SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Cuánto debemos, cuánto pagamos y cuánto cuesta. Las preguntas que pocos se hacen y a pocos les preocupa.
La deuda es como los acueductos. No se ven salvo cuando están poniendo las tuberías. Después se cubren de tierra y se olvidan de que debajo de sus pies hay millones de dólares invertidos los que generalmente son parte de la deuda pública.
Una noticia sobre cómo creció la deuda en el primer semestre de este año comparado con igual periodo de años anteriores se lee sin aspaviento. Y la razón es simple. Los países no quiebran ni los bancos centrales tampoco, aunque muchos, en términos contables, están en bancarrota.
Comencemos sobre cuánto debemos, aunque he dicho en varias ocasiones que nadie sabe en este país cuál es la deuda publica real. Simplemente vamos a ver lo que dicen los datos oficiales y haremos una estimación de la que no está transparentada (GRAFICO 1).
El grafico se muestra la evolución de la deuda del sector publico no financiero (excluye BC), que alcanza a julio del 2020 US$41,152 millones.
El gran problema que se nos presente es que la pandemia nos agarró, en un momento en que la deuda del país estaba creciendo demasiado rápido en los últimos años. Y con la pandemia tendrá que crecer mucho más rápido.
De acuerdo con el Centro Regional de Estrategia Económica Sostenible (CREES), la deuda total que incluye al gobierno y al Banco Central asciende a US$50,232 millones. En relación con el PIB, representa un 61.9%, nivel que supera en un 11% el recomendado por el FMI. (GRAFICO 2)
¿Pero es esa la deuda total? Obviamente no, porque hay muchas que no se registran o se encubren a través de operaciones financieras usando el Banco de Reservas, como el Fideicomiso Vial.
Por ejemplo, los pasivos laborales del IDSS o de muchas empresas públicas liquidadas o por liquidar, no se registran en estas cifras. Tampoco la deuda real con el sector eléctrico. El gobierno le debe miles de millones de pesos al desayuno escolar, a suplidores y contratistas y al sistema de seguridad social. En fin, es imposible cuantificarlas todas, pero estimo que representa alrededor del 1.2% del PIB (unos RD$58 mil millones), lo que elevaría la deuda total a un 63.2 del PIB.
¿Que nos depara el futuro? Veamos.
Entre el 2012 y 2019 la deuda publica aumentaba cada año en alrededor de US$3 mil millones aproximadamente. Con los nuevos requerimientos financieros esta tendrá que aumentar en US$5 mil millones anuales para poder financiar el presupuesto entre el 2020 y el 2024. Y estamos siendo conservadores. Eso implica que en el 2024 la deuda total alcanzará los US$75 mil millones.
En días pasados se colocaron otros US$3,800 millones en bonos elevando la cifra de endeudamiento respecto al 2019 en casi US$6 mil millones, pero en la medida en que la economía se vaya recuperando, los requerimientos financiaros irán bajando. Con el déficit fiscal que se proyecta para el 2020 de un 8% era inevitable buscar mas recursos.
¿Hasta donde podemos aguantar ese endeudamiento? Indefinidamente si el crecimiento se recupera por encima del 5% y la reforma tributaria aumenta los ingresos en al menos 1% del PIB. Eso bajaría la relación deuda PIB y mejoraría la sostenibilidad fiscal.
Ya sabemos cuánto debemos, como crece la deuda anualmente y como crecerá hasta el 2024. Pero lo más importante es el costo de la deuda.
EL GRAFICO 3 muestra que en el 2019 se pagó el equivalente al 24.1% de los ingresos tributarios solo en intereses y un 22.3% para el capital. Ambos representan un 46.4% de los ingresos.
Para una economía, dedicar casi la mitad de los ingresos tributarios para pagar el servicio de la deuda es prácticamente insostenible. Y ese es el mayor problema, no tanto la relación deuda/PIB.
Hay países con una relación deuda/PIB de 176.5% y dedican un 35% de sus ingresos tributarios al pago del servicio de la deuda, como es el caso de Grecia. Italia lo mismo, con una relación deuda/PIB de 135%, asignan al servicio de la deuda 28% de sus ingresos tributarios. Brasil con una relación deuda/PIB de 93% paga en intereses un 23% de sus ingresos tributarios, casi igual que Republica Dominicana.
En el 2019 se gastó más dinero pagando intereses (3.4% del PIB) que el gasto de capital (2.7% del PIB). Eso no es posible y menos en un momento en que el gasto de capital es la llave para motorizar la economía.
En resumen, el país tiene que buscar la manera de reducir el porcentaje de los ingresos tributarios para el pago del servicio de la deuda. Y hay dos maneras de hacerlo: Reestructurando algunas deudas con altos intereses o aumentando los ingresos fiscales.
Recordemos que nuestra presión fiscal está en 13.9% del PIB (con el PIB del 2019) y eso no garantiza una sostenibilidad de la deuda aumentando el riesgo país y el costo de las nuevas colocaciones de bonos en los mercados financieros.
Por eso hemos insistido en que una reforma fiscal integral será algo inevitable en el 2021 y mientras más rápido se apruebe mucho mejor.
Alargar o retrasar este proceso debilitará fuertemente los fundamentos macroeconómicos ya agrietados por una mortal pandemia que parece no tener fin.