatuajes, dirán que eres un tiguere. Si andas limpio y con tatuajes, con educación, la gente hasta se sorprende. He visto empleados de seguridad que al ver personas con tatuajes se ‘activan’, pero es porque no distinguen entre personas…. Solo te ven los tatuajes. Es cuestión de conocimiento”.
Ni marcas ni tatuajes.
Una de las asociaciones más comunes que poseen las personas sobre los tatuajes, es la referente a la que vincula el diseño corporal al pecado, debido, especialmente a la prohibición bíblica escrita en el libro de Levítico, el cual veda la realización de marcas en el cuerpo, por lo que la práctica puede ser considerada tabú y desde luego, pecaminosa.
Sin embargo, para el sacerdote Luis Rosario, coordinador de la Pastoral Juvenil, el pecado depende de la conciencia moral que tenga la persona, razón por la cual, para que el tatuaje sea o no un pecado depende directamente de la conciencia y de la formación de cada individuo.
Por otra parte, explica que la elaboración de marcas de tatuaje en conocimiento del valor del cuerpo, partiendo de la concepción cristiana de que es Templo del Espíritu Santo, constituye una falta a la integridad física y una violación a la creación de Dios.
Similar posición mantiene Gerson De la Cruz, pastor de la Iglesia Evangélica Dominicana, quien afirmó que debido a la prohibición explícita del tatuaje en las Escrituras, el acto constituye una falta que atenta contra lo establecido por Dios.
No obstante, tanto el padre Rosario y como el reverendo De la Cruz, coincidieron en la necesidad de evitar juicios de valores a personas que portan tatuajes y evadir la “condena moral” de que pueden ser víctimas dentro del seno religioso y social.
“La Biblia es entendida en muchos grupos religiosos cristianos como un producto cultural, entonces, las lecturas bíblicas también reflejan lo que pasaba en una sociedad y una cultura determinada, que probablemente no tenía necesariamente que ver con temas de e relaciones con la divinidad”, asegura la antropóloga social, Tahira Vargas.
Mas, existen casos funestos en los que la imagen corporal puede ser asociado por las creencias religiosas a condiciones consideradas como siniestras o contrarias a la esencia misma de Dios por parte de las personas: el satanismo.
Tal es el caso de José Carlos Hernández, hijo del merenguero Jochy Hernández y la comunicadora María del Carmen Hernández, quien fue asesinado el 02 de septiembre del 2012. Su estilo “rockero” (tatuajes, cabello largo, ropa negra y pircings) dio pie a un sinnúmero de conjeturas sobre los motivos por los cuales fue ultimado, siendo uno de ellos, su supuesta relación con el satanismo.
Según Vargas, a través de los medios de comunicación se mantiene la difusión muchas veces de las ideas erróneas a la sociedad sobre cómo se conforman las bandas juveniles y sus comportamientos, generando “malentendidos” en términos de porte de signos corporales visibles como signo de pertenencia a una agrupación delictiva.
Aunque, tanto para el coordinador de la Pastoral Juvenil, Luis Rosario, como para el pastor Gerson De la Cruz, los tatuajes pueden, en algunos casos, estar asociados al satanismo y al paganismo, coinciden en que las marcas no deben ser juzgadas, especialmente si se desconoce el significado del tatuaje.
“El tatuaje tiene un lenguaje polivalente y habría que ver cuál es el mensaje que quiere transmitir. El tatuaje de por si no dice nada, pero puesto en el cuerpo de una persona, tiene un lenguaje que hay que interpretar para que no se cometa ni la ligereza de aplaudirlo, ni la ligereza de condenarlo”, asegura Luis Rosario.
Del tintero a la piel.
“A tatuar se aprende tatuando”, explica Rubén Darío Batista, artista del tatuaje que labora en el Centro de Tatuajes Tin Tin, con más de cinco años de experiencia en el mundo de los trabajos corporales, quien inició como estudiante de diseño y desde joven, se orientó en dirección a los trabajos con la aguja y la tinta. “No hay una escuela en la que se pueda aprender, más que practicando”.
Por igual, Edward La Hoz, de Santo Domingo Ink, ubicada en la 27 de febrero esquina Winston Arnauld, quien concluyó la carrera de Publicidad, mención en Administración en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Un tatuaje tiene un costo que va desde los 1000 pesos hasta los 60 mil, mientras que los temporales van desde los 350 pesos. Sin embargo, su precio puede verse afectado por el tipo de trabajo, tamaño y diseño, efectuándose en partes si es muy grande.
“Como estaba estudiando esa carrera, que es más ilustración que dibujo, siempre uno se conoce personas. Conocí a alguien que practicaba tatuajes. Tenía un tatuaje desde el 1994. Siempre me gustó”, narra, recordando que inició como artista del tatuaje a los 27 años.
Edward señala que en el centro siempre dan el espacio a jóvenes talentos que quieran instruirse en el arte, el cual, cuyas técnicas se van adquiriendo con el día a día, orientados siempre por los veteranos.
Sin embargo, no existe en República Dominicana una academia más que la tinta sobre la piel una vez se sostiene la aguja.
“Se hace más fácil para una persona que maneja el dibujo, ser artista del tatuaje. Se va aprendiendo practicando, tatuando y diseñando. Ya es cuestión de habilidad y talento”, dice.
A finales del 2003 se creó la Asociación Dominicana de Anilladores y Dermografistas (ADAD), entidad que busca regular y registrar los “tatuadores”, emitiendo un carnet a los artistas de la tinta que cumplan con todas normas establecidas por la institución, con la finalidad de mantener un orden dentro de la sociedad, para generar confianza y pulir la imagen de los talentos que subsisten de este oficio.
“A través de la asociación queremos contribuir a la sociedad en diversos aspectos. Estamos trabajando con la Cruz Roja Dominicana para realizar operativos de donación de sangre de personas tatuadas, para eliminar el tabú de que las personas con tatuajes no pueden donar”, expresa Edward La Hoz.
Regulación sanitaria.
“Toda sustancia que se introduce en la piel viene siendo una sustancia extraña y esto puede provocar algún tipo de reacción, dependiendo de la sustancia y de las características del organismo”, explica el experto en infectología, Clemente Terrero.
El especialista resalta que en condiciones de pobre aplicación de las reglas de bioseguridad, los tatuajes pueden acarrear consecuencias a la salud que pueden ir desde las reacciones alérgicas, hipersensibilidad e infecciones de origen sérico, como la hepatitis B y C, hongos y bacterias, así como el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) en casos extremos.
Los tatuajes que utilizan colores distintos al negro duran más tiempo para cicatrizar y requieren un mayor cuidado. Las personas con tez más oscura, deben optar por diseños que utilicen tinta color negro, como los tribales, ya que el color de la tinta puede interactuar de forma diferente en la piel.
Sin embargo, tanto Rubén Darío Batista como Edward La Hoz, aclaran que la mayoría de materiales empleados para trabajar son desechables y con fecha de caducidad, reduciendo significativamente los riesgosde transmisión de enfermedades, además de usar guantes de látex para realizar los trabajos y esterilizar los equipos diariamente.
Si bien estas medidas de bioseguridad son llevadas a cabo en los centros, existe la duda de si el Viceministerio de Garantía de la Calidad del Ministerio de Salud Pública (MSP), realiza operativos de supervisión, siendo esta la entidad encargada de regular este tipo de establecimientos.
La Ley General de Salud, en su artículo 100, establece que le corresponde al Ministerio de Salud Pública (MSP), la habilitación de las instituciones o establecimientos de salud, y trazar los lineamientos normativos generales para la acreditación y su evaluación para otorga la licencia de funcionamiento a un establecimiento de salud que ha cumplido con la totalidad de requerimientos determinados.
Intentamos contactar a las autoridades del Viceministerio por la vía telefónica y correo electrónico, sin que nos suministrase información correspondiente a la regulación de los tatuajes. Tras nuestra insistencia, fuimos remitidos al portal http://www.dgha.gob.do/, en donde indicaron, aparecen las informaciones necesarias.
En dicho portal, aparece el Formulario Guía de Inspección de Establecimientos de SPA, Cosmiatría y Afines, el cual aparece un apartado para los centros de tatuaje, a fines de consumar las supervisiones al establecido el local.
En ese sentido, el doctor Terrero expresa sus dudas sobre la actuación de Salud Publica en este tipo de seguimiento, debido a la falta de organización y planificación que poseen las autoridades sanitarias, por lo que indica que cosas tan dispersas puedan ser supervisadas con todo el rigor que merece.
Asimismo, Edward La Hoz, asegura que Salud Pública falla en supervisar los centros para confirmar si cumplen con las normas sanitarias establecidas en su propio portal, razón por la que la Asociación Dominicana de Anilladores y Dermografístas (ADAD), tiene como objetivo colaborar con las autoridades, a fin de que los centros y los artistas del tatuaje puedan ser debidamente regulados.
Tatuaje positivo.
Pero, el tatuaje no es solo un grito de identidad o un acto vano de mejorar la imagen personal. Cada día, personas de ambos géneros y niveles sociales acuden a los centros de tatuaje como una forma de “corregir” o mejorar imperfecciones, como una alternativa al bisturí.
El tatuaje reconstructivo paramédico da la oportunidad a mujeres que han sido sometidas a mastectomías, tienen la oportunidad de recuperar el aspecto que tenían previo a la intervención, gracias a la “simulación” de la aureola y del pezón, en la que gracias a la técnica de maquillaje permanente, que es de poca invasión y de fácil curación, se pueden obtener resultados estéticos muy cercanos a la imagen natural.
Desde el camuflaje de cicatrices, micropigmentación capilar y la pigmentación en casos de vitíligo, son algunas de las áreas en las que el tatuaje ha incursionado, brindando no sólo un diseño con fines estéticos, sino que suministra un aporte en la calidad de vida de las personas.
De igual forma, la tinta “inteligente”, permitiría a los pacientes diabéticos tener una alerta visible sobre los cambios de azúcar en sus organismos, al cambiar de color alterando la tinta en el diseño.
Este uso de los tatuajes para fines médicos, constituyen una excepción en todos los puntos: religiosos, sociales y culturales, debido a que es un arte con fines de salud, por lo que poco a poco, el tatuaje podría encontrar dentro de las sociedades un espacio más inclusivo, obviando las diferencias creadas a base de tinta, y que fin de cuentas, sólo está en la piel.